El somedano Carlos Isidro se ha ido haciendo un pintoresco museo en la antigua Casa Rogelio, en La Riera, con cervezas asturianas, chinas, tailandesas, indias y de otros países
Fernando Romero / Somiedo
Carlos Isidro Riesco (La Riera-Somiedo 1939) sí sabe qué hacer con su tiempo libre: coleccionar cervezas de todo el mundo. Nada menos que 2.387 contadas, expuestas en su peculiar museo de la cerveza en el antiguo bar-tienda familiar de Casa Rogelio, fundada por sus abuelos Rogelio y Prudencia, primos carnales, en 1910.
Este exagente comercial jubilado que viajó por todo el mundo, decidió coleccionar cervezas después de que dejara a su sobrino el local para las fiestas del Carmen. “Cuando acabó se habían dejado un montón de latas, la mayoría vacías (ríe) y empecé a comprar alguna y hasta ahora, no paré”. Lo de mantener la antigua tienda llena de botellas es una imagen que ya le viene de pequeño, aunque el material era otro “vendíamos de todo, hasta cajas de muerto”.
Su afición comenzó hace unos seis años y ya va camino de las tres mil, todas diferentes y de todos los países del mundo. “Bueno me falta de Taiwán, pero tengo cervezas chinas y japoness, indias, de Tailandia…”. Ahora comprar cervezas nuevas resulta más fácil gracias a Internet “aunque empiezan a ser caras para una pensión como la mía”.
En el exterior, un cartel artesano anuncia a los que transitan por la carretera de camino a Pola de Somiedo que hay un museo de la cerveza “yo vivo enfrente y el que quiera verlo, gratuitamente, solo tiene que avisarme”.
De hecho está teniendo muchas visitas, “aunque la mayoría extranjeros: franceses, belgas, de Estados Unidos… los de Asturias vienen menos”.
Las más antiguas que conserva son de El Águila Negra. Muchas de ellas las encontró junto al río Pigüeña: “me avisó un pescador. Al parecer las habían tirado de un antiguo bar”.
Además de las botellas (todas llenas, salvo las citadas de El Águila Negra) tiene jarras y vasos de todo tipo para degustarlas. Llama la atención la colección de cervezas trapenses de Bélgica y Francia “vino un turista belga a colocarlas y se lo pasó en grande”.
Todas las botellas están colocadas por un orden, por nacionalidades. También expone cervezas asturianas “y hay unas cuantas, algunas del Real Oviedo”. Las regionales son las únicas que suele probar.
Y realmente es un capricho “porque no soy un fan de la cerveza; me gustan pero bebo pocas”.
Mantener ordenadas y limpias las más de dos mil cervezas lleva su tiempo, pero no le importa a este somedano: “estoy entretenido, pero tengo tiempo y me gusta”. También las estanterías las fabricó Carlos con material de reciclaje “soy un poco chapuzas pero quedan bien”.
No hay solo cervezas de cebada. Algunas son muy raras, fabricadas con bellota, frutas , castañas… y claro en todos los tonos: rubia, tostadas y morenas.
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