Publicado el: 11 Ene 2017

¡Menos lobos!

Por Casimiro ÁLVAREZ

En una de la primeras cacerías de ésta temporada, celebrada en Páramo, Teverga, dos perros de caza propiedad de Carlos el de Taja, que pasaron las esperas con un rastro de jabalí en dirección al Cuadrazal de Quirós, cuando el propietario acudió a recogerlos, dos horas después, se encontró con que habían sido devorados por los lobos y sólo quedaban las cabezas y los collares.
La perra mastina propiedad de Miguelito y adiestrada para la defensa del ganado, fue devorada en la Mortera de Coañana por los mismos cánidos de pelaje gris, citados anteriormente.
El perro Mastín de Custodio fue zampado igualmente en los montes de Ricabo.
Los pequeños perros de Jesús el de Villamarcel fueron perseguidos por varios lobos hasta su misma vera, llegando al punto de poder fotografiarlos.
También comieron otro mastín en el puerto de Villamarcél y algunos más de Bárzana.
Durante el pasado verano varios perros más para el ganado, de diferentes pueblos de la comarca y que se adentraron en el monte, fueron devorados de la misma manera por los lobos.
Recientemente, en otra cacería en el Coto de Quirós de la cuadrilla de Chema, la perra de caza propiedad de Alejandro de Teverga, fue igualmente devorada por los lobos.
Mientras esto ocurre, un enorme perro, tipo mastín, se ha asociado con una numerosa manada de lobos y, caza a diario con ellos en los montes de Bandujo, en Proaza.


Pero esto no es algo exclusivo de los Valles del Oso. Recientemente los lobos mataron un perro en plena cacería en el puerto del Palo de Pola de Allande y, así en diferentes lugares más de Asturias.
Por otra parte, mientras en el resto de España, incluida la zona central asturiana, el incremento de jabalíes resulta imparable, en Proaza, Quirós y Teverga el descenso de suidos es vertiginoso, tal como hace poco denunciaba el Fapas. Pero no por las razones que ellos aducen, sino porque la mayoría de las camadas formadas por jabatos y sus madres, son cazadas inexorablemente por los lobos; de tal manera que ahora, en la mayor parte de las cacerías se cobran machos adultos bien dotados de colmillos, que les permiten defenderse mejor y, por tanto sobrevivir a las diarias redadas que organizan. El resultado no puede ser más desastroso; la mayoría de los excrementos de lobo contienen pelo de jabalí, el descenso de población es alarmante y, los que sobreviven demuestran una agresividad espeluznante debido al resabiado que les producen la lucha permanente contra los lobos, de tal manera que se han convertido en animales seriamente peligrosos para cazadores y perros de caza, que ocasionan numerosas muertes de los segundos, así como graves y frecuentes acuchillamientos de cazadores. Desde luego la especie más peligrosa del monte. Los lobos en todas las culturas y civilizaciones fueron considerados enemigos ancestrales de los humanos, puesto que eran competidores aventajados en la lucha por la supervivencia alimenticia y, en la mayoría de ocasiones, hurtando con audacia el fruto del trabajo de los hombres. Para combatirlo utilizaron todos los medios a su alcance; trampas con lazos, cepos, etc., armas de fuego, estruendosos ruidos producidos por mazos hidráulicos artesanales, más recientemente aparatos de gas con el mismo fin, alimañeros especializados en la captura de las camadas, pero sobre todo envenenando las presas cazadas, por medio de peligrosísimos productos tóxicos como la estricnina, causante de la extinción de numerosas especies salvajes. Con todas esas medidas, inexorablemente aplicadas durante siglos, resultó imposible exterminar la especie, por lo menos en algunas zonas de la cordillera Cantábrica, como por ejemplo en Somiedo, Cangas de Narcea o en los Valles del Oso. No hace tantos años que en las batidas de jabalí podíamos abatir los lobos que se movieran o, que, cuando producían muchos daños sobre la ganadería de una zona determinada, organizábamos batidas multitudinarias contra ellos. Por el contrario, ahora todas esas medidas están radicalmente prohibidas y, a la vista de todos (ya se sabe que hay algunos ciegos que no quieren ver) están los desastrosos resultados.
¡Menos lobos! es una expresión coloquial, con cierto tono burlesco que sirve para advertir de algo exagerado; sin embargo en los Valles del Oso no es más que un clamor de cazadores y ganaderos, ante un problema de gran envergadura; el desequilibrio de la naturaleza por la equivocada intervención de políticos y funcionarios, que impiden la regulación mediante la caza de tan astuta, fecunda y perniciosa especie, tal como siempre se hizo a lo largo de la historia.
¡Cuando se generalicen de nuevo los venenos en el monte, vendrán las lamentaciones!

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