Publicado el: 29 Nov 2016

Asturias hace gimnasia para una alerta química en Trubia

El simulacro organizado por Química del Nalón exhibió la capacidad de respuesta de la empresa y de los servicios de emergencias regionales ante un accidente

Los Bomberos de Asturias, de Oviedo y de Proaza, el SAMU, la Guardia Civil, la Policía Local y los bomberos voluntarios trubiecos se implicaron en la acción preventiva, que revolucionó durante toda la mañana a la localidad

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Un cámara de TV graba la evacuación de heridos, durante el simulacro de emergencia organizado por Química del Nalón

L. S. N./Trubia

Trubia despertó ayer como en medio de una guerra: hospitales de campaña, camiones de bomberos, hileras de ambulancias y carreteras cortadas. No se trataba de un ataque militar a la villa cañonera, sino del simulacro de accidente químico organizado por Química del Nalón, que implicó a todos los servicios de emergencias de Asturias y que demostró la capacidad de la empresa y de los profesionales de reaccionar ante una alerta de estas características.

El despliegue humano y técnico fue espectacular, una prueba de que tener todo a punto para reaccionar ante emergencias es algo muy serio. Y es que nadie sabe cuándo puede ocurrir una incidencia de estas características, y estar entrenados para afrontarlas y no improvisar es imprescindible para minimizar los posibles daños.

El simulacro, que tuvo en jaque a Trubia toda la mañana, comenzó poco antes de las diez y media. Un nutrido grupo de invitados, cubiertos con cascos, gafas de plástico y batas blancas, entre los que estaban periodistas, directivos de la empresa o de otras compañías, así como profesionales de la seguridad del ámbito público y privado, entre ellos miembros de la Unidad Militar de Emergencias, observaban desde un recinto habilitado la actuación de los distintos equipos que deben movilizarse en caso de accidente, mientras un «speaker», de una empresa especializada en seguridad, narraba a los asistentes la acción, que se desarrolló como un mecanismo de relojería.

Todo empezó con el aviso de un empleado, que detectó humo y una posible emisión de gases en una de las cubas de naftalina, un vertido que por las condiciones meteorológicas no se disipa. Siguiendo el protocolo, el empleado avisa al jefe de planta, que envía un equipo de primera intervención, coordinado por el jefe de emergencias de la planta, a comprobar sobre el terreno la situación, recopilando la máxima información sobre la «zona caliente». Este equipo constata la existencia de un incendio, abre los cañones estáticos de agua y espuma, que comienzan a enfriar el tanque donde está el foco y a controlar la emisión de gases, establece un perímetro de seguridad, y ordena la evacuación sistemática de personas y vehículos de la planta, que se dirigen a dos zonas seguras. La cercanía de uno de estos puntos al entorno del accidente obliga a modificar el protocolo y a reunir a todos los empleados en un solo punto de encuentro, en la Planta de Naftalina Licuada. Allí, se hace un recuento de todos los trabajadores, mientras en la zona del accidente ha entrado ya en acción un equipo de segunda intervención, dotado con oxígeno y trajes ignífugos, que penetra en la cuba donde se desarrolla el incendio, para intentar localizar si hay víctimas personales. Encuentran a un primer trabajador intoxicado, que puede salir por su propio pie, y es conducido al centro médico de la planta.


 


En ese momento, pasadas las once de la mañana, la planta ha entrado en parada de emergencia, y todos los servicios de seguridad asturianos han sido alertados. El Servicio de Emergencias del Principado, 112 Asturias, alerta de una emergencia de nivel 1, la que se establece cuando los vertidos y daños afectan exclusivamente al interior de la planta, y en el exterior son leves. En las instalaciones de La Morgal, se convoca al comité asesor de la emergencia, que pone en marcha un amplio dispositivo.

En la zona, continúa el rastreo a la búsqueda de víctimas, bajo las órdenes del jefe de Seguridad de la Planta, que ha establecido un segundo grupo de apoyo encargado de controlar que las bombas de agua, y otros dispositivos auxiliares estén en perfectas condiciones para su uso.

A estas alturas, ya han llegado varias dotaciones de los Bomberos de Oviedo, dirigidos por el jefe del área, José Manuel Torres. Entre los equipos desplegados, está el de emergencias químicas que tiene el servicio de extinción de incendios de la capital asturiana. La llegada de los bomberos ovetenses da lugar al primer cambio en el mando del operativo de emergencia, que pasa a la jefatura del Cuerpo, que trabajará en coordinación con los equipos de seguridad de la empresa. Los bomberos, perfectamente equipados, se hacen cargo de la situación en el interior de la cuba, donde se siguen encontrando heridos de diversa consideración, que van siendo trasladados al centro médico. Como apoyol, intervienen también en la «zona caliente» los bomberos voluntarios de Trubia, comandados por su jefe, Julio Rodríguez, así como efectivos de Protección Civil, que permanencen en el exterior de la fábrica para hacerse cargo de los heridos, que comienzan a ser evacuados.

Mientras se trabaja en el interior de la fábrica, también se despliega, desde el centro de la Morgal, toda una actuación exterior: la Policía y la Guardia Civil mantienen despejadas las carreteras, y el SAMU envía un convoy de ambulancias, entre UVIs móviles, ambulancias colectivas y vehículos ligeros. Un helicóptero de la Guardia Civil sobrevuela la zona, y pronto se le une otro de Bomberos de Asturias, para facilitar información áerea de la zona del accidente.

Aunque la planta ha sido evacuada, y los heridos trasladados, según su gravedad, a los dispositivos sanitarios desplegados en la zona (entre ellos, un hospital de campaña), el incidente se agrava, ya que no se consigue controlar el foco del incendio. Es en ese momento cuando entra en acción un segundo cambio en el mando, ya que se integra en el operativo el jefe de Bomberos de Asturias, junto con su equipo. Se requiere también la intervención del parque de Bomberos de Proaza.

Es ya casi mediodía, y en el exterior de la fábrica hay heridos, cubiertos con vendas y equipos de respiración, que comienzan a ser trasladados. Los curiosos se paran a preguntar, se temen lo peor, mientras los periodistas graban de cerca, como nunca podrían hacerlo en una situación real. Todo ha salido según lo previsto, Asturias está en perfectas condiciones para afrontar una alerta en la factoría de Trubia, como la que ya ocurrió en marzo de 2009, cuando se incendió un tanque de naftalina, un accidente que generó una nube tóxica, pero en el que no hubo que lamentar heridos.

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La Voz del Trubia