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Recordando a dos soldados de Santo Adriano y Trubia

Por Carlos URBAMBIDELUS AZA

Médico Hematólogo

No resido en la actualidad, pero he nacido en Trubia donde he pasado muchas temporadas de mi infancia y juventud y sigo yendo dos o tres veces al año. Cuando voy recorro la Senda del Oso, bien en bici o caminando, de manera que conozco esos alrededores. Hace años a instancias de mi partido, el PAS, me presenté como candidato a la Alcaldía de Proaza, sin éxito, pero con la satisfacción de haber vivenciado los mismos lugares que mucho antes mi abuela Hortensia visitaba. Ella acudía semanalmente a la plaza de Proaza acompañada de su hijo Mario, llevando chorizos en un carro de caballo para venderlos después de extender la mercancía en una manta en el suelo. Esta no es mi única vinculación familiar, ya que mi abuela materna, Carmina Urdambidelus nació en San Andrés de Trubia el 7 de Agosto de 1881, cuando su padre José Urdambidelus Ormaechea llegó desde Villabona de Amasa, en Guipúzcoa, con otros vascos a trabajar en la edificación del ferrocarril. Supongo que sería en la línea del carbonero que bajó después desde Teverga y Quirós. También mi bisabuelo materno Francisco Haza Farpón, natural de Pola de Lena pero residente en Udrión, compró en el año 1830 cien áreas de terreno en Tuñón, en la braña, cerca de un riachuelo y de un camino, cuya localización exacta aún tengo que concretar.

Esta introducción es para “pedir licencia” y poder recordar a dos soldados de Santo Adriano.

Gutierre o García de Tuñón en la expedición de Magallanes

 

A los órdenes de Juan de Cartagena, viajó en la nao San Antonio en la expedición de Magallanes. Como no soy ni marino ni historiador lo que quiero contar es un resumen de lo leído en Historia de una emigración: asturianos en América 1492-1599 de J.R. Martínez Rivas, R. García Carbajosa y Secundino Estrada Luis y en Magallanes la Tierra es redonda de Jean Michel Barrault.

Mapa de la circunvalación de Magallanes

De estas lecturas colijo que Gutierre durante la expedición de Magallanes iba como criado de Juan de Cartagena, veedor general de la Armada y capitán de la nao San Antonio. Los veedores fueron en su origen denominados “Omes del Rey” actualmente son el Cuerpo de Intendencia. La importancia de los cargos de Cartagena era grande, de hecho iba respaldado por el Rey, el Emperador Carlos I, con la misión de contrapesar la influencia de los portugueses que acompañaban a Magallanes. Se opina que era protegido también del obispo Fonseca de quien podría ser hijo.

Tras partir del puerto de la Mulas en Triana, Sevilla, el 26 de julio de 1519, y después de hacer aprovisionamientos en Sanlúcar de Barrameda comienzan la singladura el 10 de agosto de 1519, buscando llegar a las islas de las especias navegando hacia el oeste. Es bien sabido que partieron cinco naves, La Trinidad, que era la capitana al mando de la cual iba Magallanes, la Concepción, que fue abandonada en Filipinas por falta de tripulación, la Santiago, que naufragó el 3 de marzo de 1520 a la entrada del Estrecho en Argentina, la Victoria, fue la única que regresó con Juan Sebastián Elcano. En total partieron 223 hombres y con Elcano regresaron 18 el 6 de septiembre de 1522 a Sanlúcar de Barrameda, ellos fueron los primeros en circunnavegar la tierra.

En la nao San Antonio regresaron a Sevilla el 6 de mayo de 1520 cincuenta hombres entre los cuales se encontraba Gutierre de Tuñón. Habían desertado antes de entrar en el Estrecho de Magallanes

Tras el éxito de la expedición Elcano compareció ante Carlos V, se le perdonaron antiguas culpas y se le honró con la decoración “primus circumdedisti me” [1]

Entre tanto ¿qué ocurría con García de Tuñón?. Al regreso de Elcano, Carlos I ordenó que se formara una armada más poderosa con el objetivo de tomar posesión de las Molucas, lo que ocurrió el 24 de Julio de 1525. Zarparon de La Coruña 7 naves con 450 hombres, al mando de los cuales estaba Francisco Jofré de Loayza y en la nave Santa Mª de la Victoria, iba Elcano y también García de Tuñón. Esta vez volvió a ser un viaje muy azaroso por calamidades de las tormentas y por los efectos del escorbuto. Lo describen en sus investigaciones Martínez Ribas, García Carbajosa y Estrada Luis, que concluyen: “Gutierre de Tuñón recorrió más de medio mundo, navegó por gran parte del Océano Pacífico siendo uno de los descubridores de las isla Bismark. Siempre destacó como un gran servidor de la Corona española. Así lo declara su compañero de aventuras Andrés de Urdaneta”.

De poco sirvió tanto sacrificio. Al final Carlos I agobiado por las finanzas, había cedido los dominios de las Molucas a Portugal por 350.000 ducados de oro y los 16 españoles supervivientes allí, regresaron a España en barcos portugueses.

En opinión de José Mª Rosa, el viaje de Loayza con García de Tuñón fue “La navegación más trágica de la historia”, los españoles abandonaron la ruta de Magallanes por impracticable y anunciaron que una mole de piedra había taponado el Estrecho.

 

El capitán Andrés de Trubia en misión a Orán

Para conocer al otro soldado, Andrés Fernández de Trubia, el Capitán Trubia o Truvia, son imprescindibles las publicaciones del Profesor Emilio Sola Castaño. Por tanto los comentarios que haga sobre éste personaje no serán más que citas de los trabajos del Profesor Sola, a los que me ceñiré con el máximo rigor y en todo caso, si hago algún comentario personal es para hilvanar el tema. Como referencias inmediatas cito las publicaciones “Los que van y vienen, Información y fronteras en el Mediterráneo clásico del siglo XVII”, “Literatura de avisos e información: por una tipología de una literatura de frontera” y “Uchalí, el Calabrés tiñoso o el mito del corsario muladí en la frontera” todos del mismo autor.

Es así como resume el Prof. Sola la misión de Trubia a Argel: En el marco de la preparación de la expedición a Túnez del final del verano de 1573, don Juan de Austria envió a un joven soldado italiano originario de Tarento, el capitán Renzo, a contactar con un hermano suyo renegado en Argel, Catayazán (o Caito Azan o Hasán, podría ser su nombre de turco de profesión), contacto que pudiera ser de interés para le expedición que preparaba para el Magreb, en principio pensada contra Argel. Para acompañar al capitán Renzo, envió a un soldado más veterano y más de fiar que fue el capitán Andrés Fernández de Trubia, sin duda asturiano de esa ciudad próxima a Oviedo. El escenario es ahora el Mediterráneo occidental: Cerdeña, Valencia, Cartagena, Argelia, y Túnez y sobre todo Orán, éstos fueron los lugares recorridos por Renzo y Trubia; estaban en el año 1573.

El objetivo, era preparar el terreno para una invasión a Argel y los personajes tenían una misión diplomática, de espionaje y soborno, dicho en lenguaje coloquial.

Desde nuestro parecer el personaje que interesaba era Uluj Alí, que castellanizando el nombre se traduce por Uchalí.

¿Quién era Uchalí y cuál era su importancia?: Uchali era un calabrés considerado como uno de los mejores marinos de su tiempo, y mira que hubo muchos. Fue corsario, que no pirata, y participó con los otomanos en la Batalla de Lepanto.

Uchali

Su biografía está jalonada con muchas actividades marítimas que comenzaron a los 17 años. Antes había sido esclavo y es por su esfuerzo personal, capacidades y ambición, que tras pasar por muchos combates llegó a ser Rey de Argel. Era entonces el hombre más poderoso de todo el mundo Bereber y el hombre a buscar.

A partir del año 1500 Túnez había sido un refugio de piratas, el más conocido fue Barbarroja nacido en Creta pero que sirvió a Soleiman como corsario y como marino, provocando muchos quebraderos de cabeza al Emperador.

La versión más clarificadora en cuanto a Trubia se refiere, se puede leer en el capitulo “La Conjura de los renegados” del citado libro Los que van y vienen

“La incertidumbre sobre el destino de la Armada D. Juan se puso más de manifiesto con una preparadísima operación secreta de contacto en Argel que se encomendó al Capitán Andrés de Trubia en Nápoles. Debía viajar a Orán acompañado de un capitán Renzo napolitano de Taranto-nada que ver, parece, con el Renzo Genovés de la trama de Estambu-, que tenía un hermano en Argel, el Caito Azan –o Catayazan –Como se hiciera años atrás con Uchali, al Caito Hasan se le ofrecía un condado o un marquesado en Italia con renta de 4 o cinco mil ducados al año, si entregaba Argel a los españoles”.

Esta era sin duda una misión peligrosa y así se da a entender en Archivos de la Frontera donde dice: “…Aunque parece que el dicho Renzo no habrá guardado ningún secreto en el negocio y que el Truvia va a mucha aventura de que le cojan y le empalen”.

En éste escenario tan peligroso se tuvo que desenvolver el Capitán Trubia.

 

Santo Adriano de ayer y hoy

Al menos a mí me resulta difícil entender como desde Tuñón o desde San Andrés pudieron salir hacia el mar, o a la Corte nuestros dos soldados. Supongo que existiría alguna clave que desconozco.

Santo Adriano es hoy una población que rondará los 250 habitantes, y tiene la capital en Villanueva, con una superficie de 22 Km y una economía que gira fundamentalmente en relación con la ganadería bovina y la actividad maderera, y es ahora también conocida por la Senda del Oso.

Se podría pensar por el título de éste epílogo, que iba a profundizar sobre el ayer y hoy de Santo Adriano analizando todas sus riquezas faunísticas, históricas, arqueológicas o arquitectónicas, pero nada más lejos de mi intención, hay publicaciones de alto nivel científico que lo tratan.

Yo recuerdo del Santo Adriano de antes, cuando acudí acompañando a un primo mayor que yo, a vender naranjas mandarinas, llevándolas en un carro de caballo y al tiempo, por el camino contemplábamos el río Trubia, para ver algún pez, que en alguna ocasión vimos y yo pretendía pescar a mano. En más de una ocasión hicimos excursiones para merendar cerca de la iglesia de Tuñón, esperando mientras tanto a quienes pescaban en el río. A la vuelta no dejábamos de asomar la cabeza en la puerta de la Iglesia de Trubia para ver el monaguillo que a modo de cepillo se escondía en la oscuridad, ¡que susto al verlo! Había quien decía que era de verdad. Y por supuesto Proaza arriba, por el monte, acompañé a algunos parientes, mis primos Luis, César y Joaquín que iban a cazar la arcea en esos parajes con amaneceres de montaña tan idílicos.

Mi Santo Adriano de ahora, pasa por -como he dicho al principio- ir a pie o en bicicleta por la Senda del Oso y alegrarme de que la población de éstos hermosos animales aumente, satisfecho también porque años atrás pasé mis vacaciones de verano en el campo, de un pueblo de la provincia de Albacete, entre bancales, seleccionando las semillas que otros voluntarios bajaban desde el monte, para después sembrarlas y repoblar, ya en forma de plantones, otros lugares y que sirvieran, llegado su fruto de alimento para los osos. El abono de caballo era muy bueno para la siembra y lo regalaban del sobrante, de los invernaderos de champiñones cercanos y que nosotros recogíamos en camiones. Era esa una bonita iniciativa del FAPAS forestal.

Pero bueno, estas excursiones no tenían nada que ver con las de Gutierre de Tuñón o las de Andrés Fernández de Trubia.

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