Publicado el: 13 Dic 2016

Digno de ser llorado, flébil, compañero Andrés (amari aliquid)

jose-cuevasPor José CUEVAS YÁÑEZ
Jefe de la Policía Local de Grado

Qué fácil es decir y escribir cuando alguien ha fallecido que era un dechado de virtudes, alguien excelente y no tenía defecto alguno, aunque el día anterior estuvieras criticándole cual bercera quevedesca, así tejemos el torzal de nuestra historia y no cambiamos. Pues no es este el caso. Mi compañero Andrés, nuestro compañero y policía, tenía defectos, cometía errores, precisamente esto le hacía más humano y mejor persona pues trabajaba con el entendimiento. Ni era una deidad, ni falta que le hacía. Siempre huyó de las querellas de campanario con su conocida ironía que me dejaba cumplido en una sola sílaba o en un simple dáctilo adornado por una sonrisa. ¡Eh, eh!

Más nadie puede decir que no fue un agente comprometido con su profesión, un compañero de los que no te dejan tirado en las situaciones difíciles, o te alegra al día apicarándose y en busca de que saltara a llevarle la contraria en cosas mundanas. Luego de cumplida la misión se sonreía guasonamente y se iba a los quehaceres. Así arreglábamos un poco esta existencia que a veces se tuerce de forma tan injusta como inesperada.

Con treinta y cinco años de servicio al pueblo de Grado, ya había visto de todo, y venía de vuelta en muchas más cosas que yo, pero siempre acudía puntual a la cita y a vestir su mono de trabajo: el uniforme. Tenía un olfato especial para que no se le pasara por alto a golpe de vista cualquier novedad mientras hacía la ronda con el vehículo de policía, aunque luego se le olvidara dónde había dejado las llaves de casa y volviera al cuartel a buscarlas. Así es el Andrés que yo conocí y con el que he tenido en honor compartir penas y alegrías, día a día, año tras año.

Debo decirte que no has pasado por aquí por casualidad y has dejado tu pisada bien profunda en mi alma, en la de todos los policías locales de Grado

Hoy me faltas, nos faltas a todos. Estamos queriendo asimilar tú pérdida y se nos hace difícil, muy difícil. Te imagino ayudando al barbudo Caronte a remar en la barca mientras le pellizcas el hopo riéndote. Queremos reírnos una vez más contigo compañero, solo una vez más. Debo decirte que no has pasado por aquí por casualidad y has dejado tu pisada bien profunda en mi alma, en la de todos los policías locales de Grado. En cada rincón del edificio de la policía siempre guardaremos tu sitio, ¡que nadie se atreva a tocarlo! Quiero imaginarte con una sonrisa, la misma que desprendías por tu gran humanidad. Te encargo el último servicio: ronda general por el infinito y avísame de lo que veas o si necesitas ayuda de tus compañeros.

Hoy todos nos fuimos un poco contigo. Hoy todos nos quedamos también a tu lado. Por siempre Andrés, para siempre.

Beatus ille…

 

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