Publicado el: 15 May 2016

[El valle escondido] El Xiblo

Por Toño HUERTA
Geógrafo
Tras dejar atrás el último pueblo de los Valles del Trubia en nuestro camino hacia Babia, la carretera del Puerto de Ventana, una de las más bellas de Asturias, serpentea entre robles y hayas en un agradable paseo. Pasada una gran curva, en un falso llano, aparecen ante nuestros ojos las cabañas de la braña La Puerca, invitándonos a detenernos y comenzar a su sombra un agradable paseo.

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Una de las cascadas del Xiblo / Foto Toño Huerta

Dejando a nuestra izquierda las cabañas de La Puerca, antigua venta vinculada al ancestral Camín Real del Puerto de Ventana, a los pocos metros una pequeña explana en la otra mano indica el comienzo de una de las rutas más asequible, y no por ello menos espectaculares, de nuestros valles. Esta misma explana hace las funciones de pequeño aparcamiento, y en ella varios paneles explicativos nos ilustran de los valores naturales de esta zona.

Toda la primera parte del recorrido es a través de una ancha pista, cuyos primeros metros están acondicionados para personas de movilidad reducida a través de un sendero accesible. Casi en llano, nuestros pasos hacen que nos introduzcamos en el bosque, con el haya como principal protagonista y sintiendo como los habitantes del bosque nos vigilan, siendo relativamente fácil encontrarnos con algún jabalí, corzo, venado o, incluso, las huellas del oso. Más o menos hacia la mitad del camino, un pequeño sendero a nuestra derecha nos baja a la fuente Las Vallinas, de frías aguas y donde se dice que antaño bebían los leprosos para curar su enfermedad.

Tras algo menos de cuatro kilómetros, finaliza la pista en las cercanías del lugar de La Ferviencia, debiendo cruzar el arroyo de Fundil o La Verde a través de un puente de madera. Al otro lado, nos espera un cruce; el camino de la derecha nos llevaría hasta La Foceicha, mientras que el de la izquierda nos acercará a nuestro objetivo, las cascadas del Xiblo. Ahora el sendero discurre por paisajes más agrestes, a través del Monte Braniecha, por un camino bastante embarrado pero sin pérdida alguna, siempre acompañados por el murmullo del agua que, poco a poco, se convierte en estrépito a medidas que nos acercamos a la cascada del Xiblo, en realidad tres saltos de agua sucesivos con más de 100 metros de desarrollo, siendo la cascada superior la más grande, con 30 metros de altura. Todo el año es bueno para visitarla, pero sin duda el mayor espectáculo es en la primavera, cuando a las frecuentes lluvias se suma el deshielo. Su nombre, Xiblo, bien podría deberse al ruido de su agua al caer, a modo de silbidos; también podría hacer referencia al xiblo, la parte por donde el cubu o depósito de agua de los molinos se estrecha para dar paso a la canal de agua, en una clara similitud.

Las Navariegas

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Braña de Las Navariegas / Foto de Toño Huerta

Por encima de las cascadas del Xiblo, a más de 1.600 metro de altitud, en una hondonada rodeada por las cumbre del Chaiceu (o Águila) y el Bálago se encuentra la braña de Las Navariegas, una de las más hermosas de Asturias y que fue profusamente utilizada hasta bien entrada la mitad del siglo XX. A unos buenos pastos y orientación, hay que sumar la presencia de manantiales que surgen de entre sus rocas ferruginosas, que explican el color rojizo de la piedra de sus cabañas; son tres las principales fuentes existentes, conocidas como la fonte la braña, la fonte Perico y la fonte la Manteiga; esta última estaban las ol.leras, donde se guardaba la leche y sus derivados durante el verano, a modo de “nevera”. Esta braña se divide en dos partes conocidas como la Parada d’Enriba y la Parada d’Embaxu, donde las cabanas de teja y los corros de piedra salpican el entorno. Estas construcciones, verdaderas joyas etnográficas, aparecen en muchos casos arruinadas por la falta de uso y el abandono, tanto de la actividad ganadera como institucional.

Gran parte de su historia está vinculada a la alzada, con el paso de los vaqueiros de Torrestío hacia Llanera y Las Regueras durante el invierno y el retorno en primavera hacia las tierras babianas. También está claramente vinculada al Camín Real de La Mesa, que discurre a escasos metros.

Para llegar a ella, los principales caminos salen de La Foceicha, bien a través del vecino Puerto de Cuevas o por el sendero empedrado que discurre por encima de la cascada del Xiblo. También desde la propia cascada hay un sendero, si bien complicado y que requiere conocer el lugar. Otra opción es llegar a través del Camín Real de La Mesa y, para los más montañeros, desde el vecino Pico Ferreirúa, en una ruta por algunos de los parajes más singulares del territorio tevergano.

 

 

 

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