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Adiós a Tina García, poeta de Quirós

Tina García Alonso, junto a su inseparable hermana Raquel
Por Beatriz ÁLVAREZ

Tina llegó a mi vida, como casi todas las personas buenas que llegan para acompañarnos un trecho grande pero a las que nos roba el destino. Llegó tarde pero lo hizo por la puerta que se abre para la buena gente. Llegó para quedarse y para entrar a formar parte de mi familia como me lo han contado hoy las fotos que tenemos juntas y que he ido viendo en una especie de liturgia masoquista que se repite cada vez que perdemos a alguien que queremos y como también me lo relató la penúltima conversación que tuvimos por whatsapp en la que yo le enviaba unos vídeos navideños de mis sobrinos a los que ella quería como si también fueran algo suyo. Lo último que hablamos fue en febrero, el tratamiento la dejaba sin muchas ganas de nada.

Recuerdo que nos conocimos en las redes sociales, una tarde estival en el que yo intentaba poner palabras al reflejo de un CD colgado en un manzano y que aquel día me hacía repetir en voz alta los colores del arco iris al tiempo que el viento movía el improvisado espantapájaros. Ella se dirigió a mi con el cariño de la poeta que escribe humildes y sencillos poemas, pero escritos con algo más que palabras, escritos con el alma y el corazón, como escriben los poetas de verdad. Había publicado dos colecciones de poemas «Crisol de palabras y sueños» (Arcibel, 2011) y «Color de montaña y mar» (Tal y Cuál, 2014) que la habían devuelto a su tierra de la que había salido siendo niña, y la habían conducido hasta los sus neños quirosanos: Roberto F. Osorio, Eva Martínez y Luis Alvarez pola, el cronista, la política y el gaiteru, a los que tanto quería y admiraba. A los tres por igual, quizás un poco más al su Luisín. Nosotras nos desvirtualizamos en Cortes, un julio en torno a San Melchor y a partir de ahí compartimos muchos días, no tantos como me hubiera gustado, pero si los suficientes para ser conscientes de lo que supone su partida.
Tina que participaba en todo lo que le pedíamos en una continua ofrenda a la tierra que la vio nacer, ya no pudo asistir en junio del año pasado al encuentro de Clubes de Lectura que organizamos en Quirós, pero estaba orgullosa de nuestro trabajo y de que el su Quirós fuera escaparate al mundo. Tampoco pudo presentar un tercer poemario titulado «Sentimientos» y cuyo prólogo le escribió David Fueyo, poeta quirosano al que ella admiraba devotamente. «Mis poemas no valen mucho» decía sin falsa modestia y yo le respondía que sí, que valían un universo porque usaban el lenguaje de la gente sencilla que expresa con palabras aquello que ama.
Hoy tengo un velo negro en el corazón, el de la pena por no haber podido despedirme de ella como quisiera. Tina me deja en herencia esa forma suya de amar a Quirós, generosa y entusiasta, incluso un poco ingenua porque Tina miraba Quirós como mira un niño sus regalos en la Noche de Reyes, deslumbrada por el envoltorio de verdes, azules y el color de la caliza del Aramo. Tina me deja también algunos poemas a mi y otros escritos para Lola, algunos consejos que prometo poner en marcha (no sé cuándo ni cómo) y me deja el lujo de haber conocido una AMIGA a la que el traje de la amistad le venía como un guante, y a una QUIROSANA con mayúsculas. No olvidaré que hace un año cuando parecía se abría ante mi un horizonte nuevo fue a ella a la primera que llame para contarle lo que me parecía estaba sintiendo.
Te vas Tina, ahora que las nieves vuelven a vestir nuestras montañas, te vas dejándome sin voz pero vivirás para siempre en cada verso que escribamos y en cada nota que nazca de una gaita. Nos queda pendiente la presentación de ese tercer poemario que justo veía la luz cuando te enfrentabas otra vez a la lucha contra la enfermedad que ya parecía eterna. Estabas cansada, pero prometías plantar batalla. Te preocupaba Raquel y no disfrutar de tus nietos, Gabriela y Cesar. Te prometo que presentaremos el libro y que serás de nuevo profeta en tu tierra, que Raquel estará bien y que los neños crecerán siendo depositarios del amor de su abuela por la tierra. Hoy todas mis lágrimas de impotencia y rabia contenida que no han brotado se convierten en lágrimas de dolor sincero. Descansa en paz Tina, amiga, ten por seguro que te echaremos de menos, ah, y creo que en el cielo también hay té de monte.

 

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