Quirós y Asturias pierden a Diamantina Rodríguez

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La cantante nacida en Vil.laxime y referente de la tonada asturiana, falleció ayer a los cien años

Diamantina Rodríguez en el homenaje que recibió por su centenario / Mónica Vega

Beatriz Álvarez / Quirós

Diamantina Rodríguez falleció ayer en la residencia de Noreña, donde vivía tras recibir con motivo de su centenario el reconocimiento de amigos y vecinos con el alcalde de Quirós a la cabeza.
Nacida un 14 de septiembre de 1920 en Vil.laxime, concejo de Quirós, Diamantina Rodríguez comenzó de nena a escuchar los cantares de la tradición asturiana de la mano de su familia, aficionados al canto pero no profesionales. Con doce años, en el concejo de Quirós, conoce al que sería su marido, Argimiro Fernández Álvarez,  Argimiro’l de Bueida sobrino de Juan el Gaiteru (Xuan el de Ricao) y primo de Julio’l de Fresneo, otro reputado gaitero de la época, de quienes aprendió y con el que hizo pareja artística recorriendo las fiestas donde eran contratados, acompañándolo a la pandereta. Pronto despuntó por su voz, siendo contratada en las bodas para cantar la bienvenida a los padrinos y la salida de la novia.
Se casan muy jóvenes, ella con quince años, en 1936 y, tras la guerra, se trasladan a vivir a Ribera d’Arriba, desde donde Diamantina comienza su proyección como cantante de tonada. Pronto se anima a participar en concursos de radio y fue en el primer concurso de Radio Oviedo, celebrado en la Sala Babel, que interviene detrás de Josefina Fernández, que intervienen mujeres. Aquella tonada que interpretó, con veintisiete años, fue “Aquellos bueyes”. Quedando entonces en un segundo puesto, por detrás de Josefina, Diamantina la toma como referencia hasta el punto de cantar por ella en muchas ocasiones, y enseñando así las canciones a las nuevas voces de la asturianada muchas décadas más tarde.
Poco a poco con mucho tesón y muchos escenarios con trabajo y humildad, la popularidad de Diamantina llega a ser tal que participa incluso en el programa de TVE La casa de los Martínez. Se editan entonces sus primeras grabaciones. La primera, la canción “Carretera de Colloto”, grabada por primera vez en 1930 por La Busdonga, y en esta ocasión incluida en el recopilatorio “Lo mejor de Asturias”, de 1965. Tras ella vendrían al año siguiente cinco tonadas acompañada a la gaita por Remis Ovalle, entre las que incluye la pieza que se convertiría en la más significativa y de composición propia: “Arboleda bien plantada”.
Diamantina Rodríguez siguió participando en otras grabaciones, entre las que cabe  destacar el recopilatorio de 1969 “Asturias Patria Querida”, donde aparece acompañada al piano por Carmen Vigil y a la gaita por Chema Castañón. Y, tras un período intenso de grabaciones, no vuelve a aparecer la siguiente hasta comienzos de los años 80 cuando decide retirarse de los escenarios, no sin antes aprovechar para dejar grabadas una serie de canciones que aparecerían en 1981 editadas por la casa Dial Discos con el título de “A las madres de los mineros”. Pero, aunque su última grabación fue en los discos De L.laciana vengo, de Rosario González, y en el recopilatorio “Con voz de muyer”, editado por el Instituto Asturiano de la Mujer en 2004, Diamantina no deja de aparecer en diferentes recopilatorios, como gran voz femenina que es de la tonada siendo hoy el referente por el que cantan las nuevas voces de la canción asturiana. Ha recibido multitud de homenajes en los últimos años, entre los que destacan la entrega de la Medalla de Plata de Asturias que concede el Gobierno del Principado de Asturias.
“Diamantina Rodríguez. Memoria de un tiempo de la canción asturiana” libro de Xaime Arias recoge una amplia biografía de la quirosana, las palabras del prólogo de Ismael Arias se actualizaron de nuevo con motivo de la entrega del premio «Gaiteru 2017″, galardón que concede la Hermandad de la Probe, uno de los muchos reconocimientos que ha recibido esta quirosana de Villaxime que alcanzó en setiembre el siglo de vida. Arias resume lo que esta intérprete significó para su tiempo: “la capacidad de arriesgarse. Lo hizo afrontando un repertorio muchas veces nuevo y, otras, enriquecido con la presencia del piano o de los ritmos de panderu. Lo hizo atreviéndose con composiciones propias. Como también convirtiéndose en la gran voz femenina de su tiempo -un tiempo en el que la sola presencia femenina ya era por sí innovadora”. Con todo, “nunca dejó de representar lo mejor de la tradición asturiana. Aunque haya sido, principalmente, por convertir a esta tradición en un valor del presente no tan sólo un legado del pasado. Y, gracias a ello, para hacerla llegar hasta el futuro”.
La quirosana centenaria a la que despedimos hoy y que abrió el mundo de la tonada a la mujer consolidando su papel, es un referente para las nuevas voces femeninas de este ámbito artístico. Su valor va más allá del musical pues fue pionera como mujer en un campo en el que las mujeres eran minoría, innovadora abarcando un repertorio tan extenso que va más allá de la propia tonada y fue valiente pues aunque siguió la estela de las grandes voces clásicas, incorporó nuevos repertorios, recuperando además el piano como instrumento de acompañamiento musical de la tonada, junto a la pianista Carmen Vigil.

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