Publicado el: 18 Jun 2020

Los ganaderos de Valle del Lago culpan al alcalde del conflicto

La Junta vecinal acusa al Ayuntamiento de conceder licencias de pastos «arbitrarias e injustas», y anuncia que recurrirá la sentencia que dio la razón al joven al que hace unas semanas le desaparecieron 25 vacas

Las vacas del ganadero cuya licencia de pastos cuestiona la Junta de Valle del Lago, que aparecieron en el límite con Teverga

Redacción/Grado

La Junta Ganadera de Valle de Lago rechaza que el conflicto por el uso de los pastos comunales se deba a «un conflicto entre ganaderos» y responsabiliza al alcalde de Somiedo, Belarmino Fernández Fervienza, por «conceder licencias de pastos arbitrarias e injustas». La junta vecinal ha anunciado que recurrirá la sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 4 de Oviedo que dio la razón al Ayuntamiento y al ganadero afectado, al que hace unas semanas le desaparecieron 25 vacas, que fueron localizadas días después a unos 30 kilómetros, en el límite del concejo.

La Junta Ganadera ha hecho público un comunicado en el que anuncia que recurrirá la sentencia, y que además planteará otro pleito por la concesión de licencias de este año. «Somos los vecinos los que hacemos al alcalde un llamamiento a a legalidad, para que cumpla con lo dispuesto en la Ordenanza Municipal de Pastos en lugar de generar conflictos innecesarios. Los vecinos de Valle de Lago no tienen ningún conflicto ni controversia con ningún ganadero, sino con la forma de actuar del Ayuntamiento a la hora de conceder las licencias de pastos de forma injusta y arbitraria», señalan los vecinos, que insisten en que el joven ganadero de la polémica no reside seis meses y un día en Valle de Lago, por lo que sostienen que incumple la ordenanza. Respecto al reparto de pastos de este año, denuncian que «en esta ocasión, el Alcalde ha llegado aún más lejos al conceder licencias a un mismo ganadero para El Valle de Lago y para la Parroquia Rural de Saliencia, resultando de todo punto imposible que pueda cumplir los requisitos exigidos por la Ordenanza municipal para ser beneficiario de dichas licencias en
ambos lugares simultáneamente, puesto que entre dichos requisitos se encuentran el de estar empadronado y residir,  cuestión que obviamente no puede suceder en dos sitios al mismo tiempo».
La Junta Ganadera de Valle de Lago concluye afirmando que no tienen «prejuicios ni controversias con ningún ganadero, y de hecho han sido varios los casos en que jóvenes ganaderos se han afincado y residen en Valle de Lago y no han tenido ningún problema a la hora de obtener de forma lícita sus respectivas licencias de pastos», pero que sostienen una «radical oposición a que se concedan licencias a personas que no cumplan los requisitos establecidos por la Ordenanza Reguladora de Pastos de Somiedo, con independencia absoluta de quiénes sean las personas en cada caso concreto, sobre todo porque el Ayuntamiento, con el Alcalde a la cabeza, debe ser quien vele por la correcta aplicación de la Ordenanza en lugar de generar controversias que después atribuye injustamente a los ganaderos que únicamente son las víctimas de la actuación municipal».

Comentarios:
  1. Observador dice:

    No sé si este puede ser el caso o no. Desconozco los hechos y desconozco la realidad social y el contexto de este asunto, pero la lectura de este tipo de noticias me lleva siempre a recordar algo que sí me ha enseñado la vida de forma reiterada y tozuda: obligaciones y compromisos rara vez son compatibles.

    En la mayoría de las ocasiones intentar simultanear ambas resulta un ejercicio de puro funambulismo que conlleva, de forma inevitable, una alta frecuencia de caidas. Caídas sin consecuencias en la mayoría de las ocasiones por la acción redentora de las redes protectoras que cubren la jaula de los leones.

    El problema surge en las contadas ocasiones en las que falla la red y el funambulista acaba a merced de esas fieras, famélicas la mayoría de las veces.

    Suelen ser estos los momentos en los que se desbordan los torrentes de lágrimas, y cuando el coro de las lamentaciones entona el «si hubiera».

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