Un sueño. Todos soñamos con un sueño. Cada cual con un sueño distinto, pero en definitiva, un sueño. Sintamos como nos sintamos, quizás cada uno desee otra cosa. El rico, la felicidad de lo inmaterial. El pobre, la material. El poderoso, con el camino de la sencillez y del anonimato. Nadie está conforme. Sin embargo, algunos se sienten como Segismundo. Viven la realidad. Son presos de sí mismos y de la situación. Pero invocan a los sueños como paliativo de su prisión. Sueñan en definitiva que todo sea un sueño. Que la realidad no es tal. Cuando se despierten, vendrá la realidad y todo será distinto. Ocuparán ese lugar donde se esconde la felicidad. Pero tengo que decirte, lo siento. Lo siento, porque ni todo es un sueño, ni irás a ocupar ese lugar. Esto es la realidad. La única, y somos presos de ella. Y sí, los sueños son eso, solo sueños y cumplen su misión. Son los antiinflamatorios de esta realidad, la única, la que te toca. Lo siento.
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