El edificio agoniza tras aparcarse, hace ahora 30 años, una iniciativa del Principado vinculada a la Senda del Oso

Jesús G. Vizuete/Trubia

Fue en la Feria de Muestras de Gijón, en agosto de 1992, cuando se anunció en Asturias a bombo y platillo la creación de una senda cicloturista que iniciaba su andadura en la localidad de Trubia, junto a esta afamada construcción palaciega trubieca (previamente anunciado en Fitur 92). Quizás fue la última oportunidad de revertir el dramático fin que parece aguardarle a esta edificación y que si nadie lo remedia en breve verá solamente destacada su belleza en nostálgicas fotos del pasado. Aquella idea llevó al propio gobierno del Principado de Asturias a desembolsar una cantidad de dinero por mantener una opción de compra sobre el Palacio, que finalmente, debido a las disputas políticas, hizo que el ente autonómico desistiese de su compra final y ,casi sin saberlo, condenase al inmueble a su ruina, en una agonía que parece no tener fin.

Si es cierto que el inmueble anexo al propio palacio, denominada Vivienda de los Caseros, se encuentra todavía en un estado medio de abandono y podría ser perfectamente recuperable, no es menos cierto que pierde su importancia en cuanto es una construcción auxiliar a la propia residencia palaciega.

El denominado palacio de Trubia, también llamado de Los Collantes, está catalogado por el Ayuntamiento de Oviedo dentro de su normativa urbanística, Plan General de Ordenación Urbana. Y a pesar de tener un mínimo de protección urbanística ( Parcial 1 ), la decadencia avanza día tras día incansablemente. Y ello a pesar de que en el propio PGOU del municipio ovetense se permiten usos futuros del inmueble de variado carácter, entre los que se encuentran los de ocio y los hoteleros, que buenamente hubiesen permitido la supervivencia de dicho inmueble, pero si bien, al menos hasta hoy, no ha sido posible.

Así mismo dicho inmueble se encuentra recogido dentro del Inventario de bienes sobre patrimonio cultural y artístico del Principado de Asturias, al amparo de la Ley del Principado de Asturias 1/2001 de 6 de marzo de Patrimonio Cultural, por resolución de la Consejería homónima de 20 de septiembre de 2018, bajo el nombre de Palacio Díaz-Miranda Collantes o Miranda-Ponce de León. En cualquier caso, ni la administración municipal Ayuntamiento de Oviedo, ni la administración autonómica Principado de Asturias han planteado intervenciones sobre dicho inmueble en los últimos años.

Una mansión con origen lejano en el siglo XVI

J. G. V. / Trubia

El origen del Palacio se cita por los arquitectos del servicio de cultura, a inicios del siglo XIX, desconociéndose su autor material.

No obstante la documentación medieval, del siglo XVI, ya destacaba la existencia de una familia aristocrática en la zona del Campo de Trubia, barrio que está distante de este palacio, a escasos 150 metros, lo que nos puede bien asegurar que, previo a este actual palacio, hubiese una edificación distinta bajo la autoridad de esta familia aristocrática, quizás con otra fábrica diferente. Estamos hablando del año 1576, donde se nos da cuenta de la existencia de la Casa del Campo de Trubia o Miranda de Grado, creada por D. Lope de Miranda y su esposa Dª Beatriz de Grado, que residían en esta zona. Sabemos por los estudios del jesuita y jovellanista, padre Patac, la genealogía de esta familia y su enraizamiento con las familias más poderosas del medievo asturiano. No tenemos constancia de un estudio en profundidad sobre dicho inmueble y dado el estado actual del mismo no es posible hacerlo con una mínima solvencia, pues toda su fábrica está arruinada por completo (estructura, paredes, pinturas, madera, cubierta). Por otro lado, la pertenencia de la localidad de Trubia al municipio de Grado hasta el año 1885, y los múltiples incendios que han sufrido la biblioteca y los archivos municipales moscones, quizás hayan impedido obtener una documentación e información más rica y concluyente sobre los orígenes de esta construcción. Hubiese sido de actual relevancia que se poseyese un estudio artístico y urbanístico sobre dicho inmueble que hubiesen arrojado una mayor luz sobre su origen y sobre todo, sobre su verdadera proyección en la comarca asturiana donde se encuentra enclavado esta edificación.

El palacio de Trubia, es una más de las múltiples casonas blasonadas que antaño fueron construidas como representatividad de una sociedad aristocrática asturiana, simbolizando su enseña de poder, y que hoy olvidadas por sus propietarios y por la propia sociedad languidecen indefectiblemente hacia el fin de sus días. Las fotografías que acompañan a este reportaje son prueba suficiente de la devastación absoluta en la que se encuentra el inmueble y evidencia de la desidia que preside su ya efímera existencia. Y si las mismas serán prueba de cargo algún día, si es juzgada la pérdida de este imponente patrimonio urbanístico, lo cierto es que para entonces, con independencia del fallo que se obtenga en aquel futuro día, solo nos quedará tatarear una de las más conocidas canciones populares de Asturias: «En Oviedo no me caso, y en Xixón lo dudo mucho/ Tengo de hacer un palacio xunto a la iglesia de Trubia/ Que viva Grao que Grao viva/ Que viva Grao toda la vida».