Publicado el: 17 May 2015

[El valle escondido] Una ventana entre Proaza y Quirós

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Ruinas de Santa Eulalia de Pirueño

ENTRE LOS MÁS VIEJOS DEL LUGAR AÚN ES POSIBLE ESCUCHAR QUE LA COLLADA DE ACIERA ERA COMO LA CALLE URÍA DE OVIEDO, PUES POR ELLA TRANSITABA GRAN NÚMERO DE PERSONAS Y CABALLERÍAS

Por Toño HUERTA, geógrafo

Entre los más viejos del lugar aún es posible escuchar que la Collada de Aciera era como la calle Uría de Oviedo, pues por ella transitaba gran número de personas y caballerías que se desplazaban entre los concejos de Quirós y Proaza, sobre todo los lunes, día de mercado en la capital proacina. Y es que, hasta la apertura en 1867 de la carretera por Peñas Juntas, éste era el paso natural por el que discurría el camín real. Un paso entre montañas que esconde algún que otro secreto.

Asomada a casi 700 metros de altitud, la Collada de Aciera se abre como un precioso balcón vigilado por la sierras de Caranga y Tene, obsequiándonos con amplias panorámicas de los valles quirosanos y proacinos, con un silencio roto por las l.luecas del ganado que apaciblemente pasta por la zona durante los meses estivales.
Esta collada es el paso natural entre las tierras de Quirós, a través de Aciera y Tene, y las de Proaza, por Villamexín. Aún en la vertiente quirosana el viejo camino conserva su empedrado, que ha sido reemplazado por pista de hormigón en su tránsito hacia Proaza. Desde la parte alta de Villamexín arranca esta pista, más práctica para la ganadería pero con menos encanto. El camino comienza un ascenso entre las praderías, pasando por las fuentes de Filmortera y La Cerezal, que con sus aguas nos dan un respiro tras algún que otro fuerte repecho. Cuando se llega a Llendelafaya, de curiosa historia, ya quedan escasos metros para alcanzar la collada.
Al oeste de la collada, para la gente más montañera, la subida a la sierra de Caranga y sus cumbres –La Forcada, La Verde y Cueto La Mar– es relativamente fácil y la recompensa en forma de panorámicas espectacular. Y para los que gusten más del patrimonio minero, en las inmediaciones del collado, en su lado este, un camino se dirige hacia las laderas del Cascorbal y Peña Tene, donde hubo varias explotaciones de fluorita, como la mina Carolina, que comenzó a explotarse en 1947 y llegó a contar con 45 trabajadores en la década de 1960, mina Ocasión y minas Tene y Maximina. Estas explotaciones se abandonaron en la década de 1970, si bien aún quedan vestigios en forma de tolvas, depósitos o incluso bases del viejo teleférico que se instaló para bajar el mineral hasta Valdemurio, asomando por encima de las aguas del embalse los antiguos cargaderos de mineral.
Ya en la vertiente quirosana, el camino desciende hacia Aciera –un ramal también nos permite dirigirnos hacia Tene–, pasando por un lugar casi mágico compuesto de diversas cabañas salpicadas entre los fresnos y bajo las paredes calizas del Cueto La Mar; estamos en Entelacasa. Tras pasar por Lalpedroso, llegaremos a Pirueño, con sus ruinas de la vieja iglesia de Santa Eulalia, colgada sobre el embalse de Valdemurio y cuya estampa nada tiene que envidiar a un cuadro del romanticismo inglés. Este templo ya es mencionado en un documento del año 891; tras ser destruida durante la Guerra Civil, apenas se conservan los muros de la nave central con su ábside, así como tres puertas, una de ellas con arco apuntado, todo ello bajo la vigilante sombra de un precioso texu. En las inmediaciones se encuentra la escuela de escalada de El L.Lanu.
La Collada de Aciera, con su cercanía, sorprenderá al visitante por su amabilidad, su rico patrimonio y, por qué no, su historia escondida.

El Coto de Llendelafaya
Llendelafaya suele pasar bastante desapercibido fuera de su encantador entorno paisajístico. Pero sus edificaciones fueron mucho más que construcciones ganaderas, llegando el propio Jovellanos a escribir sobre este solar. Sería el 16 de julio de 1581 cuando Proaza se constituye como ayuntamiento. Sin embargo dos zonas quedarían fuera, los cotos de Linares y Llendelafaya, que se incorporarían en 1827.
Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, el Coto de Llendelafaya tenía una extensión de 143 días de buey (unos 179.000 m2), con tierras de mala calidad y no más de seis vecinos según los padrones de 1594 y 1745. Este coto pertenecía al deanato de la catedral de Oviedo, que tenía el derecho de nombrar alcalde mayor, el cual nombraría a su vez dos jueces, uno entre los vecinos de Villamexín y otro entre los de Aciera y Tene. Como dato curioso, en julio de 1626 se dispuso la compra de un libro y un arca con dos llaves, una para cada juez.
Pero si algo llama la atención en Llendelafaya es que fue solar de una leprosería desde, al menos, el siglo XIV, aunque las primeras noticias datan del XVI. Sería el Hospital de San Lázaro de Llendelafaya el mayor hacendado del coto, percibiendo todas las rentas. Su fin llegaría en 1751, cuando el regente Gil de Jaz propone la creación de un hospicio en Oviedo, que acabaría absorbiendo todas las rentas y bienes de las malaterías asturianas. Hoy en día Llendelafaya es un bello paraje con una docena de caserías abandonadas. Una de ellas aparece unida a la antigua ermita, de la que tan sólo se conserva el ábside al borde mismo del camino, siendo posiblemente el lugar donde habitaban los enfermos.

Comentarios:
  1. Roberto dice:

    Saludos
    Dos puntualizaciones al buen articulo de Toño Huerta sobre el paso de la Col.la de Aciera.
    Las tolvas de mineral que se encuentran sumergidas en el embalse de Valdemurio eran de la construccion del pantano. Las de las minas de fluorita o espato fluor estaban en la zona del Melen en el principio de la carretera que lleva a Aciera y Tene.
    La otra puntualizacion es de toponimia. La Escuela de Escalada esta en L.lano ( sin El). Segun el expediente toponimico aprobado hace unos años. Conozco a varias personas nacidas en L.lano y se enfadan cuando ven el articulo delante del nombre de su pueblo.
    El articulo invita y anima a conocer esa antigua ruta de paso entre concejos. Merece la pena hacerla y disfrutarla.
    Gracias Toño

    • Toño Huerta dice:

      Gracias a ti Roberto. Espero que estos artículos sirvan para dar a conocer nuestros valles y, a la par, seguir aprendiendo su cultura.

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