Los orígenes del carro de combate ‘Trubia’

En el marco del centenario del blindado, que el jueves 20 de octubre llega al teatro Casino con una conferencia del experto Artemio Mortera, publicamos una serie de reportajes del ingeniero trubieco y alférez de Navío Antonio Cuestas

El carro ‘Trubia’

Antonio Cuestas/ Trubia

España no participa en la I Guerra Mundial, pero tiene a sus observadores militares en el conflicto; éstos toman buena nota de los postreros éxitos de los carros ingleses y, especialmente, de los franceses ante los alemanes. Los primeros intentos por ambos países fueron desastrosos. Los ingleses siguieron trabajando, a pesar de esos grandes reveses, sólo gracias al impulso de unos pocos encabezados por Winston Churchill. Los franceses igual, el entusiasta en este caso era el coronel artillero Estienne y acabaron logrando el carro más exitoso: el Renault FT 17. Como decíamos, tras sonoros fracasos, en agosto de 1918 una masa de más 400 carros aliados rompe las líneas alemanas en Amiens. Se produjo una enorme desbandada de los alemanes y su moral se vino abajo. Esto lo resume perfectamente la frase del general Von Zwehl «No nos venció el mariscal Foch, sino el mariscal Tanque».

Pero en España, aunque no entramos en la Gran Guerra, teníamos la Guerra de Marruecos, se quería terminarla y no nos iba bien en ese teatro de operaciones. Se dieron cuenta, desde la dirección política del país, que se necesitaba dotar a nuestro Ejército de buen material y para ello se aprueba un presupuesto extraordinario para dotar a los tres Ejércitos de materiales adecuados. Entre los diversos materiales adquiridos figuran 11 Renault F 17 franceses. En los años 20, España bullía en ideas, ese presupuesto fue aprovechado, por ejemplo, por el ingeniero De la Cierva, para trabajar en su autogiro, precursor del helicóptero.

No obstante, el Trubia podíamos decir que nace de la iniciativa privada. Resumiendo: el capitán Ruiz de Toledo, destinado en la factoría, tenía experiencia por haber mandado una unidad de carros Schneider CA1 en África y conocía las necesidades del Ejército de primera mano.
Pero no había presupuesto para el carro, así que tras comentarlo al director este les dijo que adelante, pero sólo con los materiales que pudieran aprovechar u obtener de la factoría. Así que el mencionado capitán, junto con el maestro de fábrica Rogelio Areces, y con el apoyo del comandante Landesa comienzan la fabricación de un prototipo, que causó magnífica sensación cuando fue presentado al Ejército.
Por aquello de proteger la industria nacional se decide fabricar un carro español. Con este objetivo, se enviaron, en comisión de servicio, por diferentes países europeos al capitán y al maestro para observar los avances en la construcción de carros y tratar de incorporarlos en el Carro Ligero Trubia.

Fuente: Antonio Cuestas. Historia y Cultura de Defensa.

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