Publicado el: 12 Mar 2016

Semana Santa, tiempo para reflexionar

Por Marian GONZÁLEZ RÚA
Pregón

Hermano Mayor y Junta directiva de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte de Grado, Sra. Concejala de Turismo, autoridades civiles y religiosas, familiares, amigos todos; Gracias, muchas gracias, por haberme invitado a pronunciar el que será ya el quinto pregón de Semana Santa de esta Cofradía. Mis antecesores me han dejado el listón muy alto y me va a costar estar a la altura pero como a mí me gustan los retos, vamos a intentarlo.

MARIÁN G. RÚA  2Fue pionera, en el 2012, mi colega y amiga la Dra. Alicia Laspra a la que tantas cosas tengo que agradecer. Si bien a los dos siguientes pregoneros no he tenido el gusto de conocer, me refiero aquí a D. José Gonzalo de la Huerga Fidalgo, Magistrado y Miembro del Consejo de Gobierno de la Xunta de Galicia y a la Dra. Isolina Riaño Galán, Jefe de Pediatría del Hospital San Agustín de Avilés. No me sucede lo mismo con mi inmediato antecesor, Monseñor Juan Antonio Menéndez, obispo de Astorga, que comenzó su andadura como párroco en cierto lugar que, al contrario de lo que decía Cervantes, yo de cuyo nombre sí quiero acordarme y al que luego me referiré.

Creo que fue en el mes de noviembre, sí recuerdo que era viernes y ya casi por la noche, cuando sonó mi teléfono, nada raro evidentemente en nuestros tiempos. Lo poco frecuente era la propuesta que me llegaba del otro lado, la de estar aquí hoy con todos ustedes, anunciar el pregón de una celebración, la de Semana Santa, y nada más y nada menos que en una villa que me es tan cercana porque, dirán ustedes, que la pregonera debería ser moscona, como los anteriores, así que me he propuesto demostrar que si bien no soy nacida aquí tengo un profundo cariño a esta villa que me conozco muy bien y a la que me unen gustos, tradiciones y devociones que les voy a manifestar en los próximos minutos.    Será este un pregón de amor, de gratitud y de fe.

 

No les descubro nada nuevo al decirles que el concejo de Grado limita al norte con Candamo y Las Regueras, al este con Proaza, Santo Adriano y Oviedo,  al oeste con Belmonte de Miranda y Salas y al sur con Yernes y Tameza y Teverga. Pero lo que no sabrán muchos de ustedes es que esta pregonera que hoy les acompaña es tevergana, así que ya ven que si bien no soy moscona, sí de la oreya llarga. Y de los moscones y teverganos podría decirse lo mismo que de gallegos y asturianos, todos primos hermanos. Crecí en el pueblo de Quintanal, parroquia de Villanueva, en el valle de Valdecarzana, donde el primer marqués de mismo nombre fue el mayor poseedor de vasallos y de cotos jurisdiccionales. El grueso de los bienes amayorazgados estaba englobado en una serie de vínculos que se perpetuaron dentro de la familia a lo largo de varios siglos y que se concentraba principalmente en el valle de Valdesampedro, de donde procedía el linaje para posteriormente incrementar lo recibido con la agregación de los cotos de Villanueva y Coalla aquí en Grado. Así que miren ustedes por donde que hasta tenemos en común a dicho marques de cuyo nombre en este caso, casi es mejor no acordarse.

Pero dejemos al marquesito y volvamos a mi infancia, al pueblo de Quintanal de donde guardo tantos recuerdos entrañables, de esos que cuando se viven parecen insignificantes pero que a medida que pasan los años se vuelven grandiosos. Yo recuerdo, por ejemplo, que las noches de verano dormía con mis abuelos, mi abuelo se marchaba muy temprano a atender el ganado, a brañar, y mi abuela a sus quehaceres diarios pero, lo primero que hacía, era fregar con mucho esmero la chapa de la cocina, yo desde la cama oía el ruido de la lija sobre la chapa y lo revivo con inmensa nostalgia cada vez que yo lo hago aunque, he de confesar, que ni una sola vez me ha quedado como a ella, creo que por eso le he comprado una tapa que esconde las imperfecciones.

Por aquel entonces, cuando alguien se casaba, si la boda era sencilla nos íbamos de convite a alguno de los restaurantes de San Martín de Teverga pero claro que si el asunto era de más copete entonces ya veníamos a Grado. Lo mismo sucedía con la ropa, de hecho, hasta para el día de mi boda vine a comprar aquí mi flamante vestido, no les diré dónde para no hacer gratuita publicidad aunque de mucho amor lo haría. Años, después, con el mismo amor volví con mi hija mayor para su vestido de comunión.

Y es que Grado es tierra de cruce de caminos. En este concejo confluyen y divergen dos de los itinerarios culturales y vías de comunicación más importantes de la historia europea: el Camino de Santiago Primitivo y el Camín Real de la Mesa, antigua calzada romana. Su naturaleza de encrucijada le ha conferido a estas tierras y a quienes en ellas habitan un carácter abierto, cosmopolita, y hospitalario. Si a esta circunstancia unimos la fertilidad de unas vegas alimentadas por las aguas del Cubia y el Nalón, obtendremos como resultado no sólo una huerta de primera calidad sino una cultura comercial que se traduce en un comercio local muy profesional, unos tocinillos que son verdaderamente celestiales y otras ‘llambionadas’, la barreña una de mis favoritas, que por algo dice el proverbio: ¡De Grado, el cielo y el suelo!

Y si hablamos de huerta, justo es hablar también de ferias y mercados. Pocas cosas habrá tan importantes en Grado como su mercado tradicional. La historia e incluso el nacimiento de la villa tienen mucho que ver con esta cita comercial que hoy en día sigue vigente.

Las tradicionales y popularísimas ferias de Grado, la Flor primera, pasada la Pascua de Resurrección y la Flor postrera, seis semanas después. La fiesta de Santiago, la romería de Santa Ana y si hablamos de ganado la de San Simón el 28 de octubre, a la que antaño venían los habitantes de este Concejo y sus limítrofes Candamo, Las Regueras, Pravia, Miranda, Salas, y hasta Illas y Soto del Barco, a hacer acopio de ropa de abrigo para el invierno. Tenían aquí asombrosa demanda las mantas y cobertores de Palencia, los lienzos gallegos y las famosas estameñas de Teverga, Somiedo y demás pueblos brañeros, porque desde el escarpín hasta la saya de la mujer y el calzón del hombre de aldea, salía de San Simón. He leído, además, que eran muy famosos los jamones, que aquí se mercaban ese día y que salían casi en su  totalidad fuera de Asturias. Me van a permitir que aquí, discrepe un poco, porque bien es sabido que, de toda la vida, los cerdos mejores han sido los de la oreya llarga.

 

Pues bien, tras este breve recorrido por fiestas, mercados y tradiciones llegamos a las devociones, a la Semana Santa, tiempo en el que cada católico recuerda los comienzos de su religión y la culminación de la vida terrenal de Jesús. Cada día de la semana conmemoran los sucesos de aquella época, hagamos un brevísimo repaso por cada uno de los días de Semana Santa.
El Domingo de Ramos recuerda la llegada de Jesús a Jerusalén, la Tierra Santa. Al llegar, sus fieles lo recibieron con fervor y gran entusiasmo, por eso este día en las iglesias, los creyentes llevan ramas de olivo, de laurel, palmas como símbolo de su fe. A mí me sucede lo mismo que decía el año pasado en su pregón Monseñor Juan Antonio Menéndez, cuando recordaba lo bonito de aquellos ramos de laurel que llevaban los niños adornados con naranjas, rosquillas y caramelos. Afortunadamente sigue haciéndose en algunos pueblos y yo cada año los preparo con espero para mis hijas y nos los comemos después a la salida de misa.

El Lunes Santo, Jesús vuelve a Jerusalén y se dirige al templo, pero lo encuentra convertido en un mercado. Jesús se enfrenta a los vendedores y los echa del lugar, enseñándoles que se trata de un lugar sagrado al que había que respetar, un lugar donde se iba a rendir culto.

El Martes Santo es el día en el que Jesús anuncia su muerte, causando un gran pesar ante sus discípulos.
El Miércoles Santo recuerda el momento en el que Judas, uno de los doce discípulos del Señor, se pone de acuerdo con los enemigos de Jesús y se ofrece a entregarlo a cambio de 30 monedas de plata.

El Jueves Santo la Iglesia Católica conmemora la Eucaristía en la Última Cena de Cristo. Esa misma noche, Jesús es entregado por Judas y es puesto en prisión.

Llega el Viernes Santo momento en que Jesús es sometido a un juicio y torturado. Recibe la corona de espinas sobre su cabeza y le cargan la cruz. Así recorre la ciudad de Jerusalén. Al mediodía es crucificado.
Durante el Sábado Santo Jesús permanece en el sepulcro. En la Vigilia Pascual los fieles siguen a la espera, con la esperanza de la resurrección.
Y así alcanzamos el Domingo de Pascua que es Domingo de Resurrección, día en el que Jesús sale de su sepulcro.

La Semana Santa debe ser tiempo para reflexionar, para parar un momento en esta vida que llevamos tan loca y pensar que si alguien ofrendó su vida para que vivamos en paz, bien merece que recapacitemos sobre aquellas cosas que podemos hacer para realizar cambios positivos en nuestras vidas, en lo que nos rodea, en nuestros trabajos, en nuestras familias. Tenemos que ser conscientes de tantas cosas que nos pasan inadvertidas:

  1. Despertamos cada día. Tan sólo el hecho de despertar es algo por lo que debemos de estar agradecidos. Estar vivos nos permite amar, disfrutar, tomar decisiones, actuar y hacer de nuestro día el mejor.
  2. Un nuevo día para aprender y ganarnos el pan. Agradezcamos todos los días la oportunidad que tenemos para aprender algo nuevo y más si encima tenemos la fortuna de tener un trabajo. Hay muchas personas que no tienen la posibilidad de aprender ni de trabajar, agradezcámoslas y aprovechémoslas aquellos que contamos con ello.
  3. Un hogar en el que vivir, comer, dormir. Realmente somos afortunados si no somos de aquellos que viven en un coche, en una casa o edificio abandonado, en una choza o en un banco de un parque.
    5. Comida. La mayoría de nosotros no nos hemos visto en la necesidad de hacer colas de 2 y hasta 4 horas para comprar un poco de pan o algunos huevos. No sabemos lo que debe sentirse al esperar que llegue un camión de la cruz roja cargado de cajas de arroz. Nunca nos hemos tenido que parar en la parte de atrás de un restaurante a esperar a que saquen las sobras de la comida para poder alimentarnos. Todo esto es algo que tenemos que tener presente cada vez que nos alimentemos y agradezcamos la oportunidad de poder hacerlo. Pero se nos olvida, qué pena.
  4. Amigos, familia, hasta mascotas. La mayoría de nosotros tenemos una o más de estas cosas en la vida. En algunas partes del país y del mundo, hay personas y niños que están solos.
    7. Vivimos en un país democrático o por lo menos sin dictadura. No tenemos tanques ni soldados armados caminando por nuestras calles las 24 horas del día. La vida y el gobierno en nuestro país no es para nada perfecto pero la verdad es que si lo comparamos con otros países, podemos hacer una vida que muchos quisieran, con todo y las faltas que sabemos que nuestro país tiene.
  5. Cada momento agradable de nuestras vidas. Hay muchos momentos durante el día que tenemos experiencias agradables con nosotros mismos y con los demás que debemos agradecer, porque todos esos momentos juntos son los que conforman la paz y la felicidad de cada ser humano.
  6. Que tengamos salud cada día. Con salud podemos hacer todo lo que queramos, cumplir nuestras metas y sentirnos bien con nosotros mismos.

Y si todo esto somos capaces de hacerlo juntos, en comunidad qué mejor. Por eso no puedo terminar sin dar la enhorabuena a quienes, en el año 2010, impulsaron la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y a todos los que después se fueron uniendo a ella.

Dentro de la Iglesia, una cofradía es una asociación de bautizados, unidos para hacer el bien y ayudarse en su vida cristiana tratado de buscar el fomento de una vida mejor. El sacerdote D. Manuel Amezcua en su libro «Iglesia en Camino», abogaba ya en el año 1998 por una cofradía renovada y proponía diez formas de construir y revitalizar una cofradía, permítame que yo me incida aquí en tres de ellas:

  1. El amor al prójimo debe ser concreto y real, y no fingido o superficial. Y con gestos definidos, que partan de la misma Cofradía o que apoyen otras iniciativas.
  2. Hacer que la Cofradía sea un ámbito de participación creativa y comunitaria, sin protagonismos individualistas, para la búsqueda de objetivos comunes que ilusionen a todos.
  3. Poner tanto amor, tanta reciedumbre y tanto tesón que las dificultades no puedan ocultar la luz en el servicio al prójimo más necesitado y en los lazos de la amistad cofrade. Si el orgullo impide la amistad y los gastos suntuarios la solidaridad, entonces no hay Hermandad posible por mucho que así se las llame o tengan siglos de antigüedad.

 

 

 

 

Vivan su Semana Santa, disfruten de estos días, regalen amor y agradecimiento en la misma medida pues decía el poeta Virgilio que «Mientras el río corra, los montes hagan sombra y en el cielo haya estrellas, debe durar la memoria del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido.»  Termino con mi sincero agradecimiento «Uno puede devolver un préstamo de oro, pero está en deuda de por vida con aquellos que son amables.» Yo estaré siempre en deuda con todos ustedes.

 

Comentarios:
  1. Wunelfe Karin dice:

    Tras muchos días de clima otoñal, con este día reluciente casi primaveral, y después de una comida copiosa con los efluvios emanantes por los efectos de la bufia; pueden resultar demasiado agrias mis opiniones. ¡Qué la suerte y la moderación me acompañen!
    Si bien este pregón ya es la gota que colmó el vaso, son muchos los artículos e incluso comentarios que me incomodan.
    Mis pensamientos no quiero que nadie los dirija; yo nunca doy gracias por la comida que tengo, por una simple razón, cuando lo intenté me di cuenta que era un pobre desgraciado que no podía compartir lo que tenía en abundancia; en consecuencia y por salud mental es una situación que evito.
    Es cierto que no vivimos en una dictadura, pero recordando las palabras de un exguerrillero tupamaro es peor la corrupción que cualquier dictadura.
    No es necesario tener salud para encontrarse bien con uno mismo; como tampoco es necesario participar del sistema educativo para aprender, para aprender sólo es necesaria receptividad, y podremos aprender hasta de los animales. A veces voy al chigre del pueblo de abajo, y cargo un poco trasero, monto (o me montan)en caballo y él me lleva a casa; pues en esos casos, hasta el perro se aleja de mí, no así la parienta que me mete un dedo por los ojos mientras vocifera. Cuando yo reaccione hablaremos de violencia de género. ¡Qué buen profesor el perro!
    Y hay quienes me asimilan a lo dan en llamar un ecologeta de ciudad; pero no me ofende por varias razones. Mientras lo lea o escuche es que mantengo vivas esas capacidades y por otra parte, nadie se entretiene dando patadas a un perro muerto; luego es evidente que de alguna manera cabalgo

  2. Wunelfe Karin dice:

    Lo primero que hacía tu abuela no era fregar la chapa de la cocina; en todo caso la segunda. La lija ya era un lujo que supo aprovechar, seguro que lo consideraba como tal. Es imposible obtener sus resultados sin antes comprender las razones del cómo y porqué

  3. Celia dice:

    Qué sorpresa!!! Me gustó mucho tu pregón….. lo vi de casualidad!!!! Felicidades 🙂 🙂 🙂 🙂

  4. Teresa Martinez Conde dice:

    Me ha gustado mucho el Pregón y que hayas nacido en la Villa o en el límite es lo de menos; es de desear que tus convecinos aprecien el amor e interés que sientes por ello. Muchas gracias María

Deje su comentario

La Voz del Trubia