Luis Parades enseña sus «historias sumergidas» en vidrio
El creador afincado en Las Regueras mostró su trabajo a los miembros de la asociación «Voces y Bocetos», de Llanera
Su última obra, que ha sido expuesta en París, está inspirada en los pueblos fantasma sumergidos en pantanos
Esther Martínez/Las Regueras
El taller que el creador artístico en vidrio Luis Parades tiene en Las Regueras recibió ayer la visita de una veintena de miembros de la asociación cultural “Voces y Bocetos”, un proyecto autogestionado por vecinos y vecinas de Llanera y alrededores, orientado a promover actividades culturales que van desde las tertulias literarias a la pintura al aire libre, siempre abiertas a toda la comunidad. Entre las asistentes estaban alumnas del pintor Bejamín Menendez y la diseñadora gráfica Brezo Rubín.
La pintora quirosana Gloria Viejo se encargó de organizar la visita al taller de Parades, recién llegado de mostrar su último trabajo, “Historias sumergidas”, en París. Se trata de una colección de piezas de distintos tamaños inspiradas en los pueblos fantasma que han quedado escondidos en el interior de los pantanos. “Dentro de cada pieza hay una historia y cada creador tiene que buscar la forma de contarla que sea distinta a los demás; tener una identidad propia, experimentar y aprender de los errores”.
Los miembros de “Voces y Bocetos” pasaron la tarde conociendo y admirando la forma de trabajar, la herramienta utilizada, la composición de sus creaciones. La frase más repetida durante la visita fue “estas piezas tienen magia”. Hubo quien comparaba las “Historias sumergidas” con la obra de Julio Llamazares, concretamente con la novela “Distintas formas de mirar el agua”, aunque asegura el artesano que hay quien opina que su obra está inspirada en la obra de Andrei Makine, “La mujer que esperaba”.
Lo cierto es que entre el roll-up y el termofundido, la tarde en el taller de Parades, nombre y localidad del “hacedor”, transcurrió recreándose en los microdetalles del cosmos que se perfilan dentro del agua de las esculturas en vidrio de su último proyecto, y las piezas iluminadas que se transforman en gélidas o en incandescentes dependiendo de la sensibilidad e imaginación del observador.
Todo ello aderezado con las anécdotas de sus viajes y exposiciones que le han llevado desde Melbourne a Estrasburgo y en las que consigue colocar sus piezas en Maine, Florida, Nueva York, Líbano o Japón donde se quedó una de las piezas estrella de sus “Historias sumergidas”. Sólo un 10 por ciento o menos de su obra permanece en España.