Publicado el: 08 Ene 2017

Un ermitaño en La Focella

Enrique Flórez es un experto en fitoterapia que lleva 18 años solo en la naturaleza tevergana

Blanca M. García / Teverga

Cuando a Enrique Flórez Álvarez (Oviedo, 1938) el médico le dijo que sufría de hipertensión no se lo podía creer. “¡No me gustan las pastillas!”, refunfuña. Obsesionado por encontrar una fórmula para tratar su problema de manera natural, adquirió un aparato para medir la presión arterial y empezó a investigar. Iba a algún bosque cercano, cogía diferentes plantas que conocía, las probaba con combinaciones distintas y se medía la tensión. “Sigue los consejos del médico, pero ayúdate con las plantas”, subraya. Al final, cómo no, encontró la solución: una mezcla formada por la flor del espino albar, hojas de muérdago y hojas de olivo.
Y es que Enrique Flórez, al que sus vecinos conocen como Enrique el de La Focella, no es ni vive como los demás. Experto en micología y fitoterapia -utilización de las plantas medicinales con finalidad terapéutica, ya sea para prevenir, aliviar o curar enfermedades-, es el único habitante que reside de forma habitual en La Focella, parroquia perteneciente al concejo de Teverga situada en la subida al puerto de Ventana.
A este pequeño rincón de la Asturias más profunda se mudó hace cerca de 18 años para abandonar el estilo de vida materialista y convertirse en un auténtico ermitaño. “Cuando tenía 32 años me marché de Oviedo. Luego, viví 25 años en Barcelona hasta que me separé y regresé a mi tierra natal”. Fue precisamente en Cataluña donde Enrique Flórez empezó a interesarse por la fitoterapia y la micología. “En Barcelona son muy aficionados”, cuenta. Enrique el de la Focella explica que su curiosidad por el mundo de las plantas era tan grande que su pasatiempo acabó convirtiéndose en una auténtica obsesión. “Me curo con las plantas. La naturaleza te lo da todo”.
Además de definirse a sí mismo como un ermitaño, Enrique ha sido un trotamundos en toda regla. Tras estudiar dos carreras universitarias -Magisterio y Ciencias Químicas-, viajar por Europa, tener toda clase de empleos, ser padre, residir en Barcelona y volver a Oviedo, un día que se acercó al Hayedo de Montegrande a por setas conoció La Focella y se enamoró del pueblo. Allí vive desde entonces aislado en plena naturaleza, hasta el punto de no disponer ni siquiera de un vehículo para sus desplazamientos. “Cuando quiero ir a Páramo, lo hago caminando, y si necesito ir más lejos utilizo el transporte público o vuelvo en taxi desde San Martín”.
Eso le permite disponer de tiempo para dedicárselo al estudio de su entorno. Flórez ha elaborado incluso una clasificación propia con más de 120 variedades de setas de los pueblos de Páramo, Villa de Sub y La Focella, y otra con cerca de 150 tipos diferentes de plantas en la zona de Teverga. “En la Vega de Socellares (Teverga), debajo de los Huertos del Diablo, se da una flora muy similar a la de Picos de Europa, con plantas de lo más variopinto”.

Tisanas de ortiga
De la naturaleza ha aprendido a usar las raíces secas del diente de león trituradas con café para los problemas de hígado, las raíces y hojas de la bardana para depurar la piel, a realizar baños de pies y manos con cirigüeña hervida para eliminar los dolores de artritis, y hasta a elaborar tisanas de ortiga para tratar la gota. “La ortiga urticante, la que pica, le da 50.000 vueltas a todas las demás plantas en cuanto a vitaminas y otras propiedades. Reduce el ácido úrico y va muy bien para las enfermedades reumáticas”.
Enrique Flórez elabora también licores artesanales con aquello que encuentra a su alrededor. “He llegado a hacer hasta 15 variedades distintas. Creo que mis preferidos son el de setas y el de carne de escaramujo, que tiene mucho más contenido en vitamina C que un limón o una naranja”.
Fundador de la Asociación Micológica Valles del Trubia, Enrique Flórez comparte en la actualidad sus conocimientos con otras personas colaborando con las catas de la naturaleza de Otoño y Primavera, que organiza el Ayuntamiento de Teverga. “El objetivo de esta iniciativa es que la gente conozca todo aquello que puede aprovechar de la naturaleza”. Las catas, que se celebran dos veces al año, consisten básicamente en recoger plantas que se puedan utilizar desde los puntos de vista culinario y medicinal.

Comentarios:
  1. Javier dice:

    Mis abuelo y mis dos tios nacieron en La Focella. Me alegro mucho de que un hombre que se dedica a tales menesteres, viva en esa querida aldea.

Deje su comentario

La Voz del Trubia