Publicado el: 09 Jul 2021

«Les llevé a la cueva y encontramos el tesoro»

Roberto García, de Berció, relata cómo fue el hallazgo casual de las 209 monedas tardorromanas de La Cuesta

Roberto García señala la peña bajo la cual se encuentra la zona de abrigos, uno de ellos el de La Cuesta. Al fondo, la vega del Nalón

F. Romero / Grado

Roberto García, vecino de Berció y amante del monte, estaba paseando con su mujer en el mes de abril cuando se encontró a dos excursionistas que le preguntaron por el abrigo en el que se encuentra el grabado paleolítico de la cierva. Roberto, que desde guaje recorrió todas las cavidades y furacos de su pueblo y alrededores («a esa edad no se asume el riesgo que corres») le orientó, pero también les dijo que era muy peligroso y dificil debido a la vegetación y al suelo rocoso. Roberto conoce todas las cuevas de la zona «en mi época de niño no había otro ocio», bromea. Se ofreció a acompañarles días después si traían herramientas para desbrozar el camino. Cuando confiaron en Roberto, Antonio Juaneda y Alfonso Fanjul se identificaron como arqueólogos. No se lo habían dicho antes para evitar recelos, muy típicos en los pueblos ante los forasteros curiosos. Los tres descubrirían, sin pretenderlo, uno de los mayores tesoros encontrados jamás en una cueva en España. 209 monedas tardorromanas de cobre y bronce de incalculable valor histórico. Juaneda es un apasionado del arte rupestre y Alfonso un experto en cultura castreña. Cuando llegaron a uno de los abrigos naturales llamado La Cuesta, Alfonso observó algo en el suelo. «Anda, parece un bajo imperio», comentó. Dispersadas por el suelo encuentran un centenar. Se pide permiso a Cultura, se excava y obtienen hasta 209 piezas de la época final del imperio romano. Juaneda mencionó cuando se presentó públicamente el hallazgo, adelantado en exclusiva por La Voz del Trubia en su edición digital, que a sus manos había llegado hace tiempo una gaceta antigua de un coleccionista privado en la que ya se hablaba de un tesoro ‘del Rey Godulfo’ (casualmente una de las cuevas lleva ese nombre). «En el pueblo nunca oímos hablar de ello», explica Roberto, aunque como en todos los pueblos sí oyes hablar de ayalgueros. «Aquí decían que en el castro del Cascayal había una bolera de oro y alguno hurgaba por allí. Pozos de saqueo hay muchos, no se si para buscar lascas o tesoros». También relata Roberto que las numerosas cuevas de la zona siempre se usaron para esconderse en momentos de riesgo, como en la Guerra Civil. Por eso no se descarta la hipótesis de que esas monedas las subiera alguien desde el castro en la época en la que entraron las tribus bárbaras, en el caso de Asturias, los suevos. La datación de las monedas coincide. No obstante habrá que esperar aún a nuevas investigaciones para poder fechar algún resto orgánico con carbono 14 y confirmar si fue un tesoro escondido o alguna familia o grupo humano llegó a habitar el abrigo en esa época oscura. «Es parte de nuestra historia» García que preside también la asociación de vecinos de Berció, quiere que el tesoro tenga presencia en el pueblo en todos los aspectos y que los vecinos se sientan orgullosos de él. Por eso pretende organizar conferencias y exponer en el centro social fotografías del hallazgo, «porque forman parte de la historia del pueblo». Ahora lo que más preocupa a los vecinos no es la llegada masiva de curiosos (lo que no está ocurriendo aún) sino que se declare BIC y que se limite legalmente la petición de licencias o se pongan trabas administrativas y burocráticas que perjudiquen a los que viven en Berció.

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La Voz del Trubia