Publicado el: 19 Oct 2019

La reina del fitness

La Infanta Leonor ofreció un elogio de asturianía, brillante, un soplo de aire fresco

Letizia parece destinar su tiempo a reinar… y entrenar

La Reina Letizia, en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo/ Manuel del Sol

 

Por Manolo JIMÉNEZ

La reciente edición de los Premios Princesa deja un triángulo escaleno con forma de mujer. Un discurso conjugado en femenino plural por la Infanta Leonor, quien ofreció más que un discurso un elogio de asturianía, brillante no por chovinismo patrio sino por demostrar al mundo que la tradición y el protocolo no deberían estar reñidos con el sentimiento más sincero. Un soplo de aire fresco que acarició a los presentes cuando la niña dedicó parte de su intervención a la Reina emérita, icono contemporáneo del savoir faire, cuya relación con la actual consorte, tercer polo de este triángulo, parece haberse deteriorado definitivamente. Tras el desencuentro entre ambas en la Catedral de Mallorca el pasado agosto nada ha vuelto a ser lo mismo en esa familia. Un hecho palpable en Oviedo, dado que según fuentes de la comarca que asistieron al concierto de los Premios en el Auditorio, Doña Sofía ha asumido su rol: un papel secundario como cabría esperar. Ceder el paso a quien un día marcaste el camino no deja de ser una ironía del destino, y no por esperada ha sido menos áspera esa transición de poderes puesto que los partidarios de la antigua reina se retuercen de impotencia ante determinadas actitudes de quien ha tomado el relevo. En cualquier caso no es de extrañar este choque de trenes. Pocos perfiles son más antitéticos. Una hizo suya aquella máxima: menos es más  y la discreción es un arte; otra pareció necesitar desde el primer día reforzar su identidad por encima incluso de la propia monarquía (empezó fuerte mandando callar a Don Felipe en su puesta de largo como Princesa). En una la armonía fluye, todo parece innato y natural. En otra por mucho que haya mejorado a base de esfuerzo parece existir una pieza que no encaja. Tampoco ayuda mucho la imagen que  proyecta. Mientras la abuela opta por diseños clásicos y prudentes más propios de la realeza Su Majestad deslumbra (en ocasiones cegadoramente) con un total look mas sofisticado y atrevido. Muy comentado ha sido el estilismo elegido para presidir el XXVIII concierto que lleva su nombre, no por haber escogido por primera vez plumas para su conjunto formado por un pantalón  y un corsé rosa de la firma Segunda Piel sino por lo que dejaba ver su palabra de honor a los presentes: una musculatura un tanto obscena. Uno que se dedica profesionalmente al sector de la salud y el deporte puede reconocer un cuerpo entrenado a conciencia. Y cuando decimos a conciencia hablamos de entrenamientos diarios de sesiones de más de dos horas de quema de grasa y fortalecimiento muscular junto con dietas propias de deportistas de élite. Véase en la foto el hombro de la protagonista, un  músculo deltoides,  más propio de una aspirante a una competición profesional que de una soberana. Dicho en otras palabras, Letizia parece destinar su tiempo a reinar… y a entrenar.

A la hora de mantener un equilibrio entre el esfuerzo y la salud de mis clientes suelo pedir consejo profesional a especialistas en traumatología y fisioterapia con quienes colaboro activamente. En relación al estado de forma de nuestra reina su análisis resultó concluyente: “Manolo,  eso se llama vigorexia”.

No quisiera ser cruel ni injusto, puede que estemos tocando de oído y haciendo un análisis muy somero cuando hablamos de una posible alteración tan seria en nuestra monarca, máxime cuando el doctor que lo afirma ni ha examinado el  supuesto caso con detenimiento, ni quiere revelar su identidad (con la monarquía hemos topado). De lo que no hay duda es de que a veces hay que elegir entre ser reina y ser uno mismo, y en este sentido todo apunta a que la reina éso lo tiene meridianamente claro.

Doña Letizia, en el concierto de los Premios Princesa de Asturias/ Manuel del Sol

 

 

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