Publicado el: 31 Dic 2017

Mensaje de fin de año del presidente del Principado de Asturias

Por Javier Fernández

A punto de comenzar el año nuevo, mi deseo sincero de prosperidad para todos los asturianos. Para quienes viven en nuestra tierra y para los que la añoran desde cualquier lugar del mundo. Son fechas señaladas, para los buenos propósitos y para la felicitación. Les hago llegar la mía junto al anhelo de que 2018 les sea propicio en lo personal y en lo colectivo.

Una vez más, en el primer lugar de mis palabras están los casi 78.000 asturianos que se encuentran en paro y ven frustradas sus expectativas. Nos debemos a quienes sufren la angustia de no encontrar un puesto de trabajo. A ellos y a sus familias. Seguir avanzando para consolidar el crecimiento y aumentar el empleo es una obligación del Gobierno, la prioridad de nuestros esfuerzos junto al fortalecimiento de los servicios públicos.

La política debe atender las necesidades del presente, pero también sentar las bases del mañana. Los desafíos para los próximos años están ya a la vista. El Principado tiene tres asuntos clave en el horizonte: la financiación autonómica, la demografía y el porvenir de nuestra industria. De cómo los afrontemos, dependerá el futuro de Asturias.

En el más inmediato, el relativo a la financiación, nos jugamos mucho. Estamos hablando de los recursos que tendrá nuestra comunidad para la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales. Del dinero que habrá para hospitales o para escuelas. Nuestra posición es clara. Rechazamos los privilegios que reclaman algunos territorios. Todos somos ciudadanos de un mismo país. Y  decir ciudadanos es decir iguales. Por eso defendemos que la prestación de los servicios tenga un alto nivel y sea similar en el conjunto de España. Asturias se opondrá, con toda firmeza, a cualquier iniciativa que debilite la garantía constitucional de igualdad.

Con un objetivo a más largo plazo, encaramos el reto de frenar el declive demográfico. Ni nos afecta en exclusiva ni las soluciones son fáciles. Estamos ante un problema con connotaciones sociológicas muy profundas, que hay que analizar en toda su complejidad. Que hay que afrontar con medidas locales, sí. Pero en el que tienen que implicarse con determinación España y Europa. El Gobierno del Principado trabaja en ese triple frente: elaborando un plan autonómico con una década de vigencia, incluyéndolo en la última Conferencia de Presidentes como asunto de Estado e incorporándolo a la agenda de la Europa de las regiones.

Como presidente estoy obligado a tener una posición clara y definida sobre otra cuestión medular para la comunidad: la supervivencia de nuestra fortaleza industrial. Para ello es imprescindible contar con un suministro eléctrico competitivo, estable y predecible. Y ese objetivo no es compatible con el cierre precipitado de las centrales térmicas que integran el polo energético que hoy existe en Asturias.

No seré yo quien diga que no debemos hacer políticas que corrijan el cambio climático, que combatan el calentamiento global. Hablo de que se aborde la transición energética con responsabilidad, evitando errores que deriven en riesgos para la seguridad, continuidad, calidad y costes del suministro. Pido rigor. No demos pasos en falso. Ir más allá de los compromisos adquiridos supondría un inasumible aumento del precio de la electricidad, colocando a nuestra industria en una muy complicada situación.

Tampoco perdamos de vista la amenaza inmediata sobre la minería. 2018 puede ser la fecha para el cierre de las explotaciones de carbón.  El Gobierno de España, tal y como reclamamos Asturias y otras comunidades, debe exigir a la Comisión Europea unas condiciones más flexibles que permitan prolongar la actividad.

Ni voy a mirar para otro lado ni voy a hacer catastrofismo. Únicamente digo que el futuro depende de las decisiones que adoptemos para minimizar nuestras debilidades y potenciar nuestras fortalezas, para neutralizar los riesgos y aprovechar las oportunidades. Tomemos conciencia de la situación, de una realidad que presenta incertidumbres y, a la vez, certezas muy esperanzadoras. Las de los datos que constatan que el Principado va por buen camino y consolida su mejora.

El ritmo de crecimiento de la economía asturiana se ha acelerado en 2017. Acumulamos 50 meses de descenso interanual consecutivo del paro registrado. Lasinversiones anunciadas por las multinacionales radicadas en el Principado son reflejo de una Asturias empresarial fuerte y cualificada. Y esa apuesta por nuestra comunidad ha sido, sin duda, una de las mejores noticias de este año. Se suma a otras que tienen que ver con la buena marcha de las exportaciones, de sectores como el turismo o la capacidad de muchas compañías asturianas para asentarse en mercados mundiales y lograr contratos internacionales de alta exigencia tecnológica.

La Asturias que avanza alejándose de los tópicos se hace reconocible por su potencia industrial en una economía terciarizada, por sus infraestructuras y equipamientos mejorados, por la robustez de sus servicios públicos y por su riqueza natural y cultural. Estas son fortalezas de nuestra comunidad. Sepamos apreciarlas. Son fruto del esfuerzo común y patrimonio de todos los hombres y mujeres de Asturias.

Cerramos un año difícil para España. No puedo obviar lo acontecido en Cataluña, donde por primera vez se ha aplicado un mecanismo constitucional que no tenía como objetivo combatir al independentismo, sino enfrentar una crisis de Estado.

La fractura de Cataluña en dos comunidades definidas por su relación emocional con España ha reforzado el sentimiento unitario del conjunto de los españoles y también ha estimulado el debate sobre una eventual reforma constitucional.

Pero lo inmediato y lo indispensable es que los nacionalistas defiendan sus posiciones en el marco del Estado de Derecho, renunciando a la unilateralidad que llevó a la aplicación del artículo 155.

Finalizo. Asturias es una comunidad orgullosa de su identidad inclusiva y solidaria, que se reconoce a sí misma en los valores de la concordia y la convivencia, que afianza su recuperación económica, sólida en sus derechos sociales y capaz de seguir avanzando por la senda del progreso común. Tengan la certeza de que a esos objetivos seguiré dedicando toda mi determinación, hasta el último minuto del mandato.

Feliz Año Nuevo.

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