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Las dos caras de la moneda

Por Toño HUERTA, geógrafo

“La Fábrica de Armas de Trubia es un hito de la industrialización tanto de Asturias como de España. Los fondos que recogerá el Museo consisten en arqueología industrial, maquinaria de los siglos XIX y XX, fusiles, piezas de torneado, colección de armas de fuego y maquinaria industrial y colección de pinturas y biblioteca técnica, así como el archivo histórico” (Federico Trillo, Ministro de Defensa).

Es de destacar la importancia de la fábrica [de Trubia] y la recuperación de una zona que ha sufrido mucho por el proceso de reindustrialización” (Gabino de Lorenzo, Alcalde de Oviedo).

Este proyecto podría estar presentado a los efectos de licitación de las obras en el plazo de unos meses” (Francisco Álvarez Cascos, Ministro de Fomento).

Estábamos en el año 2003 cuando surgió el proyecto para un Museo en Trubia relacionado con su bicentenaria fábrica de armas y, como si de un programa electoral se tratara, el proyecto se esfumó. Curiosamente, en la página web del Ayuntamiento de Oviedo, aún se puede leer una entrada titulada “Futuro Museo Histórico de la Tecnología y la Industria Militar” donde, entre otras frases, se dice: “Esta iniciativa constituye una actuación clave para la conservación del patrimonio histórico de las fábricas y la recuperación para uso público de un importante patrimonio industrial”. Uno ya no sabe si reírse, llorar o creer en viajes temporales. Lo que si tengo claro es que mientras este proyecto dependa de la voluntad política, esa entrada visionaria de la web municipal no dejará de ser digna del mejor humor negro heredado de Saki o Sharpe.

Invito al lector a fijarse en el detalle, en los firmantes del protocolo: Gabino de Lorenzo como Alcalde, Álvarez Cascos como Ministro de Fomento y Federico Trillo como Ministro de Defensa, a los que habría que sumar a Antonio Oyarzábal como Presidente del Consejo de Administración de Santa Bárbara Sistemas. ¿Y el Principado? La respuesta requiere saltar de nuevo en el tiempo, esta vez tras el cambio de Gobierno en España y la llegada de José Bono al Ministerio de Defensa. Resulta que en esos tiempos (2004-2006), este proyecto ya encontró su sitio en algún cajón secreto del que le será muy difícil salir. Sin embargo el debate sobre el patrimonio de Trubia seguía y, cuál sería mi sorpresa al conocer en las últimas horas, que se había redactado un trabajoso convenio para trasladar el archivo de la Fábrica de Armas de Trubia al Archivo Histórico de Asturias; ese documento, que nunca se llegó a firmar por, una vez más, cuestiones políticas, debería haber sido suscrito entre Principado de Asturias, Ministerio de Defensa y Ministerio de Industria. ¿Y el Ayuntamiento? De nuevo falta una pata para sostenerse. No es mi intención, ni tengo la capacidad para ello, de hacer un análisis político, pero solo dejaré una pregunta para que cada cual intente responderla, ¿por qué en la firma de un protocolo entre Gobierno Central (PP) y Ayuntamiento (PP) no está el Principado (PSOE) y, años más tarde, en la creación de un convenio entre Gobierno Central (PSOE) y Principado (PSOE) no está el Ayuntamiento (PP)? Un lío de siglas de los que tanto gustan a los que estos días juegan a la silla con sus escaños, pero que se resume muy fácilmente en una clara falta de visión política, ya ni menciono la cultural, basada en la venganza, la oposición destructiva y la falta de respeto por la cultura e historia de un pueblo.

Diez años después seguimos en esta lucha de un David cada vez con más argumentos y un Goliat tambaleándose y amenazando con aplastar a la sociedad en su caída. Día a día el patrimonio histórico-industrial de Trubia se va cayendo, lo mismo que el patrimonio humano y laboral, con despidos indecentes de una empresa que sólo buscar sumar dígitos a sus cuentas, sin importarle las personas y, mucho menos, el patrimonio de unas instalaciones que ocupa y, no olvidemos, son patrimonio de todos. Entre tanto las diversas administraciones miran para otro lado. El Ministerio de Defensa, propietario legal de los diversos elementos que conforman el patrimonio de la Fábrica de Armas no da explicaciones de sus actuaciones y, unilateralmente, decide traslados de unos u otros bienes a diversos sitios, expoliando la memoria de Trubia. El Principado, como en otras tantas ocasiones, ni está ni se le espera; aún seguimos expectantes alguna declaración de sus responsables culturales sobre los últimos acontecimientos relacionados con la salida de un patrimonio de este territorio que gestionan. En cuanto al Ayuntamiento, se echa en falta una declaración institucional de todos sus grupos en defensa de su patrimonio, sobre todo de un grupo socialista cuyos compañeros del Principado no se pronuncian en la defensa de nuestro patrimonio, y del grupo Popular una actitud frente a sus correligionarios estatales para frenar el nuevo vacio que se pretende hacer de nuestra memoria. Qué tiempos aquellos cuando Caunedo pedía a Defensa y a la Universidad que se respetara el legado industrial de Oviedo y hablaba de expolio en relación al traslado de maquinaria de Trubia a la Escuela Politécnica de Gijón, que se logró frenar por la oposición vecinal. Pero una vez más, una mera declaración de intenciones vacía de compromisos.

Va siendo hora que las distintas administraciones se sienten y negocien soluciones para el patrimonio histórico-industrial de Trubia, extensible al resto de Asturias. El movimiento social lo reclama, pues es una parte de su memoria como pueblo. Y también los profesionales y estudiosos del sector. Se necesita una planificación integral y estratégica para el Patrimonio Industrial Asturiano orientado a su protección efectiva, su conservación y su divulgación. Para el caso de Trubia, es imprescindible tener una visión de conjunto, entender su patrimonio histórico-industrial como la suma de sus elementos arquitectónicos, tecnológicos, artísticos, bibliográficos y documentales, con una implantación territorial de más de 200 años que ha llegado hasta la actualidad y conforma la historia de la industrialización asturiana, siendo además uno de los mejores conjuntos histórico-industriales de España. Es más, estoy convencido de que si desde la administración local y regional se le aportan ideas y proyectos concretos al Ministerio de Defensa, este no pondría trabas a su realización; pero lógicamente, ante esa falta de iniciativa y pasividad institucional – y de proyectos con sus respectivas dotaciones económicas –, la opción y decisión unilateral del Ministerio es más que entendible, si bien no compartida.

Hace meses el Ayuntamiento y el Ministerio de Defensa comenzaron a negociar la posible cesión por parte de éste último de un edificio para albergar un pequeño Centro de Interpretación donde ubicar la maquinaria que se quería llevar a Gijón; también se habló de crear un centro documental donde albergar el archivo de la factoría de manera digna y accesible a los investigadores, permitiendo así su necesaria y urgente catalogación, ¿qué ha cambiado? Estamos de acuerdo en que es prioritario actuar sobre el archivo trubieco, algunos llevamos años diciéndolo; pero también es cierto que debe estar en Trubia. Por ello las administraciones implicadas, insisto, deben sentarse y dialogar para llegar a compromisos de colaboración que se vean reflejados en la necesaria dotación presupuestaria en los ejercicios 2017 y siguientes, tanto para el caso de que se lograra su permanencia en Trubia como para su restitución una vez sea catalogado y digitalizado en el Archivo Histórico de la Defensa de Madrid. Quizás de no hacer las cosas “a escondidas” el resultado fuese otro; probablemente el traslado se haga efectivo, pero esperemos que antes de que suceda, algún técnico responsable de la Subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural del Ministerio de Defensa – o, por qué no, la propia Subdirectora, que ya estuvo visitando el archivo de Trubia hace unos meses – tengan el beneplácito de sus superiores para explicarnos en qué consiste el traslado programado.

Trubia tiene las dos caras de la moneda. Por un lado ejemplifica uno de los mejores exponentes del patrimonio industrial español, por otro es símbolo del maltrato institucional al que está sometido. Es responsabilidad de todos velar por su futuro, pues simboliza nuestro pasado, una parte fundamental de nuestra memoria como sociedad.

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