Publicado el: 09 Mar 2020

Mujeres con mando en la mina de Boinás

Una ingeniera, una topógrafa y una administrativa relatan cómo es trabajar en la minería, un sector laboral muy masculinizado: “lo importante es sacar adelante el trabajo”

Lorena Campos, Begoña Fernández y Lucía Alonso

L. S. Naveros/ Belmonte
Lorena Campos es jefa del área de Transporte, Relleno y Sala de Control de la mina de oro de Boinás, en Belmonte de Miranda. Esta lenense con abuelo minero, ingeniera de Minas, tiene bajo su mando a 65 personas, entre ellos a los técnicos de la sala de control, el cerebro del funcionamiento diario de la mina. Son como los controladores de aeropuerto, tienen que saber qué pasa en cada momento en la inmensa mole subterránea que es la mina (baste decir que la profundidad, desde la cota cero a la bocamina, supera los 400 metros, y el recorrido en coche por el interior es de unos 6 kilómetros). Son además los encargados de reaccionar ante cualquier emergencia. Su puesto, al que promocionó recientemente, requiere claridad mental, atención a los detalles y sangre fría. “La elegimos entre otros candidatos hombres porque nos pareció la persona más adecuada para el puesto”, apunta la directora de Recursos Humanos de la empresa, también mujer, la abogada Cristina Orejas. Ella misma es ejemplo de los retos que afrontan las mujeres en su vida laboral: fue madre hace 14 meses y le tocó sacar adelante la compleja negociación del convenio colectivo en pleno proceso de su maternidad. Un maratón que la llevó a coger la baja maternal cuando ya había salido de cuentas, agotando plazos y afrontando el reto físico de ser madre como la que se hace alpinista. “Cogí un entrenador personal y me sirvió muchísimo para estar en buena forma cuando lo necesité”, relata esta abogada, que dejó su carrera como letrada en ejercicio en Barcelona para incorporarse a Orovalle en 2017. Una de sus primeras reuniones la mantuvo con el decano de la Escuela de Minas. “Quería saber de primera mano la situación de los nuevos titulados. Son carreras muy masculinizadas, sólo un 12 por ciento son mujeres”. Es el mismo porcentaje que hay en la plantilla de Orovalle, que cuenta con 480 trabajadores, de los que 57 son mujeres. “A la hora de seleccionar el personal tenemos en cuenta el talento y los perfiles profesionales, obviando el sexo. No se tiene en cuenta si son mujeres en una edad que hace que sean probables las bajas por maternidad”, destaca Orejas.
Las mujeres están además en todo tipo de trabajos, no sólo en los considerados tradicionalmente más femeninos. Desde la directora general de Orovalle, Nuria Fernández, a puestos en Administración, como el de Begoña Fernández, que trabaja en el área de contabilidad y facturación. Con residencia en Grado y un hijo de 15 años, Begoña es una de las personas que más tiempo lleva vinculada a la mina. “He pasado aquí toda mi vida profesional, primero con la anterior empresa y ahora ya diez años con ésta”. También al frente de secciones como la de Metalurgia, una de las más delicadas del proceso de extracción del oro, que está a cargo de Laura Garrido, ingeniera química, actualmente vive en Selviella (Belmonte de Miranda), pero es originaria de Oviedo. Empezó a trabajar en Orovalle en junio de 2016 como operadora de la planta de tratamiento y accedió a la jefatura por promoción interna.
En las entrañas de la mina se mueve Lucía Alonso. Ingeniera topógrafa, comenzó a trabajar como ayudante, y el año pasado promociono a topógrafa. Su trabajo consiste en establecer sobre el terreno por dónde debe seguir avanzando la explotación. Van en parejas, un topógrafo y un ayudante. “Primero fui ayudante, y el compañero con el trabajé me enseñó el oficio en la práctica, nunca tuve ningún problema. Ahora tengo a un compañero varón como ayudante, y también es muy buena la relación profesional”, destaca Lucía.

“No se les caen los anillos”
Para la jefa de recursos humanos,Cristina Orejas, si algo diferencia a estas trabajadoras es “que no se les caen los anillos” a la hora de afrontar sus empleos. “Muchas entraron con puestos por debajo de su titulación, y ascendieron por promoción interna”. Algunas, no todas, son madres, “y creemos que eso es un plus. Las madres son multitarea, podemos decir, desarrollan normalmente capacidades de organización y de gestión que son muy positivas. Para las trabajadoras, una de las ventajas es la estabilidad. “Yo trabajaba en túneles y taludes, y nunca sabía dónde iba a estar mi trabajo. Poder estar en tu casa y no de acá para allá es un lujo”, destaca Lorena. La contratación en la empresa es además indefinida una vez se supera el periodo de prueba, salvo para cubrir bajas, una política de personal que Orejas defiende: “la estabilidad da seguridad”.

Comentarios:
  1. Pedro dice:

    Pa esquilmar lo que ye de toos en beneficiu d’una empresa privada estranxera nun faen falta muyeres.

    Pena que tovía esistan visiones así del «feminismu» anque por suerte vayan siendo minoritaries y el feminismu siga avanzando pola igualdá real pa toes.

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