La fábrica de armas surtió de campanas a numerosas iglesias de Asturias, desde Quirós a Ujo
Por Carlos URDAMBIDELUS AZA
“Las campanas de la Iglesia Santa Eulalia de Ujo se refundieron en Trubia en el año 1954 para adaptarlas al reloj del campanario”. Con toda seguridad, tanto en Ujo como en Trubia habrá personas que recuerden, incluso mejor que yo, mi afirmación. Aunque nací en el año 1945 en Trubia de donde era mi madre, inmediatamente me trasladaron para Ujo, de donde era y trabajaba mi padre y allí vivimos hasta el año 1953. Precisamente fue en esos años cuando acudíamos los niños (los guajes) a la iglesia a las doce de la mañana de los domingos para la preparación del catecismo, antes de la primera comunión y nos reuníamos en pequeños grupos en torno a una catequista. Excepcionalmente fuimos convocados un sábado a las tres de la tarde para un acto de preparación de la renovación de las promesas del bautismo, que se nos impondría días después por D. Segundo Sierra, que había sido Párroco de Ujo y era en ese momento Arzobispo Coadjutor de Oviedo. A las tres menos cuarto ya estábamos en la puerta de la Iglesia niños y acompañantes esperando la entrada. Por las razones que fueran, se abrió la puerta antes de las tres y algún rumor debí de oír de que teníamos que tocar las campanas y, sin esperar más, me precipité con otros guajes escaleras arriba al coro, donde colgaban las cuerdas de las campanas, que tocamos con muchas ganas. Poco después vimos salir de su casa a D. Donato, el párroco, a quien, a juzgar por su su semblante, no le debió de gustar mucho el anticipo de la llamada, con lo cual, yo preferí ir a jugar al balón en el pedregal de la llera.
A Ujo regresé muy pocas veces, pero conservo buenas amistades de aquellos años y no fue hasta casi sesenta y cinco años después que, coincidiendo con otros pequeños asuntos, comenté con mis amigos César y Leo este recuerdo de las campanas. En cuanto a Trubia mis visitas y pequeñas estancias en vacaciones fueron muchas. Pero de la Fábrica de Armas cualquiera sabe más que yo de sus actividades, solo la conocía de mirar entre los barrotes de su verja cuando pasaba en bicicleta desde Soto hasta Cataluña, trayecto que hacía con frecuencia para llevar encargos a la plaza de abastos, al economato y a otras tiendas donde escuchaba chascarrillos de aquel momento.
A la Fábrica no entré más que una vez, esto ocurrió a mis veinticinco años y lo hice acompañando a un comandante, quien me enseñó la biblioteca que admiré y de reojo quise buscar alguno de los libros famosos que suponía estaría depositados en sus estanterías, pero no pude identificar ninguno de los que tenía referencia y eso que había oído que por ella habían pasado entre otros ilustres, Joseph Louis Proust.
Santa Eulalia de Ujo
“…Había en Ujo en el siglo XII una iglesia dedicada a Santolaya (Santa Eulalia) mártir del sigIo III a la edad de 12 años”.
Entonces existía aquella Iglesia en su honor y fue, en el año 860, cuando el Rey Ordoño I la donó al Obispo de León Fruminio. La iglesia de Santa Eulalia de Ujo actual está considerada como la parroquia que conserva más elementos románicos de todo el concejo, en cuya fachada protegida por un alero hay dos capiteles a cada lado con motivos vegetales, raíces entrelazadas y Daniel en el pozo de los leones.
Destacan en ella por su importancia el ábside y el arco frontal y se encuentra en su interior una lápida del año 921 donde se menciona al niño Velasco, que fue descubierta junto a otras sepulturas, tras unas excavaciones efectuadas en el año 1956. Todos estos elementos proceden de la reubicación del templo original del siglo XII, el cual estaba orientado en sentido Oeste-Este, pero con el cambio realizado en el año 1922 para responder a las necesidades del trazado del ferrocarril de Hullera Española, se reorientó la Iglesia actual en un giro en sentido Norte-Sur y por Real Orden del 23 de Junio de 1923, el rey Alfonso XIII declaró al nuevo templo de Ujo, Monumento Nacional Histórico-Artístico.
Entre mis recuerdos de infancia, guardo en la memoria la puerta exterior que daba a la sacristía y en cuya escalinata hacíamos cola en Semana Santa para recoger una botella de agua bendita. A estos recuerdos añado que en el interior de la iglesia existía un púlpito y otros ornamentos como se puede ver en el inventario que realizó el párroco Don Donato. Pero sobre todo yo fijaba mi atención en el crismón, considerado como un símbolo representativo del románico, que estaba situado en el frente del altar, y ahora creo reconocerlo en la parte alta de la pared principal, detrás del nuevo altar. Imagen actual de la escalera de acceso a la sacristía.
Las campanas
En el desarrollo de su memoria, D. Donato ensalza la labor de su predecesor D. Segundo, efectuada entre los años 1938 a 1943, y recuerda como en esos años se compró la campana grande y el reloj de pared. Asímismo, al pormenorizar su labor año a año, recuerda como en el 1952 por su indicación se refundieron dos campanas y se construyó otra para el nuevo reloj.
La campana se considera como un instrumento musical de percusión en forma de copa invertida, que se hace sonar por la acción de un badajo o martillo. Inicialmente se usó el hierro para su construcción, luego se pasó en el siglo VII y VIII a la fundición en bronce, aunque en determinados periodos se recurrió al acero ante la dificultad de conseguir bronce. Así se sabe que en Inglaterra en el siglo XIX por economía respecto al bronce, se empleó el acero para las campanas de los templos, pero esto se dejó de hacer a partir de los años 1870.
Las primitivas iglesias no tendrían campanas pero sí campanarios. La campana más antigua de Asturias y una de las más importantes de España, es la Wamba ubicada en la Torre de la Catedral de Oviedo y que fue fundida en el año 1219. Según la documentación de D. Joaquín Manzanares (“Las campanas de Asturias” Boletín del Instituto de Estudios Asturianos año 11 nº 31 Oviedo 26 de enero de 1957), vemos cómo describe cien campanas de las iglesias asturianas desde el año 1023 hasta el 1893, pero no hace mención a su existencia en la antigua Iglesia de Santa Eulalia de Ujo.
El proceso de fundición, moldeado, diseño e inscripciones de campanas lo encontramos descrito de manera pormenorizada por D. José Luis Suárez González (Reguera Bernaldo) en su publicación del año 2006 en el Boletín de Estudios Asturianos nº 167, con el título “Las campanas de acero moldeado fundidas en Trubia” y en su apartado “Apuntes históricos sobre la Fábrica de Trubia”, nos recuerda que «la fabricación de campanas en Trubia pudiera decirse que, ni se remonta a la época medieval, ni constituyó una especialización dentro de la extraordinaria variedad de piezas fundidas destinadas a la construcción de artillería de todos los calibres y a petición de la industria privada».
A esto solo quiero añadir que, como es bien sabido, se fundieron también en Trubia hermosas obras de arte y como ejemplo citamos la primera escultura fundida allí, que fue el busto de la reina Isabel II, obra de Francisco Pérez del Valle en el año 1840 y que se instaló en el patio central de la Universidad de Oviedo. Es curioso también recordar que se promulgó otra Real Orden del mes de marzo del año 1882, no hecha pública inicialmente por la dirección de la fábrica y cuyo contenido e intenciones se desvelaron después, y se trataba de una decisión de prohibir la fabricación de acero en la Fábrica de Artillería de Trubia, e incluso se afirmaba que el Taller de Aceros era de poca importancia y se proponía su cierre.
Estas afirmaciones están recogidas en un trabajo de hondo contenido titulado “La Fábrica de Trubia. Cuestión de actualidad” Revista de Asturias. Vicente Brid. Marzo 1882. Por lo que acabamos de describir es evidente que la fundición en acero pasó por dificultades, aunque en la publicación de Reguera Bernaldo nos relata de forma clara y amena, como bastantes años después, debido a la carestía y escasez del bronce en los años de la posguerra y ante la presión de los párrocos que querían reponer las campanas de bronce, que habían sido retiradas anteriormente de sus iglesias para ser fundidas con fines bélicos.
Nos recuerda Reguera Bernaldo cómo sus familiares, los maestros fundidores, el capitán del Cuerpo de Ayudantes de Ingenieros de Armamento y Construcción, D. Angel Menéndez Menéndez y su hijo Teófilo decidieron fundir campanas en acero. En el curso de la misma publicación, refiere la imposibilidad de localizar el oficio con la orden y su número, tanto de fundición de la primera campana como de las. sucesivas, por lo que tampoco se pudo conocer el peticionario, su destino, el nombre del fundidor y otros detalles.
En su defecto, este autor consiguió detectar en el año 1975 en la iglesia de Santa María del Valle en el Concejo de Candamo la presencia de dos campanas de acero y posteriormente otra más, la menor de la parroquia de Casares en Quirós que fue localizada en el año 2002, y se confirmó sin lugar a dudas, su procedencia de fabricación en Trubia, por la presencia de la Cruz de la Victoria en la parte central de la campana que era la simbología de identidad de las campanas allí fundidas (Campanas de las iglesias de Candamo y Quirós. Autor Reguera Bernardo).
Decíamos al inicio de éste artículo que las campanas de la Iglesia de Santa Eulalia de Ujo procedían de Trubia , esto era una corazonada basada en la transmisión oral. Ahora invito a que se comparen las imágenes de las campanas presentadas en el artículo que citamos, la de Candamo y la de Quirós y comparémoslas con las fotografías tomadas de las campanas de la Iglesia de Ujo (gentileza de Leo Sáez) y verán que son idénticas y corresponden todas ellas a lo que se describe como trazado de Zammimer
La confirmación de que las campanas están fundidas en acero es la prueba del imán, pero en nuestro caso excusamos de ello, porque la comparación de las imágenes y la opinión de D. José Luis Suárez González nos reafirman en el convencimiento de que la campana del reloj de Ujo que hemos identificado en el 2018 es una más de las de acero fundida en Trubia. Así pues, en Ujo ahora hay tres campanas, dos de bronce, la mayor fundida en Madrid por petición de D. Segundo y la otra, más pequeña, de la época de D. Donato, refundida con dos en Trubia en la misma fecha que fue comprada la de hierro para el reloj en el año 1954.
He querido localizar otras campanas solicitando los oficios al Archivo General de Defensa de Madrid, ya que se trasladaron recientemente todos los documentos que estaban en Trubia, pero me indicaron la imposibilidad de obtenerlos debido a que todavía no se habían digitalizado. Lejos de defraudarme, lo comprendo, y repito los elogios a los archivos que hace D. Luis Adaro Ruíz Falcó quien en su trabajo “Los comienzos de las fábricas de municiones Gruesas de Trubia y de Armas de Oviedo, 1792-1799”. Boletín del Instituto de Estudios Nº 118, Mayo 1986. Donde describe de forma emotiva: “…Sabía por habérmelo indicado los bibliotecarios de la Sala de Investigación de Simancas, que muchos archivos que estaba examinando se habían abierto en muy contadas ocasiones y otra parte de ellos nunca” y sigue su descripción añadiendo: “…finalmente en uno de los legajos se encontraba la extensión que necesitaba, PLANO DE LAS OFICINAS EDIFICIOS Y DEMAS OBRAS NECESARIAS PARA PLANTEAR LA FABRICA DE MUNICIONES SOBRE LAS AGUAS DEL RIO TRUBIA”.
Y concluye con estas reflexiones: “He invertido en esta labor aproximadamente unos veinte años. Verdaderamente me he dado cuenta que nuestros archivos son excelentes y que con constancia se puede encontrar en ellos toda la historia de España”. Es admirable su tesón, pese a ello yo declino por edad y capacidad, la posibilidad de localizar los oficios alusivos a la campanas fundidas en acero en Trubia.
El reloj
Así vemos como la campana era para el reloj que adorna la iglesia de Santa Eulalia en su fachada principal. En la Iglesia de Ujo anteriormente no hubo reloj, tras la reconstrucción se dejó un lugar reservado para él con una esfera de cristal. Solo había un reloj de pared situado en el altar mayor (Leo Sáez). El primer reloj llegó en el año 1953, se trataba de una maquinaria fabricada en 1886 por la firma francesa Prost Fréres Francis-Paget Moretz de Jura, destinada al Ayuntamineto de Mieres y que posteriormente fue sustituido en el año 1903 por otro reloj fabricado por la firma palentina del relojero Moisés Díaz.
La maquinaria francesa permaneció almacenada en Mieres durante cincuenta años cuando en el 53 fue cedida a la Iglesia de Ujo coincidiendo con la fundición de las campanas de Trubia. Posteriormente se sustituyeron por nuevas sonerías y la maquinaria estuvo en el coro hasta que definitivamnete en el año 2016 fue reclamada por el Ayuntamiento de Mieres y devuelta atendiendo la petición de la Asociación Cultural Santa Barbara.
Actualmente para suplir las deficiencias del penúltimo reloj, se adquirió en el año 2017 uno nuevo de maquinaria electrónica. La dificultad de mantener estos relojes antiguos estriba en que requieren un mantenimiento cuidadoso y la sustitución o arreglo de alguna de sus piezas, ya que dadas sus características no resulta sencillo, además se necesita dar cuerda al menos dos veces a la semana, cosa difícil en la actualidad porque quedan pocos técnicos que se ocupen de este trabajo, y ello trae como consecuencia que, conservando la esfera, la maquinaria se sustituya, en muchas ocasiones, por una electrónica que controla, regula y sintoniza el funcionamiento de campanas y relojes, aunque por más avanzada que sea, no sustituye en su belleza a la maquinaria tradicional.
Es evidente que el primitivo templo románico de Santa Eulalia no tenía reloj, ni tampoco campanas, como se puede apreciar en la relación de las cien campanas de Asturias descritas por D. Joaquin Manzanares Rodríguez desde el año 1023 hasta 1893. Por estas inquietudes, hace pocas fechas subí al campanario de la iglesia de San Lorenzo de Sevilla, acompañando al relojero que hace el mantenimiento de un reloj de la misma marca que el de Ujo, y comprobé como le daba cuerda con dos manivelas, cosa que hace dos veces a la semana como relojero del Ayuntamiento y es un trabajo duro, mientras el relojero daba las vueltas yo sujetaba la puerta de la vitrina en lo alto. Después el relojero haría un recorrido por distintas Iglesias de la ciudad.
Para quien subscribe bastaría a modo de finalización decir eso de “oíste campanas y no sabes donde”, pero la importancia del tema merece cerrar este artículo recurriendo a las conclusiones con las que el insigne D. Joaquín Manzanares finalizó su trabajo “Las campanas de Asturias”: “Campanas entrañables de nuestra torre, campanas queridas de Oviedo que habéis arrullado mis amaneceres desde la infancia; campanitas de Asturias que ahora, en cualquier lugar de mi tierra natal, perfumáis el paisaje causándome siempre la profundísima delicia de la emoción religiosa: campanas de toda la cristiandad que sonáis en acordes unidad de alabanza al Todopoderoso, recibid, en homenaje fervoroso, mi deseo de que el incienso de vuestro sonido pueda siempre ser libremente elevado al cielo, por doquier, y conservadme la esperanza de que, en el día de mi muerte, alguna de entre vosotras se recuerde de hacer sonar su voz en oración por mis innumerables pecados”.
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