Por Luis GARCÍA DONATE

Muy buenas mis queridos contertulios, reaparecemos de nuevo puntuales como un reloj este mes de octubre para traer a escena la familiar resonancia de los tiempos antiguos, quizá no mejores pero sí más épicos en cierto sentido. Así que si os place, vamos a ello.
Aún recuerdo como en los no tan lejanos días de mi infancia quedaba deslumbrado ante las aventuras de ese elegante pícaro conocido como El Zorro, aquel justiciero enmascarado y vestido de negro que defendía a los oprimidos a golpe de espada en la Alta California española. Fue la película “La máscara del Zorro” de 1998 que tenía a Antonio Banderas como protagonista, la que me hizo descubrir esa historia y enamorarme de la esgrima. De ella saqué también ciertos detalles que conforman mis modales de galán barroco, pero esa querido público es otra historia. Traigo hoy conmigo a este héroe enmascarado porque a mi entender, este mundo moderno se encuentra sumido en una profunda crisis de identidad, envilecido por las ansias de dinero y la apariencias fútiles en el que las lealtades de olvidan como si nunca hubiesen existido y los hombres, a decir de los nativos americanos, van por la vida con dos lenguas, lo cual no es sino una elegante forma de decir que hay mucho “Chaquetero” suelto. En resumen, este mundo nuestro necesita héroes y como aficionado a la historia no pude menos que recordar a los héroes del pasado.

Espero que haya sido de vuestro agrado mi querido público, no volveremos a ver la famosa Z grabada en las paredes, puesto que el inmortal héroe solo es una hermosa fantasía , pero si en algún momento se nos presentase la oportunidad de hacer el bien, yo aconsejaría aprovecharla, aunque solo fuese en memoria de los relatos que nos hicieron soñar de niños puesto que en palabras de Don Diego de la Vega : “ Todos llevaríamos gustosos la máscara del Zorro”. Señoras y señores, hasta la próxima vez que nos veamos, quedo a su servicio.