Publicado el: 25 Ene 2017

La hermana africana de Somiedo

Una pareja de Pola logra impulsar un proyecto que facilita escuela y apoyo a casi dos centenares de niños y niñas que viven en las calles de Karatu, en Tanzania

Su asociación, Matumaini, proyecta mañana dos documentales e inaugura una exposición en el colegio público de Belmonte

Cuentacuentos del actor asturiano David Acera, que estuvo este verano con los niños de Karatu. Al lado, Manuel Galán.

L. S. N./Santo Adriano

Una localidad de raíces rurales, a las puertas de un parque natural y con tradición ganadera. Podría ser Pola de Somiedo pero es Karatu, al pie del parque natural del Serengueti, en Tanzania. Sus realidades no pueden ser más diferentes, pero tienen una fuerte conexión, que ha cumplido diez años: las ong fundadas por Manuel Galán e Inés Zamanillo, economista él y ella médica que viven en Pola de Somiedo, donde tienen un hotel, y que llevan diez años dedicando su creatividad, sus conocimientos y su trabajo a mejorar las condiciones de vida de los niños y niñas que viven en las calles de esa localidad tanzana.
Todo empezó en 2006, cuando ambos trabajaban con una ong sanitaria española. “Nos dimos cuenta de que en los márgenes, en lugares que no se ven desde la carretera por la que pasan los turistas, había grupos de niños que vivían en situación de calle. Es un fenómeno poco usual en el medio rural africano, aunque sí se da más en las grandes ciudades. Detectamos que no tenían acceso a atención sanitaria, y creamos una asociación con dos tanzanos”, explica Manuel Galán. Así nació Mwema, la asociación tanzana, y dos años más tarde vio la luz su hermana asturiana, Matumaini. Ambas son las dos manos de un mismo proyecto que ya cuenta con 13 trabajadores en Tanzania, donde desarrollan nada menos que cinco proyectos. “Tenemos un educador de calle, que se mantiene en contacto directo con los chavales, como una persona de referencia que les puede ayudar y apoyar, si quieren estudiar, si quieren volver a sus casas. Otro proyecto es un centro de acogida con 15 plazas, donde viven hasta están en condiciones de ser autónomos los casos que tienen condiciones familiares más extremas; tenemos una escuela, que atiende a un centenar de niños y niñas. La mitad, aproximadamente, aprenden a leer y escribir, lo que les cuesta unos meses. Luego ofrecemos cursos para reengancharse a la escuela pública, les preparamos para hacer el examen de acceso y tenemos un acuerdo con el Ministerio de Educación. Luego tenemos otros dos proyectos, de sensibilización de la comunidad, que suele rechazar a estos niños y jóvenes como a delincuentes, y también para que las administraciones se hagan cargo de su responsabilidad en la defensa de los derechos de la infancia”, enumera Galán.


A la par, Matumaini (“Esperanza”, en swahili), desarrolla un proyecto educativo en colegios rurales asturianos, donde a través del arte, la música, la pintura y las acrobacias conectan ambas realidades, una experiencia “que permite educar en valores humanistas”.
La asociación cuenta con voluntarios, y el proyecto se financia con las aportaciones de los socios, unos 80, “algunos muy implicados”, y con subvenciones de ayuntamientos como el de Oviedo y la Agencia Asturiana de Cooperación.

Matumaini llevará mañana su proyecto educativo al colegio público de Belmonte, donde inaugurarán con una exposición de poesía social y fotografía y proyectarán dos documentales. La actividad, impulsada por la ong en colaboración con el colegio, el Ayuntamiento y la Agencia Asturiana de Cooperación, se celebrará  a partir de las 12,00 horas. Matumaini, que lleva cuatro años promoviendo modelos educativos críticos y creativos a través del arte en los colegios asturianos, llevará al de Belmonte la exposición de poesía social «Tuote Ndoto: Soñemos» y de fotografía «Tuseme: Contemos» sobre el trabajo que realiza la ONGD en Asturias y Karatu. Posteriormente, los escolares podrán ver dos videoclips-documentales sobre el trabajo que desarrollan al Noroeste de Tanzania: «Hustle» (Lucha) y «Lakini nafurahi»(Pero estoy contento)»en un intento de mostrar, en clave optimista, las duras condiciones de vida de los niños y niñas de Karatu, reflejando su día a día: desde cómo se levantan en las calles, hasta cómo recolectan entre la basura los plásticos y metales que luego venderán al peso», según señala la organización.

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