Publicado el: 13 Mar 2018

[Entrevista] Emilia Rodríguez: «Ser maestra es una vocación»

«Siempre me he sentido querida en Cueva y en Salas; estoy muy agradecida por el premio Mujer del Año 2018, pero me pone un poco nerviosa»

Emilia Rodríguez Suárez, ‘Mujer de Año 2018’ en Salas/A. P. Feito

Ana Pérez Feito/Salas

Emilia Rodríguez Suárez fue propuesta por la asociación de mujeres, cultural y vecinal Pico de los Gallos para el premio Mujer del Año 2018. El jurado decidió por unanimidad conceder el galardón a esta mujer, de 92 años, maestra jubilada, por su «trayectoria de vida, superando las dificultades de aquellos tiempos». Dicharachera, amable y sonriente, vive en casa de uno de sus hijos y su familia, donde concede esta entrevista. Emilia no lo ha tenido fácil. Para conseguir el título de Bachiller tenía que caminar diariamente 6 kilómetros hasta una academia en Salas. En 1946 se examina de Révalida lo que le permite ingresar en la Universidad y estudiar Magisterio, carrera que estudia por libre y al mismo tiempo imparte clases particulares a niños de familias pudientes de Salas, para conseguir el dinero con el que iba pagándose sus estudios. En 1955 aprueba las oposiciones que le permiten tener una escuela en propiedad, primero en diferentes pueblos de Tineo, hasta que en 1957 por concurso ya se va a la escuela a Cueva (Salas). Recuerda con especial cariño su primer destino en Salas en el que era la maestra de los niños de  «párvulos» y cuenta una pequeña anécdota, entre risas, de un pequeño mostrándole el jersey nuevo que su madre le había comprado.

-Emilia ¿Cómo se encuentra ? 

– Bien, me encuentro bien, tengo salud que es lo importante y para qué me voy a preocupar de lo que pueda ser antes de tiempo, si no, uno no viviría tranquilo. (Sonríe)

-¿Sabe que ha sido elegida Mujer del Año del concejo de Salas? ¿Qué le parece ?

– Estoy muy agradecida, pero estoy nerviosa, lo pienso y me pongo nerviosa pero ante todo quiero agradecérselo a todos.

– ¿Cómo decidió ser maestra ?

– Por vocación, uno tiene que ser maestro por vocación. A mí me gustan muchos los niños, siempre disfrutaba mucho con los más pequeños, cuando llegaban al pueblo familias de paso yo siempre los admitía en la escuela. He tenido alumnos de Argentina, Venezuela, Madrid…

– ¿Cuántos niños ha tenido en sus clases?

– Recuerdo que el primer año, aquí  en Cueva, tenía 37 niños de diferentes edades, lo que me parece bueno porque los pequeños siempre van escuchando y teniendo una base al oír a los mayores y a los mayores les sirve como un repaso diario, escuchar a los pequeños.

-Usted impulsó la construcción de la nueva escuela. ¿Cómo fué?

– Bueno, cuando yo llegué a Cueva vivía en la Rectoral pero la escuela pronto se quedó pequeña y entonces hablé con los padres de los niños para construir una escuela nueva, ninguno se negó, todos colaboraron con sus ayudas para construirla, también hablamos con el Ayuntamiento y con la Inspección.

– ¿Aquí en Cueva conoció a su marido ?

– Sí, y aquí me quedé hasta hoy. Siempre me ha tratado muy bien todo el mundo, nunca he tenido ningún problema con nadie, me he sentido querida, ahora cuando me encuentro con alguno de mis «discípulos»- como Emilia se refiere a sus alumnos-  me saludan con mucho cariño.

Cuenta orgullosa cómo alguno de sus discípulos estudió Magisterio, Químicas o alguna que otra carrera y cómo animaba a los padres para que los niños siguieran estudiando. Tras 34 años siendo «la maestra de Cueva» muchas han sido las generaciones que han pasado por su escuela y en los ojos de Emilia puede apreciarse la pasión con la que ha ejercido esta profesión tan amada para ella durante toda su vida. Próximamente recibirá un homenaje público en la Casa de la Cultura de Salas como reconocimiento a toda su trayectoria vital, tras ser nombrada Mujer del Año 2018 y quizá muchos dirán orgullosos, esa fue mi maestra.

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