Publicado el: 26 Jun 2021

De Bélgica a Trubia: litografía y música

El maestro grabador belga Pedro J. Gosset dirigió la academia de música creada por Elorza, con orfeón y orquesta, e influyó en la tradición melómana del pueblo

Grupos de obreros músicos de afición de Trubia

 

Por Roberto SUÁREZ

Hoy nuestro punto de interés será la música en Trubia. Más de uno se preguntará las razones por las que en Trubia siempre ha habido una gran sensibilidad hacia la música. Desde luego la influencia de los militares del cuerpo de Artillería tuvo mucho que ver en ello, pero hay algo más y la pregunta es ¿de dónde arranca esa querencia? El precursor de ese interés por la música no fue otro que el maestro grabador Pedro J. Gosset y Herkenne (Verviers, Bélgica, 1 de mayo de 1822-Madrid, 29 de marzo de 1898), quien estuvo al servicio del Estado durante 51 años «de trabajo primoroso, una conducta correctísima y honrada y una ilustración amplia».

Este maestro grabador, que creó el primer taller de litografía de Asturias en la fábrica de Trubia, había sido contratado por Francisco A. de Elorza y Aguirre, como otros muchos, para grabar la colección de láminas que representaban los talleres y máquinas de la fábrica de Trubia,de la que disponemos de varias copias y donde se aprecia su gran valía. Algunas de ellas fueron premiadas en varias exposiciones por su gran mérito artístico. Hablamos de una colección de 46 láminas de 52×36 cm. En todas ellas se distingue entre el grabador y la firma del dibujante.

Generalmente, en el segundo caso, se trata de «distinguidos artilleros (…) como Pedro Kessler, Bernardo Echaluce, Frutos Saavedra Meneses, Doroteo Ulloa, Víctor Marina, Pedro del Río y Federico Verdugo». Posteriormente se haría un apéndice con otras seis láminas, algo más pequeñas, de la fabricación de municiones, todas dibujadas y grabadas por nuestro personaje. Dadas sus habilidades para el dibujo y merced a su contrato, que le obligaba «a enseñar a los operarios y aprendices del país los indicados oficios» se puso al frente de una academia de dibujo dentro de la Escuela de Aprendices de la Fábrica de Trubia, para que los obreros aprendieran con todo detalle y amplitud el dibujo lineal.

Se le describía como «una persona formal, digna, muy honrada y respetable, a quien todo el cuerpo apreciaba mucho, teniendo muy en cuenta sus bellísimas cualidades y la cooperación que tuvo en los comienzos» de la Fábrica de Trubia en tiempos de Elorza». Para sorpresa de todos, sus aficiones musicales le llevaron a dirigir la academia de música que creó Elorza y en la que logró formar un orfeón y reunir una orquesta que amenizaba las mañanas de los domingos después del desfile de aprendices y oficiales.

Orfeón de Trubia

Y de este comienzo, potenciado por los directores de la Fábrica del momento, llegamos a la creación del «Orfeón de Trubia», conocido más popularmente por el nombre de su director, el «Orfeón de Ortiz». Éste, natural de Quirós, trabajaba en la Fábrica y aprovechando la afición musical que existía de Trubia, se decidió a fundar y dirigir una masa coral. Así llegamos hasta «La Clave», que se fundó en 1904 al haberse disuelto el Orfeón de Ortiz, y permaneció en activo hasta 1915. Su primer director fue Rufino López, apodado «Chumin» y más tarde llegarían Andrés Sánchez «el músico», Cipriano Pedrosa y Manuel Aller. Contaba con un grupo de rondalla y su enseña había sido bordada por las hermanas del reconocido médico Mario Gómez (Cangas de Tineo, 22 de enero de 1872-Cangas del Narcea, 26 de abril de 1932).

A su disolución se crea el «Orfeón Obrero», que inició su andadura con personal de la Fábrica de Trubia, una vez más bajo el auspicio de la Fábrica y su entonces director Luis Hernando de Espinosa.

En 1927 se crearía la Masa Coral de Trubia con voces mixtas y más tarde el Ochote de Trubia –compuesto por Antonio Álvarez y Antonio Fernández, como tenores primeros; Manuel Muñiz y Chema Díaz de segundos; Alberto Menéndez y Manuel Díaz, de barítonos y Carlos Larrambebere y Costales, de bajos– bajo la dirección de José Ros y que obtendría varios premios y en 1947 se transformaría en Coro Sacro para disolverse en 1951. No podemos dejar de mencionar aquí que nuestro pueblo contó también con su propia compañía lírica compuesta por exorfeonistas, creada en 1946. Luego vendría la época dorada allá por la década de los 40 con un amplio elenco de orquestas –de las que nos ilustra Valentín Álvarez en su último libro de fotografías– tales como Negresco, Marimbas Punto Azul, Jazz Melodía, Boga, Creación, River, Siboney, Hispania, Los Especiales, Boy del Rock, Iris, Los Infantes, Bohemia, Gran Capitol, los “J”, entre otras. Trubia contaba igualmente con una Masa Coral de la Fábrica de Trubia, creada en 1952 por iniciativa de Ángel López Escobar, comandante de la misma. Esta estaba compuesta de 45 a 50 voces mixtas y en los primeros cinco años fue dirigida por Emilio Muñiz y posteriormente, hasta su disolución en 1963, su director fue Leopoldo Prada. Un gran entusiasta de la misma fue el coronel Federico Baeza Torrecilla, quien donó la bandera del coro siendo su hija madrina en el acto de la bendición de la enseña.

Grupos de obreros músicos de afición de Trubia

Para finalizar, un recuerdo a «Zapato Veloz», la banda de música pop que estuvo formada en 1992 por Javier Díaz Gotín (Trubia, 25 de febrero de 1954), José Carlos Álvarez Fernández y Mario Mosteiro Fernández, el primero de ellos compositor del archiconocido y hoy reconocido como himno de Gijón, «Gijón del alma». Vaya este recordatorio del entusiasmo por la música en Trubia como homenaje a todos los que a lo largo de la historia pusieron una nota musical en nuestro pueblo.

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La Voz del Trubia