Publicado el: 01 Feb 2017

[Desde Proaza] El largo viaje en defensa del pueblo

Por Loli GALLEGO

Desde siempre se conocía a Serandi como uno de los pueblos más unidos, pues la colaboración vecinal en cualquier actividad comunitaria, en la mejora o en la defensa de lo que era de todos siempre fue aprobada por sus habitantes; y desde esta reflexión comienza la historia de la defensa de la servidumbre de pastoreo que este pueblo tuvo junto con San Martín y Villamejín en el puerto de las Andrúas.
A mediados del siglo XIX (1858) se reúnen los vecinos y toman la decisión de recurrir la sentencia que en 1842 había fallado la Real Audiencia de Oviedo en la que se restringían algunos derechos sobre la servidumbre de pastar durante todo el año a los vecinos de Serandi.
Eligen como su representante para esta misión al vecino D. Francisco Tuñón y otros señores del pueblo que lo acompañarían. Preparan toda la documentación que tenían en su poder respecto a la citada servidumbre y se ponen en camino, no sabemos si a pie o en caballería, hacia Valladolid, ciudad donde estaba establecida la Real Chancillería, máximo tribunal creado por el rey Enrique II y que podría considerarse hoy como el Tribunal Supremo.
La ruta a recorrer desde Serandi era la conocida como “de invierno” y llegaba al puerto de Ventana.Y había sido el itinerario que recorrió en el siglo VIII el Arca Santa, cuando desde Toledo llegó a Asturias y fue depositada en el Monsacro (Morcín).
Era el camino más recto desde León a Oviedo, y el recorrido era el siguiente: Serandi -Villamejín – Malatería de Yende la Faya – Collada – Santa Ana de Perueño -Aciera, desde aquí a Bárzana, pasando por las Agüeras y Arrojo; de Barzana a Santa Marina de Aguas Mestas y desde allí a Ricabo, pero con parada en Ronderos, donde se encontraba la capilla de la Soberana y un albergue de caminantes.


Al llegar a Ricabo se cogía ya la ruta de Trobaniello, pasando por Bueida, donde había un monas- terio que en su época debió de pertenecer a los Templarios.
Esta sería la parte más dura del camino, pues llegar al boquerón de Ventana, era subir desde los 765 metros en Bueida hasta los 1.587 del puerto.
Los lugares por los que se pasaba eran: Braña de la Fonfría -Vueltas de los Garrafes – Ermita de la Virgen de Trobaniello, con hospedería, que fue construida por haber parado allí el Arca Santa y en honor de la Virgen encontrada por un pastor dentro de un truébano.
Se sigue la ascensión encontrando la Fuente Negra ya muy cerca del alto del puerto. Al llegar al boquerón existía un camino llamado de Agromental, que introduce ya en la Babia leonesa, y entre el alto del puerto y Torre Barrio se encontraba la hospedería de Pornicero que por el camino de San Bartolomé se llegaba a Torre Barrio.


Describir todo este itinerario quizá resulte un poco pesado, pero si no se hace, no podríamos saber el sacrificio que aquellas personas hicieron para defender lo que consideraban el derecho de todo un pueblo. Una vez llegado a tierras leonesas las rutas no fueron tan duras como las recorridas, pues la orografía de la cercana meseta las transforma en caminos reales, más fáciles de andar.
Pasadas las tierras de Babia, por el Camino Real de Pregame que atraviesa el valle del río Luna y los puentes de Miñera y Barrios, se llegaba a León y se entraba en la ciudad cerca del hospital de San Marcos, donde confluían las dos rutas que venían desde Asturias por la Babia, la del Camín Real de la Mesa y la del puerto de Ventana.
Una vez en León se tomaba ya la Cañada Real de León a Valladolid; el viaje se hacía menos penoso, y el pensar que ya estaban cerca del lugar donde se iba a dirimir el pleito les daba ánimo y fuerza moral para saber que tenían la razón de su lado y después de las penurias pasadas en el viaje pudieron entregar a “su Señoría Don Francisco Martínez Guzmán en nombre de Francisco Tuñón, vecino del lugar de Serandi, parroquia de Villamejín, concejo de Proaza, por sí y como apoderado de los demás vecinos” la documentación que aportaban.
El fallo favorable quedó recogido en la sentencia ejecutoria, de una manera firme dictada en 1859. Quedando así demostrado que cuando los pueblos se unen consiguen lo que por derecho les corresponde.
Reitero una vez más el título que dí a esta historia de Serandi desde el principio, la voluntad de un pueblo.

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