El castillo de Priorio, edificado en el XIX sobre otro del siglo VIII, es una de las principales atracciones del turista que acude a Las Caldas

Lucía Álvarez / Las Caldas

Ya es verano. Las Caldas se convierte en el sitio de recreo de muchos ovetenses y otros tantos turistas. La belleza de la zona, el contacto con la naturaleza, fácil acceso y su cercanía a la capital, atraen a los visitantes. Tras degustar una buena comida en cualquiera de los restaurantes del lugar, bien apetece un paseo a la vera del Nalón. Un par de minutos caminando desde el paseo de Las Caldas y ya se pueden oír comentarios de asombro, se ven los móviles en alto inmortalizando la estampa, el castillo de Priorio se asoma imponente entre la abundante vegetación.

Son muchos los que preguntan a los vecinos si se puede visitar, y lo cierto es que no. El misterio y el hermetismo rodean al edificio y no es posible obtener una imagen del interior. La construcción actual está documentada desde el siglo XIV. Se edificó sobre una construcción antigua que Alfonso II ordenó erigir a modo de fuerte en el siglo VIII para refugiarse de Hixem I. A partir de ahí ha pasado por varios dueños hasta llegar a sus propietarios actuales; la familia Quijano Morenés. En una época perteneció al Arzobispado de Oviedo, a la parroquia de San Juan de Priorio, de donde viene su nombre. En las inmediaciones del castillo existe una placa donde figuran los nombres de todos sus propietarios. Se construyeron dos torres a partir una de las cuatro torres primitivas que cerraban con muros el antiguo patio de armas. Las podemos contemplar desde el exterior sitiadas por la hiedra, y se diferencian sus almenas y sus ventanas de estilo gótico. Se sabe que en el interior se conserva un molino del siglo XIX y por las fotografías aéreas intuimos un cuidado jardín con estatuas y una piscina. Según hemos podido averiguar la decoración es antigua, con trofeos de caza en las paredes y figuras de porcelana en los muebles. En el mantenimiento y limpieza de la fortaleza trabajan a diario varios jardineros y asistentes.

«Existe una leyenda que cuenta que, hace tiempo vivía en el castillo de las Caldas un caballero llamado Don Rodrigo, era un gran señor, que provenía de un buen linaje. Tenía una bella hija llamada Olalla, la cual era portadora una gran belleza. Don Rodrigo solía visitar muy a menudo a sus amistades de la alta sociedad en Oviedo y considerando que su hija ya tenía una edad para contraer matrimonio, la llevaba en algunos de aquellos desplazamientos para que algún noble la fuera viendo con pretensiones casaderas. Pero la bella Olalla mantenía relaciones correspondidas, con un guapo paje que trabajaba en el castillo, cuyo nombre era Pelayo y que pronto iba a ser nombrado caballero. Mientras eso ocurría, decidieron mantener su romance en secreto, ya que si Don Rodrigo se enteraba pagaría con la muerte. Como ambos se conocían desde que eran niños, no hubo ningún tipo de sospecha.

Pero un día que los amantes estaban paseando, apareció sin esperarlo nadie, Don Rodrigo. El señor comprendió todo en ese mismo instante. Olalla, muerta de miedo, se desmayó y Don Rodrigo atacó a Pelayo espada en mano. Empezaron con una lucha en la que pudo más la juventud y Pelayo dejo huérfana a Olalla.

Los sirvientes que se fueron congregando, atacaron a Pelayo. Mientras Olalla comenzaba a recuperarse y quiso poner fin a la pelea. Cuando se acercó dónde estaban, vio el cadáver de su padre y se volvió loca.

Por su parte, Pelayo, se acercó hasta Olalla, la pidió perdón por lo que había hecho, tiró su espada y se arrojó desde las almenas de la torre del castillo, al río Gafo y en sus aguas desapareció para siempre.

Se comenta que hay en Priorio una roca, sobre el río, que muestra unas manchas que llevan mucho tiempo, y que son las marcas de la sangre que por allí se derramó»

A la propiedad se accede por un portón situado en la rotonda al lado de Aquaxana, pero a ese privilegio sólo pueden aspirar los invitados por sus actuales dueños. Seguiremos imaginando cómo sería observar el valle de Las Caldas desde una de sus torres.