Perros y lobos en disputa

Por José María RUILÓPEZ

[Desde mi antojana]

Desde que el divulgador televisivo Félix Rodríguez de la Fuente nos dio a conocer el lobo desde dentro, en su hábitat, en su convivencia con el hombre, han pasado muchos años. Ahora, con la proliferación de ejemplares y la invasión de nuevos territorios, causando daños a la cabaña ganadera, se ha convertido en un animal en sospecha.
El lobo, que pertenece a la familia de los cánidos, es como un perro con mala suerte. Ha optado por la libertad, por la independencia, por la creación de grupos familiares de convivencia apacible, mientras que a los perros cada día se les dan mayores prebendas: invaden playas para ellos solos, entran en los bares con los dueños, suben a los trasportes públicos, pueden mear las ruedas de los coches o las paredes de las tiendas, tienen clínicas privadas, guarderías especiales, peluquerías y comen la sopa boba a cambio de estar sometidos a una correa cuando no dormitan sobre el sofá del dueño.
En cambio el lobo se ha resistido a lo largo de los años a perder la independencia. Eso le ha costado muchas vidas, porque la supervivencia en libertad requiere un amplio espacio geográfico, moverse de un lugar a otro, esforzarse en criar a los pequeños, cazar para comer, atacar animales domésticos próximos a sus territorios, o no tanto. Y todo eso ha creado una animadversión hacia un animal muy propio de estas tierras asturianas como lo es el oso o el jabalí.
El lobo no está perseguido, pero se le considera una alimaña poco fiable. La convivencia con el propietario de ovinos y caprinos es compleja. Los animales domésticos andan medio sueltos por el campo y se convierten en presa fácil para los lobos. No me parece que sea propia la solución de indemnizar a los propietarios, sino de evitar la depredación de los lobos para beneficiarse de ovejas, cabras u otros animales en libertad. El equilibrio entre los cánidos libres y los animales domésticos no debe ser fácil. Tal vez los dueños de la cabaña en sus diferentes especies debieran buscar una fórmula para defender sus propiedades. Claro que la protección del lobo ha llevado a que la población haya crecido mucho. Y su osadía y sus necesidades de supervivencia los lleva al acoso de la cabaña domésticos en lugares tan próximos a los domicilios, que antes era impensables. A los lobos no se les puede llevar de un lugar otro como el que cría eso que ahora llaman mascotas.
Los perros y los lobos: dos tipos de cánidos con vidas enfrentadas.

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