El oso de Moal murió por lesiones compatibles con una intoxicación por consumo de setas venenosas, aunque el cadáver fue manipulado a posteriori, y los expertos recomiendan nuevos análisis
La consejería traslada el estudio a la Fiscalía del Principado de Asturias
Redacción/Grado
Los dos oseznos aparecidos muertos en Somiedo, el último hace escasas semanas y el primero en 2015, padecían hepatitis vírica canina contagiosa, según las necropsias encargadas por el Principado, que también ha informado hoy de los resultados de los estudios realizados al oso aparecido en Moal el pasado 7 de enero. Este informe, que ha sido enviado a la Fiscalía del Principado de Asturias, establece que las lesiones en los órganos podrían ser compatibles con una intoxicación aguda-subaguda por consumo de hongos del género amanita y un shock endotóxico final. Aún se desconocen las conclusiones de los estudios practicados a los dos osos aparecidos muertos en un arroyo la semana pasada, también en Cangas de Narcea.
El examen al oso de Moal, dirigido por Juan Francisco García Marín, catedrático de Anatomía Patológica de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León, señala que las alteraciones permiten sospechar que el cadáver fue manipulado y descarnado postmortem, sin la actuación (o de escasa importancia) de alimañas o depredadores. Por ello, recomienda realizar un nuevo estudio de los restos conservados, que será efectuado por el mismo equipo que participó en la necropsia.
La Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales ha puesto el informe en conocimiento de la Fiscalía del Principado de Asturias.
Los especialistas establecen que el animal tenía unos seis años y pesaba entre 90 y 101 kilos. El oso falleció presumiblemente entre quince y 72 horas antes de que sus restos fuesen recuperados, aunque en este punto los expertos no son categóricos.
El esqueleto estaba descarnado y con escasa presencia de músculo, sin lesiones evidentes de dentelladas ni erosiones en hueso. Las costillas aparecían fragmentadas, dejando al descubierto la cavidad torácica. Las del lado izquierdo se mantenían casi completas y sus bordes fracturados eran irregulares y realizados posmorten.
La existencia de piel se limitaba a la cabeza, zona distal de las extremidades posteriores (desde la zona media de la tibia) y algún fragmento en el torso, y no se observaban fragmentos en toda la zona dorsal. Los restos de piel no presentaban desgarros y parecían estar cortados en sus bordes, cortes que los expertos consideran que pudieron ser realzados postmorten. En la zona frontal de la cabeza, la piel presentaba un orificio con bordes quemados y destrucción del hueso de forma irregular, aparentemente con un raspado en su superficie que podría haber sido realizado tanto perimortem como postmortem.
Necropsias de dos crías de oso
Por su parte, las necropsias practicadas a dos crías de oso pardo halladas en la zona de La Llamera (Somiedo), el 23 de mayo de 2015 y el 2 de abril de este año, concluyen que estaban afectadas por el virus de hepatitis vírica contagiosa canina.
El primer osezno presentaba lesiones compatibles con una infección aguda por el virus de la Hepatitis Vírica Contagiosa Canina (CAV1), con presencia del genoma del virus en las muestras de hígado y shock endotóxico final.
El examen, dirigido también por Juan Francisco García Marín, indica que el plantígrado tenía una edad inferior a los cuatro meses y 4,850 kilogramos de peso.
En el apartado de observaciones, el estudio señala que la CAV1 ha sido diagnosticada en Estados Unidos en osos pardos y osos negros. No obstante, afectó a ejemplares en cautividad o salvajes restringidos en espacios pequeños con densidades de más de 150 animales por kilómetro cuadrado. En 2014 se diagnosticó en un adulto hallado muerto en la zona de Villablino (León).
El contagio podría ser debido a la presencia de perros infectados portadores, generalmente no vacunados, así como a otros cánidos como el lobo y también zorros, visones y hurones. La presencia de osos portadores y de posibles contaminantes no ha sido estudiada. La eliminación del virus se realiza por orina y heces, durante meses, contaminando objetivos y alimentos. El contagio se realiza por vía orofaríngea.
La cría de oso pardo hallada en abril de este año muestra traumatismos compatibles con un despeñamiento, que habría causado una muerte rápida debida a la rotura del hígado, favorecida por la inflamación y friabilidad de este órgano causada por el mismo virus. Esta necropsia, efectuada por el director y la veterinaria del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) , Ramón Juste y Ana Balseiro, indica que la osezna, de tres meses y casi 3,6 kilos, pudo fallecer el día anterior a su recogida.
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