El kiosco que informó a los belmontinos

La familia Fernández-Calzón cierra el bar del parque tras 42 años y desde el que ofrecieron a vecinos y visitantes prensa, regalos, juguetes, café y sus famosos pinchos de tortilla

La familia Fernández Calzón delante del quiosco de Belmonte.

Julio Cabal / Belmonte
El kiosco de Belmonte cierra después de 42 años. Llevado siempre por la familia Fernández-Calzón, surtió de noticias a los belmontinos en las últimas décadas, todo ello siempre con el personal aroma de tortilla de patata, especialidad de la casa para sus clientes.
La historia comienza cuando Isidro Fernández, en uno de sus trabajos como taxista, viaja a Madrid, y en la Casa de Campo ve un kiosko-bar similar al que luego él y su mujer, Josefina Calzón, deciden poner en Belmonte (allá por julio de 1976).
Mucha historia de la España contemporánea quedó reflejada en las publicaciones que vendían: política, prensa rosa, viajes… y hasta del concejo. También LA VOZ DEL TRUBIA se ofrecía a los clientes, ya en época más reciente.
El kiosko comenzó siendo más pequeño de lo que es en la actualidad. El negocio funcionaba y deciden ampliarlo, recuerdan los hijos.
Siempre tuvieron la idea de vender churros con chocolate, algo que nunca llegaron a llevar a cabo. Siempre fue un negocio con un poco de todo “debe de ser por eso que siempre nos inculcó nuestra madre, que para vender poco hay que tener mucho” añaden.
Al kiosco de Belmonte los clientes podían ir a tomar un café, a comprar el periódico (tanto regional como nacional) o una revista y si lo necesitaban pilas para la radio y un juguete para el nieto, además de artículos de regalo y de recuerdo para los turistas.
Siempre tuvo un horario muy flexible, prácticamente quince horas al día y la tarde del sábado de descanso, que se suspendía en julio y agosto.
El trato siempre fue muy cercano y familiar, lo que hacía que esas horas de trabajo fueran más llevaderas. Ésta es una de las experiencias positivas que le ha quedado a esta familia durante el tiempo que mantuvo el negocio abierto.
“En los recuerdos de nuestra infancia y seguro de muchos vecinos y clientes, están aquellas riquísimas tortillas que hacía nuestro padre para dar de pincho a primera hora de la mañana y que nosotros teníamos la suerte de poder desayunar para ir al cole. El olor a tortilla en el kiosko es algo muy identificativo, ya que nuestra madre siguió con esa tradición hasta el cierre, haciendo tortillas que nosotros entre risas le decíamos ¡menuda rueda mamá! ya que eran enormes de 12 o 14 huevos”, relatan sus hijos.

Capítulo triste
Como en todas las historias el kiosco tuvo también algún capítulo triste. Fue un 3 de marzo de 1991, cuando falleció Isidro, con sólo 45 años, después de haberle diagnosticado un cáncer unos meses antes.
La situación fue difícil. Josefina con 42 años, viuda, cuatro hijos de 19,18,12 y 4 años y mucho trabajo por delante con el kiosko, la droguería y el taxi. “En esta etapa aprendimos lo que significa ese término tan actual, la resiliencia o la capacidad de las personas para adaptarse positivamente a situaciones adversas y que nos inculcó nuestra madre”.
Allí crecieron los 4 hermanos, en esa “gran escuela” que fue para ellos, junto con la droguería y el taxi.
Fue un modo de vida tan peculiar, cuentan los hijos “que de pequeños creíamos que el parque era nuestro”.
Los años fueron pasando, las cosas cambiando (como el inicio de la Mina del Oro en Belmonte que aportó y aporta trabajo), la aparición de redes sociales… Bea, Merche e Inma, y ahora Tadeo, fueron buscando un puesto de trabajo fuera ya del kiosko.
“Ahora toca cerrar capítulo, pasar página y enfrentarse a hoja en blanco. Si tuviéramos que poner un título al capítulo, sin duda para nuestra madre sería: jubilación y descanso bien merecidos y para Tadeo: oportunidad y cambio de vida y de trabajo”. De hecho Tadeo se incorpora a la policlínica de GradoSalud creada por su hermana Bea y su hija Sara (las dos odontólogas) en 2015 y de la que Inma también forma parte como higienista dental desde el 2016. Ahora la familia quiere dar las gracias “de todo corazón” a todos sus clientes, proveedores de estos 42 años y al Ayuntamiento de Belmonte.

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