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Los ganaderos cuidamos el monte, no lo quemamos

Inicio . Página principal @ Campo Los ganaderos cuidamos el monte, no lo quemamos
Por Guadalupe FERNÁNDEZ GARCÍA

La mayor parte del trabajo de una ganadera se realiza fuera de casa, en los pastizales, fincas, sembrados y montes. Se dedica a la preparación de los terrenos, mantenimiento de las fincas, estado de los animales, recolección de los forrajes, cuidado de los huertos que prácticamente todas tenemos y son parte de la subsistencia familiar… Sabemos cuándo comienza nuestra jornada laboral pero no cuando termina.
Somos conscientes de dónde vivimos y les transmitimos a nuestros hijos los conocimientos que tenemos de los animales, plantas y terrenos de nuestro entorno. A veces probamos cosas nuevas referentes a nuestros trabajos propuestas de “entendidos” y las aplicamos en nuestras ganaderías y fincas para aprobarlas o desecharlas, pues vemos que lo realmente exitoso son aquellos métodos aplicados por nuestros predecesores.
Somos padres, madres abuelas, tías, sobrinas y maestras, aunque nuestra forma de enseñar es distinta, ya que muchas veces ponemos en duda lo que los profesores les “enseñan” a nuestros hijos tanto de la historia de nuestra zona como su flora y fauna y los métodos para mantenerla y cuidarla.
Día a día nos enfrentamos a las críticas de ecologistas y naturalistas por el por el uso que hacemos de nuestras tierras y por el trato que damos a nuestros animales, sin que ellos puedan llegar a pensar o admitir lo que significa para nosotros la pérdida de un animal, al que conoces por su nombre y, muchas veces, también por el número de su crotal; que dependemos de ellos para incentivar nuestra economía y sacar a nuestra familia adelante.
Se nos considera un “pozo sin fondo” que tiene un agujero en el bolsillo, del cual el dinero sale a espuertas y lo vamos tirando por donde pasamos, porque llevamos bajo nuestro culo un tractor que cuesta 30.000€ (y más) al que se le deben añadir los aperos: remolque (4.000€), rotativa (6.000€) o segadora (6.000€), fresadora (5.000€), arados (3.000€), cuba (7.000€)…, y más maquinarias que se utilizan a lo largo del año a temporadas, según las tareas que realicemos, sin contar con los seguros, luz, agua, abonos, piensos, forrajes… Y los gastos de averías en las maquinarias y tractores, veterinario en las vacas, pues el inseminarlas, ayuda en caso de partos con realización de cesáreas, medicamentos y antiinflamatorios para los casos de cesáreas, medicamentos para prevenir y/ o curar las mastitis, los gastos que pueda generar un ternero que nace con la lengua fuera para reducir la inflamación de esta, las vacunas… Todo eso sale de nuestro bolsillo a base de mucho esfuerzo, no solo de las subvenciones, que en muchos casos vienen denegadas, y tan solo cubren una pequeña parte de la inversión.
Nos preguntamos qué vara de medir utiliza la Administración cuando a los ganaderos nos mata a todos los animales en caso de que en el saneamiento uno salga mal, arruinándonos económicamente, obligándonos a cerrar nuestras ganaderías, mientras que a los ecologistas les permiten llevarse animales que, en nuestras propiedades están desahuciadas a muerte, a fincas donde pueden pastar libremente, transmitiendo las enfermedades causantes de su desahucio a los animales domésticos y salvajes, siendo foco de nuevas enfermedades donde, quizás, hace tiempo, estuvieran erradicadas o no las hubiera.
Eso es lo que la gente que viene de la ciudad ve, no el que muchos se levantan a las 6:30 de la mañana para ordeñar las vacas, para darles de comer, limpiarlas, alimentarlas, acariñarlas… El trabajo que es levantarte 365 días al año para hacer una visita a nuestros animales y comprobar que están sanos, que están bien, que el lobo o los buitres no se han comido a ninguno de nuestros animales… porque claro, ese es otro problema que también tenemos en el campo: lidiar con la fauna salvaje, tratando de convivir con ellos sin que nos ahoguen. Pero siempre nos toca oír el típico “los lobos estaban primero” sin pensar que los lobos vivían en la sierra, no en zonas tan bajas, que se han desplazado por dos motivos:
1º- Los montes están tan sucios que no tienen donde alimentarse, ya que los jabalíes y corzos no tienen donde alimentarse y son los primeros en buscar zonas donde les es más fácil alimentarse. La utilización de las hierbas, los arbustos y las maderas como alimento de nuestros animales así como para el alimento de los herbívoros salvajes y abono en las fincas, era la manera adecuada de gestionar el monte por nuestros antepasados.
2º- La consejería ha estado soltando desde hace años lobos criados en cautividad. Estos no tienen miedo del ser humano, ya que es quien lo alimenta. Pero para cuando llegan a estar en libertad no saben cazar puesto que es “el hombre” quien los alimentaba. Por eso se acercan a las zonas rurales en busca de alimento fácil: animales que están cercados y no tienen a donde escapar.
3º-· Saber que estos animales están al lado de nuestras casas, que hay una cantidad tan desmesurada y que no tienen miedo del ser humano es algo que nos asusta, molesta y enfada debido al peligro que entrañan. Si un perro de raza peligrosa (Pitt Bull, Rottweiler, Dobermann) debe llevar bozal por pueblos y ciudades ¿qué pasa con los lobos, que han sido criados en cautividad y se les han cambiado sus hábitos naturales de caza y alimentación?
Porque el lobo solo se acercaba a los pueblos si no había caza en el monte, pero hoy es la mala gestión de los políticos y ecologistas la que hace que no haya caza. Si el monte está limpio hay pastos para que los herbívoros se alimenten y también para que sirvan de alimento a los lobos. Pero los lobos han aprendido que en los pueblos el ganado está cercado y no puede escapar, con lo que gasta menos energía para cazar en una zona donde el ganado está recogido, ya que están todos los animales agrupados, que tener que correr tras las presas por el monte hasta que una de ellas se separe del grupo por ser más débil debido a una enfermedad u otro motivo.
Hoy en día los ganaderos no pueden ir al monte a coger leña sin permiso, las piñas no se pueden recoger aunque los habitantes de las zonas rurales sabemos muy bien que las ardillas solo se comen las que han cogido ellas y los ratones de campo no las comen. Si encendemos una hoguera para quemar los rastrojos de las fincas necesitamos permisos y si no los tienes las multas son de aúpa. Si se produce un incendio los primeros en salir a extinguir el fuego son los vecinos y ganaderos con mangueras o con bidones si está cerca de las casas, sino los ganaderos cogemos nuestros tractores y cubas, las llenamos de agua y vamos a ayudar en los trabajos de extinción. No somos los más interesados en que se produzcan quemas en nuestros montes, ya que dependemos de ellos para la manutención de nuestros animales y nuestro estilo de vida. Eso no son los habitantes de la zona, porque sabemos cuál es nuestro modo de vida.
Necesitamos los montes como modelo de subsistencia. Si es monte raso se utiliza para tener el ganado suelto durante varios meses, así aprovechamos mejor las praderas para recoger los forrajes. El desbroce de los montes y la creación de cortafuegos son la manera adecuada de prevenir los incendios y el medio más adecuado para que la fauna pueda alimentarse y servir de alimento, siguiendo la cadena alimenticia. El hecho de que se nos impida dejar que nuestros animales se alimenten en las zonas quemadas es destructivo hasta para la zona afectada, ya que en caso de lluvias torrenciales la ceniza y la tierra es arrastrada por el agua hasta las fuentes, arroyos, ríos y embalses, mientras que si los animales salvajes y las reses de los ganaderos pastan y se desplazan sin impedimento por todas las zonas quemadas, las pezuñas de los animales y sus heces son las que hacen que se compacte la tierra y la abone, consiguiendo que las hierbas crezcan en estas zonas más rápidamente.
Los montes por esa regla de tres, pueden ser quemados por los maderistas para tirar los precios, ya que esa madera solo sirve si es recogida en un tiempo limitado, 3 o 4 meses, si no me equivoco. También las aseguradoras, debido a que hay demasiada fauna salvaje provocando accidentes de tráfico, tanto en carreteras secundarias como en autopistas y autovías.
También puede ser que los ecologistas, empeñados en manipular a la sociedad a través de las redes sociales, haciendo que a los que vivimos en los pueblos se nos trate como delincuentes y maltratadores de animales. Los turistas que viven en ciudades y no saben cómo se vive en el campo, que protestan si los caminos están sucios porque el ganado va por ellos dejándolos sucios, que por las mañanas no se puede dormir porque el tractor, la motosierra u otros aperos mecánicos los despiertan. Las cooperativas que trabajan en la extinción de incendios para tener trabajo.
Como se ve, mucha gente puede tener culpa, pero tengan en cuenta que los pueblos están entre el monte y si hay un incendio son muy difíciles de proteger. En la inmensa mayoría de ellos solo vive gente muy mayor, con dificultades de todo tipo para protegerse y más aún del fuego. Los incendios suelen comenzar en zonas que no sirven para nada, de difícil acceso y sin posibilidad de utilizarlos para la ganadería.
Tenemos la suerte y el honor de ser tratados como nos merecemos: como criminales y asesinos. Por suerte no tenemos ni derecho a la réplica, sino que se nos juzga y sentencia sin más. Y lo mejor es que aunque queramos replicar no se nos va a escuchar. Demos gracias a nuestra profesión y a nuestros padres y abuelos, pues ellos no se fueron de estas zonas rurales de las que nos quieren expulsar sin darnos ninguna explicación.
El monte, hoy por hoy, tiene demasiados “novios” y se olvida de aquél que toda la vida vivió en él y siempre lo trató con respeto, ya que es donde encuentra los recursos para poder vivir, tanto si es un ganadero que envía sus animales al monte para ahorrar forrajes y que nos duren hasta pasar el invierno, como si es un vecino que va al monte a buscar un árbol, de la especie que sea, que haya tirado el viento impidiendo el acceso a cualquier finca u otro lugar. Que limpia las cunetas o las antiguas para que en caso de lluvias torrenciales, puedan desaguar sin provocar grandes destrozos. Procuramos mantener ríos y manantiales limpios de ramas y basura donde estos pasan por nuestras fincas, ya que sabemos que si permitimos a los árboles, cañas y otros arbustos crecer a sus anchas, impiden la oxigenación del agua y provocan acumulaciones de tierra y piedras en sus orillas y cauces, que los líquenes y musgos crezcan sin control impidiendo la oxigenación del agua y que esta siga buscando su curso artificial arrastrando y llevándose tierras, arboles, fincas…. Que las sombras producidas por las ramas impidan que los peces puedan buscar alimento y lugares para desovar, ya que no tienen zonas seguras donde poder hacerlo, pues en caso de riada los huevos serían arrastrados con facilidad y la cantidad de tierra que es arrastrada por el agua provoca la muerte de peces y anfibios debido a la cantidad de partículas en suspensión que impiden a estos filtrar el oxígeno que necesitan para respirar, lo que provoca la contaminación de ríos y embalses debido a la descomposición de los cuerpos putrefactos que envenenan el agua que es distribuida por las redes de abastecimiento hasta nuestros hogares en ciudades y el campo, donde son consumidas tanto por los seres humanos como por los animales domésticos y salvajes. Y mientras los primeros pueden recibir medicación y tratamiento para las posibles enfermedades contraídas por este hecho, los animales salvajes no reciben nada, lo que provoca que se produzcan más enfermedades, contagios y muertes de estos últimos y contagios entre los animales que nosotros criamos debido a que no podemos aislar totalmente el contacto entre los nuestros y los animales salvajes.
Me parece curioso que solo culpen al ganadero por la utilización de los pastos. Es mejor que el monte esté lleno de basura y no se limpie en condiciones como es debido. Es más fácil dejar crecer la maleza a su libre albedrío y no impedir que ésta llegue a alturas en las que produce o puede producir un gran daño en caso de incendio.
Antaño la cantidad de caballos que comían estás hierbas; las ovejas y cabras, que también se alimentan de otras de estas características que los primeros no consumen; y las vacas y demás rumiantes, que también se alimentan de estos vegetales, eran los que mantenían el monte limpio pero hoy no es posible que veamos muchos de estos animales porque como son domésticos no son dignos de mantener el monte limpios. Cada uno se alimenta con un tipo de hierba y arbustos, complementándose entre sí y ayudando, de esta manera, a mantener el monte limpio y el fuego a raya aunque disguste a quien disguste.
La labor comunitaria realizada por los ganaderos es muy importante para el cuidado y mantenimiento de nuestros montes.

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