
LA II RUTA LAS REGUERAS-TORRESTÍO RINDE HOMENAJE A LAS FAMILIAS QUE DESDE HACE SIGLOS Y TODAS LAS PRIMAVERAS INICIABAN CON SUS ANIMALES Y ENSERES LA ALZADA A PIE A LOS PUERTOS LEONESES
Desde hoy y hasta el domingo se va a realizar la “II Ruta Vaqueros de Alzada: Las Regueras-Torrestío”, que atraviesa los concejos de Proaza y Teverga, en las modalidades: a pie, a caballo y en coche. La recuperación de la ruta vaqueros de alzada (en Teverga vaqueiros) Las Regueras-Torrestío se inició el año pasado con ocasión del centenario del edificio del Ayuntamiento de Santo Emiliano (León) para rendir homenaje a aquellas familias que durante siglos y cada primavera iniciaban con sus animales y enseres la alzada a pie, partiendo de los concejos del centro de Asturias, hasta llegar a los puertos de Torrestío (Santo Emiliano). Allí pasaban el verano aprovechando los fértiles pastos y recogiendo las cosechas de su casería de arriba, antes de volver a trashumar a la residencia de invierno en cuanto las nieves otoñales hacían su aparición. Dicha trashumancia estacional, marcada por la doble residencia, en la morada de verano y en la de invierno -las marinas, así denominada porque los lugares donde pasaban el invierno estaban cercanos a la costa – dio lugar a un modo de vida específico, a una economía agrícola y ganadera de autoabastecimiento, en ocasiones apoyada por ingresos provenientes de la venta de alguno de sus productos (la cercanía a poblaciones importantes como Oviedo y Gijón facilitaba el pequeño comercio). La arriería y la práctica de oficios como la curandería, castración de animales, etc. eran también fuente de ingresos para algunas familias. Si a esas circunstancias añadimos que Torrestío en el siglo XVIII era el pueblo con mayor número de habitantes de Babia de Yuso, con administración propia, jueces y cárcel, no es de extrañar que los vaqueros de Torrestío posean unas señas de identidad que los hacen diferentes de sus convecinos. Estas señas de identidad, históricamente reforzadas con lazos matrimoniales que dieron lugar a una cierta endogamia grupal, consolidaron un fuerte sentimiento de pertenencia y apoyo que aún pervive en generaciones que nunca trashumaron. Prueba de ello es la respuesta ante el fallecimiento de algún vaquero descendiente de Torrestío.
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