OPINIÓN: ¿Qué ocurre con Feve?

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900px-Estación_Trubia_-_Andenes¿Está detrás del mal funcionamiento de los trenes la sombra de la privatización del transporte ferroviario? 

Melchor León

Si fuéramos  malpensados nos parecería que el cúmulo de retrasos, suspensiones de servicios, subida de precios  y otras irregularidades que estamos viviendo los usuarios de FEVE en Trubia en los últimos meses,  tiene algo que ver con la veda libre a las privatizaciones de los transportes públicos que se abrió tras la liberalización del transporte ferroviario para pasajeros meses atrás por parte del Gobierno de Rajoy.

Sería un argumento de peso para favorecer la privatización de Feve decir que funciona mal, que hay una mala gestión, generar desconfianza en los usuarios para que luego se diga ¡vamos a dar la gestión a una empresa privada que seguro que lo hace mejor!

Afortunadamente hay ejemplos de otros ferrocarriles  que se privatizaron y finalmente tuvieron que rectificar ante el caos originado. Ahí tenemos el ejemplo de los ferrocarriles británicos o argentinos, que finalmente tuvieron que volver a ser nacionalizados.

La argumentación de que privatizando, además de mejorar los servicios,  se abaratarán los costes es también falaz. Allí donde se ha producido la privatización no sólo no se han abaratado los billetes, sino éstos han  aumentado de precio. A ello hay que añadir supresión de líneas no rentables, empeoramiento de la calidad en el servicio y la disminución de la seguridad, además de recortes en el empleo y las condiciones laborales del personal ferroviario.

Mientras en otros países europeos se apuesta por el transporte público, eficiente y de calidad (véase  la SNCF en Francia o la DB en Alemania). aquí vamos en la dirección opuesta.  El Gobierno prefiere el desmantelamiento de todos los servicios públicos, y ahora le toca al transporte público ferroviario.

Lo que está ocurriendo en Trubia no es algo aislado, sino habitual en otras localidades asturianas. Y lo peor es que además no hay explicaciones a los usuarios. Los empleados no saben qué contestar, no hay notas avisando de suspensiones ni de sus razones y todo depende de la arbitrariedad de los de arriba. No olvidemos que el transporte es un servicio público que se mide por criterios de utilidad social y no de mercado.

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