Tola fue hallada sin vida a última hora de la tarde por su cuidador desde hace 22 años, Roberto García
Paca no es consciente de la ausencia porque está hibernando
F. R./Grado
“No sufrió nada. En la última semana, vimos que se apagaba poco a poco y nos esperábamos esto en cualquier momento”. El director de la Fundación Oso, Pepín Tuñón, cuenta las circunstancias de la muere de la osa, un símbolo de Asturias y de la recuperación de la fauna salvaje. Su cuidador, Roberto García, que está muy afectado por la pérdida, ya que las alimentaba y atendía desde hace más de 22 años, fue el que encontró el cuerpo a última hora de la tarde. La osa estaba ya muy mal: desde 2012 padecía un problema locomotor por una afección de la médula espinal y estaba medicada. Su muerte se debió a causas naturales, y su inseparable Paca no es consciente de su ausencia, ya que está hibernando.
El cuerpo de la osa será trasladado a Deva, en Gijón, donde se le realizará la necropsia. Una vez comprobado el estado de los tejidos y de los huesos, se decidirá si pueden ser utilizados con fines educativos y científicos. Asturias se queda un poco más vacía sin Tola.
Las osas Paca y Tola fueron encontradas por un cazador, Antolín Velasco (que dio nombre a una de ellas) en el monasterio de Obona, en mayo de 1989. Tenían entre cinco y seis meses, y su madre había sido abatida por cazadores furtivos. Las dos oseznas despertaron la conciencia colectiva de la necesidad de defender un patrimonio natural que se apagaba, el oso pardo cantábrico. Tuteladas por el Principado, estuvieron en Llanes, al cuidado de Fapas, luego en Barcelona y en Cuenca, hasta que el 26 de mayo de 1996, y ya como parte de una profunda transformación de los Valles del Trubia, volvieron a Asturias, al cercado construido en el monte Fernanchín, en el concejo de Santo Adriano.
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