De Trubia a Trubia

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Por Antonio MASIP

Estuve en el teatro-casino de Trubia en un acto de la alcaldía de Wenceslao López con motivo de los tres años de mandato. Al día siguiente comenté con Paco García Mata, inolvidable ingeniero, cómo por fin se llevaba a efecto el viejo proyecto de enlace que desviaba el paso de cientos de tráficos de Química del Nalón, la antigua fábrica de cañones y los simples vecinos. Tengo por Paco y todo un plantel de técnicos de su tiempo una admiración manifiesta aunque muchas de las ideas de entonces hayan tardado tanto en plasmarse. Es, en cualquier caso, bueno lo que bien termina. No eran en este caso ni dificultades técnicas ni presupuestarias. Solo procedimentales, jurídicas y de voluntad política. Enhorabuena, a quien corresponda.

Sentado cómodamente, junto a unos trabajadores trubiecos, me acordaba también de la primera vez que subí a aquel mismo vetusto escenario. Eran los primeros setenta. Me llevó, junto a Alfredo Prieto Valiente, Laureano, emblemático director bancario, para asesorar a varias decenas de ciudadanos que padecían unas lesivas “contribuciones especiales”, figura impositiva ya desaparecida de las Ordenanzas Municipales.

El estado del proescenio, los servicios, la electricidad y las butacas era deprimente lo que no olvidé cuando fui, pasando los años, Alcalde del concejo.

Ahora la mayoría municipal, en la que no muchos creímos resistiría hace tres años, encara la recta final con algunos proyectos que aprecio ilusionantes. El mayor, en mi humilde criterio, el acuerdo con el Ministerio de Defensa sobre la parcela que ocupó la Fábrica de Armas de la Vega. Desde fuera, imagino que nuestros munícipes y seguidores atentos sentirán íntimamente parejos estado de ánimos a los de mi tiempo con la recuperación de la cima de El Naranco y la conversión de El Milán, en facultad de Humanidades y parque, a cuyo personal orgullo me he referido todavía de forma reciente.

De todas formas, y aunque el protocolo de la Vega, según escucho al Alcalde, está ya muy avanzado con la ministra Cospedal, me preocupa que no se aprovecha el impulso de la nueva titular, Margarita Robles y el equipo Sánchez, para superar de la misma una injusticia lacerante, que personalmente, ya de mi época de europarlamentario, no puedo olvidar: ¡los sufrimientos de los 55 despedidos!

Me consta que por lo menos veinte siguen penando por pura desidia de la caprichosa crueldad de unos y del encogimiento de hombros de quienes son responsables institucionalmente. Mucho me preocupa para Trubia y los que benditamente mantienen trabajo que la política empresarial siga siendo tan torpe y errática. Más si cabe cuando los retos del Brexit, en los que se bate denodadamente mi buen amigo Michel Barnier, y de las relaciones industriales, armamentísticas y comerciales de la era Trump siembran preocupantes incertidumbres en el solar europeo.

Mucho me prestará la ultimación del acuerdo con Defensa pero con la recuperación imprescindible de esa veintena larga de trabajadores que el Ministerio, el Gobierno autónomo y el Ayuntamiento no pueden asesinar laboralmente, cuando se vislumbra una balsa de salvación.

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