[El Mirador]
Durante la pandemia todo el mundo les quería mucho, eran los campesinos y ganaderos que traían el pan a la mesa, que no permitían que las baldas de los supermercados se quedaran vacías, y que seguían al pie del cañón cuando todo el resto se había visto obligado a parar. No se les llegó a aplaudir por las ventanas, pero muchos de ellos se sintieron socialmente valorados por primera vez en sus vidas. Pasado el miedo a lo desconocido que llevó a algunos a acaparar papel higiénico, vuelven a ser los paletos matalobos y chupasubvenciones de toda la vida. De lo dicho, de aquel pacto ciudad-campo que pareció prometer la pandemia, no queda nada: precios por los suelos, intermediarios que aplican mano de hierro y materias primas disparadas llevan a las familias ganaderas al límite del cierre. Habría que recordar en las ciudades que a una mala, del Black Friday no se come.
El Pleno de Grado aprobó ayer por unanimidad la suspensión de licencias para la instalación…
La compañía ferroviaria eliminará graffitis, pintará y reparará las marquesinas de 25 apeaderos en Asturias…
El Gobierno del Principado destina 1.402.555 euros a labores de desbroce de pastizales en 48…
Diego Barreiro consiguió su sueño, ser campeón de Asturias de boxeo amateur en su categoría.…
Un equipo internacional en el campo de Quintana, en Trubia. La selección masculina de Omán…
Jugar al disc golf este verano a la vera del río Cubia es más fácil…