Publicado el: 13 Jun 2016

El ganado trashumante regresa a los pastos de la comarca

Durante este mes llegan las vacas que permanecieron durante el invierno en tierras extremeñas

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Beatriz Álvarez / Quirós

Al término de la primavera, la vuelta del ganado desde los pastos extremeños se ha convertido ya en una tradición. Junto al que ha permanecido estabulado o en las fincas próximas a nuestras aldeas para favorecer su atención y cuidado, ejemplo de pequeña explotación, cada vez es más frecuente ver llegar cientos de cabezas de ganado que cumpliendo una tradición milenaria en España retornan a su lugar de origen. Bajan a Extremadura en noviembre y vuelven a finales de mayo o principios de junio dependiendo de cómo haya sido la climatología.

La trashumancia o movimiento estacional del ganado en busca de mejores pastos y agua es un sistema que se practica desde la cordillera Cantábrica hacia la Meseta desde hace varios milenios, también en sentido contrario. Así Roberto F. Osorio, cronista oficial de Quirós, cuenta que ya en el Catastro de Ensenada en el siglo XVIII hay documentos que mencionan la presencia de ovejas merinas del monasterio de El Escorial en el Puerto de Socel.lares perteneciente a la parroquia de Ricao y en los pastos de Cueva Palacio del Coto de L.lindes. Si bien es cierto que el ganado se movió siempre desde las aldeas a los pastos de montaña, la actual fórmula trashumante no era frecuente en esta zona de Asturias hasta hace unos treinta años. Extremadura, sin embargo, sí ha sido históricamente receptora de ganado del Norte, no en vano allí acaban seis de las diez cañadas reales más importantes que hoy están en desuso porque el transporte se hace por carretera. Eran ovejas las que llegaban a sus pastos y no vacas. En la actualidad la dehesa extremeña se puebla de Asturiana de los Valles, una raza norteña de milenaria que ha encontrado allí su segunda casa.

Osorio relata que en la segunda mitad del siglo XX en el pueblo de Bermiego llegó a haber hasta 84 ganaderos y en el pueblo de Ricao más de quinientas cabezas de ganado. La realidad actual no tiene nada que ver con esto. El cambio en el modelo de explotación y la desaparición del concepto tradicional de ganadería, las exigencias impuestas desde Bruselas por la UE y la modernización del sector llevaron a nuestras vacas a los pastos extremeños. La pequeña explotación familiar de media docena de cabezas de ganado ha dado paso en la actualidad a una ganadería extensiva que es empresa y funciona como tal. Al frente gente, joven y preparada, dispuesta a adaptarse a los cambios, que encaja dentro del concepto de empresario. Al crecer las ganaderías se presentan unas exigencias de espacio y pastos nuevas a las que no se podía dar solución desde los concejos de la comarca. En relación al espacio, las cuadras empezaron a quedarse pequeñas y había naves sí, pero no para todos. Y respecto a los pastos, el despoblamiento de los concejos de la comarca y el abandono de las fincas hace inviable la recuperación de los mismos con las técnicas de nuestros abuelos. Hoy recuperar pastos con fuego sería prácticamente un suicidio dado el estado de abandono de nuestros montes. Estas circunstancias, abandono de pastos, ausencia de pastoreo tradicional y el tipo de parcelas existentes de diminuto tamaño, junto a la búsqueda de rentabilidad, el incremento constante del precio de los cereales y los forrajes como alternativas para alimentar al ganado, llevó a los ganaderos a poner sus ojos a finales del siglo pasado en los pastizales extremeños.

Adaptarse a los tiempos

Hubo que adaptarse a los tiempos que exigían cambios. Hubo que buscar soluciones y Extremadura les ofreció y les ofrece fincas con extensión y capacidad suficiente para acoger a todas las cabezas de ganado. Había que buscar pastos y Extremadura tenía prados limpios y parcelas  extensas que facilitan tener todo el ganado agrupado, lo que supone una menor exigencia de mano de obra y una mayor comodidad a la hora de organizar el trabajo. Hubo que organizar de forma distinta el trabajo. Así se hizo. Sin embargo, estas facilidades generan otros inconvenientes como atender a tus vacas a cientos de kilómetros de casa, conciliar vida laboral y familiar, y un montón de temas administrativos y cuestiones que permanecen abiertas. La obligación de sanear aquí y allí, la tardanza en los resultados de las pruebas veterinarias que inmovilizan al ganado más tiempo del querido provocando mil y un quebraderos de cabeza, las llamadas guías de transporte que generan mucho trabajo… Los ganaderos quirosanos se unen para compartir el cuidado de las reses e incluso el arrendamiento de las fincas. Esto no evita que tengan que viajar a Extremadura prácticamente todas las semanas porque las vacas paren, enferman, hay que pincharlas y no están al lado de casa. Queda mucho por hacer sin embargo,  no pierden las ganas ni el humor.

Una docena de ganaderos de los Valles de Trubia vuelven a casa con su ganado, a poblar los pastos del valle, las morteras y los puertos. El invierno de allí y el verano de aquí, benignos ambos, les permite tener su ganado fuera el máximo tiempo posible evitando la estabulización y facilitando unas condiciones de vida que aportan pingües beneficios tanto a vacas como a dueños.

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La Voz del Trubia