Tentando al diablo

Gustavo A. Fernández

[La Mosquitera]

Estimado Gobernador: Le informo que ha llegado a mis manos un libro, no tengo claro si calificarlo de novela con diferentes niveles de lectura o conjunto de relatos con historias entrelazadas, obra de Plácido Rodríguez y que responde al título de Tentando al diablo. El libro nos ofrece veinte relatos sutiles, abiertos y nada obvios, que se complementan y reflejan en sugerentes ilustraciones y que se hilvanan mediante textos introductorios que forman una narración paralela. Esta obra es un reflejo de su autor, cuenta lo suficiente, pero no todo, para que el lector tenga que hacer el esfuerzo de interpretar, de imaginar, de completar las historias que nos abren ventanas que dejan ver sólo una parte. Al acabar el libro, apetece releerlo en busca de nuevas referencias y vínculos entre los diferentes relatos. Y es que, como se dice en uno de ellos, «para saber qué les ocurrió habrá que ir a preguntárselo al infierno».

Pese a tener varias capas o niveles de lectura, ésta es amena y fluida, facilitada por un tipo y tamaño de letra que permiten dejar descansar por una vez las gafas en su funda. Plácido tiene cierta fama de peculiar, e incluso de “repunante”, es reacio a que ningún periodista le entreviste si no ha leído su novela, no quiere que en el acto de presentación haya una gran mesa presidencial sino mesitas de bar… Pero quizá seamos otros los indignos y pusilánimes por claudicar para evitar conflictos. «Qué estúpidas son las normas, qué estúpidos son los que ponen las normas. Qué manera de buscar problemas donde no los hay».

Sr. Gobernador, ya desde la imagen de portada, percibo la influencia del número 3 en este libro. Tres autores, los tres moscones, el propio Plácido y los ilustradores Gema Paredes e Ignacio García; la tríada recurrente del Infierno, Purgatorio y Paraíso; o las 222 páginas del volumen que multiplicadas por 3 dan como resultado el 666. Respecto al título, una vez haya leído el libro, deberá ser usted mismo el que dilucide si es Plácido quien tienta al diablo, o es él el tentado. Si la talla que apareció varada en la playa es un ángel o un demonio, o ninguna de las dos cosas.

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