Publicado el: 30 Jul 2016

Tiempo de abetos, tiempo de salmón

Por José Manuel R. ANTOMIL

La naturaleza nos ha dado a los belmontinos el privilegio de vivir a orillas del Narcea, río que además de dar salmones, forma una espectacular y fértil vega, que unido a un microclima suave, hace que en esta tierra convivan los salmones, las fabas los naranjos y los «arbeyos» (guisantes).
Precisamente es en esta época cuando pueden maridarse los arbeyos con jamón de primer plato y el salmón salvaje de segundo, en los diferentes restaurantes del concejo.
Esta posibilidad nos la ha dado la naturaleza, pero los hombres que nos empeñamos en ir en contra de ella negamos esta posibilidad a nuestros paladares.
Digo que la negamos, pues con una norma incomprensible la hostelería no puede ofrecer a nuestros visitantes una cosa tan nuestra como el salmón, aunque éste sea pescado legalmente, aunque tenga una «guía» de procedencia y un precinto que acredita que es de nuestra propiedad. ¿Ustedes lo entienden? Yo no.
Esgrimen los «iluminados» que es una medida proteccionista, pero siguen permitiendo la cucharilla, los mataderos de salmones, la pesca de salmón visto, los tramos libres en la cola del río…
En suma, la única medida que se les ha ocurrido es prohibir a nuestros comensales degustar salmón «nuestro».
Los arbeyos y las fabas no hace falta que las prohíban pues ya apenas las hay ¿Han visto como está nuestra vega?… abandonada monte bajo desde Cornellana hasta Soto de los Infantes.
Si siguen así las cosas, y no tienen pinta de cambiar, los salmones, las fabas y los arbeyos serán un bonito recuerdo para quienes creíamos y seguimos creyendo en las posibilidades de nuestra tierra.
Lo malo para nosotros es que solo nos dedicamos a trabajar y hemos dejado el destino estos lares y el nuestro propio en manos de ineptos que nos han llevado o nos van a llevar muy pronto a ofrecer a nuestros comensales salmón de Noruega, fabas de Bolivia y arbeyos ultracongelados de no se sabe dónde… pero eso sí, no se olvidarán de ponérnoslo difícil para poder mantener nuestros negocios abiertos.
¿Nos merecemos los ribereños mirandinos renunciar a nuestras inmensas posibilidades turísticas y gastronómicas? Ustedes mismos señoras y señores.

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