Chispa se escapó por los truenos el pasado martes, y unos visitantes la cogieron y la llevaron a la Protectora de Oviedo, que se niega a devolverla
Redacción/Grado
‘Chispa’ es la perrita de Carmen y Lola, dos niñas de Proaza de 6 y 9 años, que viven con ella desde 2017. La perrita apareció ese año abandonada en la gasolinera de Proaza y el padre de las pequeñas, Moisés Prada Palacio, decidió adoptarla, «porque la perra es un encanto». Todo fue bien hasta el pasado martes, cuando una tormenta eléctrica la asustó y huyó de la casa. «A la media hora nos dimos cuenta de que no estaba con los otros perros que tenemos, un mastín y un border collie. Por un grupo de Whatsapp me enteré de que la habían recogido unos visitantes que estaban en Casa Benjamín comiendo, pero cuando fui a por ella ya se habían ido y se la habían llevado, creyendo que estaba abandonada», relata Moisés. Comenzaron a intentar enterarse de dónde podía estar ‘Chispa’, «las niñas es lo primero que preguntan por la mañana», y se enteraron de que el albergue de animales de Oviedo había publicado en su página web que la perra había sido encontrada en Trubia. «Según nos hemos ido enterando, los que se llevaron a la perra de Proaza fueron a la veterinaria de Trubia a que leyera el chip, que era de los dueños originales, que al parecer son de Gijón y no quieren saber nada de ella. La veterinaria se portó muy bien, nos dio toda la información. En el chip la perra figura con el nombre que le dieron los que la abandonaron, Pepa», sigue contando Moisés. Hoy por la mañana acudió al albergue de animales de Oviedo, y ahí encontró a ‘Chispa’. «La pobre está asustadísima, con las orejas para abajo», dice. «No me la quisieron dar, y no me trataron muy bien, más bien como si yo la hubiera abandonado, cuando la adopté hace cuatro años, y la perra está perfectamente cuidada, desparasitada, si hasta la llevamos tres veces al año a la peluquería canina. Vamos, que no está como los perros en los pueblos. Pues me han dicho que no me la dan, aunque enseñé fotos de ella para demostrar que aunque el chip no está a nuestro nombre, la perra es nuestra», lamenta Moisés, que está buscando ahora la manera de desenmarañar la burocracia que impide que Lola y Carmen vuelvan a abrazar a ‘Chispa’.
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