Entre Veranes y Sotiello está Trubia de Cenero, un pequeño pueblo que concentra varios de los más antiguos yacimientos de Asturias
Igual que varias ciudades españolas tienen una homóloga por el mundo -léase una Córdoba en Argentina, una Guadalajara en México, un Oviedo en República Dominicana o, rizando el rizo, un Avilés en Murcia- la villa de Trubia tiene su réplica homónima en Gijón. Se trata de Trubia de Cenero, pequeño núcleo de esta parroquia civil – la más extensa del concejo gijonés- que agrupa en su territorio otros lugares de prosapia como Veranes, Beloño, Sotiello, Pinzales o Peñaferruz. No tan antiguos como la Campa Torres -o sí, quién sabe- pero con raíces históricas bien asentadas en la época romana y la Edad Media Trubia de Cenero (Trubia a secas para sus vecinos) se ubica en lo alto de un monte llamado El Cueto, al que se accede con facilidad desde Gijón u Oviedo a través de la Autovía AS-II, desviándose en dirección al yacimiento arqueológico de Veranes. Siguiendo la cuesta hasta el Centro de Seguridad Marítima Jovellanos, se alcanza un alto desde la que se domina el valle entero: a un lado, la zona de Porceyo y La Pedrera hasta el Concejo de Llanera; y por delante, desde el Embalse de San Andrés (estos días desecado por obras, dando una extraña estampa a lo que antes era una enorme mancha de agua) y la vieja autopista Y con el viaducto de Somonte, hasta Gijón ciudad, con El Musel y la mar al fondo.
Es en esta bajada, rodeando la espectral ruina del Turruxón de Cenero, cuando uno se topa con Trubia. Apenas señalizada en la carretera, el lugar es un poblamiento disperso donde se mezclan caserías con hórreo y chalés modernos con algunas explotaciones agrícolas, agrupando a un centenar escaso de vecinos. Despistados por el GPS Uno de ellos, y de los más veteranos, es José Díaz “Pepe Naviella”, que lleva viviendo aquí más de cincuenta años. “Este es un lugar seco, alto, con muy buen suelo, de tipo calizo, bien comunicado con Gijón y Oviedo y además muy tranquilo”, relata. Aunque nació en Serín -el sobrenombre “Naviella” se debe precisamente a su lugar de origen en esa parroquia cercana- ya se considera de Trubia “de toda la vida”, y ante nuestras preguntas nos sugiere si no nos habremos confundido con “Trubia de Oviedo”. Al indicarle que no, que venimos expresamente aquí a conocer este lugar, nos aclara que “viene mucha gente equivocada, por los GPS o por lo que sea, preguntando si esto es “esa” Trubia, Trubia de Oviedo”.
Con todo, “desde aquí se llega muy fácil a la autovía, no hay pérdida”, insiste, para añadir otra ventaja de vivir aquí: “al estar tan cerca de Gijón, muchos vecinos tienen aquí la residencia habitual; gente joven que baja todos los días a Gijón a trabajar. No somos solo jubilados, hay mitad y mitad”. Es cierto, y actividad hay: la línea de autobuses urbanos tiene parada constante un poco más abajo, en el cruce entre San Juan y Sotiello. Y la plaza de Europa, el puro centro de Gijón, dista de aquí poco más de 8 kilómetros por carretera. En todo caso, salta a la vista que Trubia de Cenero no es solo un pueblo limitado a hacer las veces de barrio residencial. Varias explotaciones agropecuarias surcan la localidad, y la cercanía de los polígonos industriales de Somonte, con abundancia de servicios para proveedores y trabajadores garantizan el “movimiento constante” en la zona. Pero no es solo presente lo que guardan estas colinas abruptas y llenas de curvas y castañales. Como antes se ha señalado, la Historia atesora mucho pasado en este lugar. Desde la abadía de Cenero, templo románico consagrado en 1260, y reformado y destruido en varias ocasiones a lo largo de los siglos, hasta el citado “Turruxón” o Torre medieval de los Suárez de Valdés, que fue bastión defensivo de la zona hasta bien entrado el siglo XIV, en que la incendiaron las tropas del Conde Alfonso Enríquez. Un poco más en dirección norte está la Torre de los Álvarez de las Asturias, edificada posteriormente por la misma familia que poseía el “Turruxón”. Y si giramos en dirección este, llegando a Peñaferruz, los últimos trabajos arqueológicos acometidos a finales del siglo XX dieron con las ruinas de un castillo altomedieval. Claro que hay más, y más antiguo: Beloño y Veranes, a menos de dos kilómetros de Trubia, son yacimientos de referencia al acreditar la presencia de importantes asentamientos romanos en torno al siglo V. Y es que aquí no habrá Fábrica de Armas, ni Casino centenario, ni equipo de fútbol como el Real Juvencia, pero esta otra Trubia, a 38 kilómetros de la de Oviedo, también es parte importante de la Historia de Asturias.
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