Publicado el: 02 Abr 2022

De historias y lavaderos

Luis G. DONATE

Bienvenidos una vez más, queridos contertulios, a este nuestro humilde y confortable rincón para el pensamiento y la reflexión. Me alegro de veros bien, hoy os traigo una antigua y buena costumbre que es también un homenaje a mi primer artículo, así que si os place, vamos a ello.

«Tertulia de lavadero» suelo decir cuando veo un grupo de gente que se junta a hablar de todo y de nada, aunque muchas veces ni siquiera hay un lavadero, puede hacerse tertulia bajo un hórreo, a la entrada de una casa o donde pinte, cada pueblo es un mundo y lo único que merece la pena juzgar en estos temas, es el fondo, no la forma. En esas tertulias está la vida del pueblo, son una suerte de asamblea popular sin estatutos ni normas, algo espontáneo. En ellas puede uno aprender a escoger la madera adecuada para una tarea, canciones e historias antiguas o enterarse de algún cotilleo. Como decía Cicerón «hay dos placeres para los mortales, la buena mesa y la buena conversación», una tertulia de lavadero entra dentro de la segunda categoría, muchas tardes ha pasado el que suscribe escuchando historias de maquis o de cualquier cosa con los paisanos, en compañía de buenos amigos o de quien se tercie, que a veces también se encuentra uno paseantes y senderistas foráneos. En conclusión, un buen lavadero no solo lava la ropa, también forja el alma de la persona.

Hasta aquí la reflexión de este mes, damas y caballeros, espero que una vez más haya sido de vuestro agrado. Sed indulgentes con este vuestro escriba y disfrutad conmigo de este artículo que es un guiño en sí mismo al primero que publiqué. «Ya llovió desde entonces», como suele decirse. Esperemos que llueva más aún, hasta la próxima, quedo a vuestro servicio.

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