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[Tribuna] Lucecitas Rojas

Inicio @ Tribuna [Tribuna] Lucecitas Rojas

Por Aurora de Burgos

El futuro ha llegado a los pueblos, pero no en la en forma de un extraterrestre vestido con un esquijama, ni con coches capaces de desplazarse a medio metro del suelo, ni con robots que nos hagan la comida. El futuro ha llegado en forma de lucecitas rojas que parpadean en todas las fachadas.

Cae un rayo, zas, se apagan las farolas públicas, pero el que ande por los caminos del valle podrá guiarse por las lucecitas rojas que avisan de que hay alguien que siempre vela por nosotros: la compañía eléctrica. Puede ser que todos tus familiares te hayan abandonado, que tengas que lidiar en soledad con tus gallinas, la leña, el huerto; que veas que se acerca cada vez más el momento de tener que mudarte al geriátrico (los que tengan pensión para darse esos miserables lujos, o caigan en las manos de alguna asistente social con iniciativa), pero, oh avejentado habitante del medio rural asturiano, puedes dormir tranquilo, porque no estás solo. En la fachada de tu casa una lucecita roja, que parece puesta por algún benefactor navideño, significa que hay alguien que no te olvida, y que siempre te tiene presente, el cobrador de la electricidad, que ha decidido que no puede prescindir ni un solo momento de ti, no puede olvidarte ni por un instante, y por eso ha ido colocando en todas las casas, una por una, esas lucecitas que le hablan de cuándo cocinas, de cuándo ves la televisión, hasta de cuándo pasas una mala noche: tu factura de la luz a distancia va registrando tu vida. Primero nos dijeron que lo mejor del mundo era una vitrocerámica. La clave estaba en que no había que fregar los fogones, acumuladores naturales de roña que tanta ginmasia obligaron a hacer a nuestras madres.
Después, a muchos les convencieron de que la cocina de leña era un foco de suciedad y de trabajo, un signo viejuno, algo destinado a que se lo lleve el chatarrero. Después, ya con la soga al cuello, han tirado del hilo, subiendo y subiendo la factura de la luz, hasta crear un nuevo nombre para la pobreza: “pobreza energética”. Y ahora, nos colocan esas lucecitas rojas, para que todos seamos conscientes de que somos parte de una comunidad: la comunidad que les paga.

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