[El Mirador]
Se acaba el año 2022 y esperamos en breve la llegada de 2023, año electoral. Buen momento para que los alcaldes obtengan fondos para invertir en nuestros pueblos. Pero hace falta algo más que marketing, neologismos y miradores de osos. El mundo rural no puede agotarse en el turismo y la museística. Ha de tener vida propia todo el año, actividad económica, cultural, educativa. Y para eso hay que fomentar la agroganadería, la producción ecológica y de alimentos de alta calidad y el comercio local. A veces somos los propios vecinos los que tiramos piedras contra nuestro tejado yendo a comprar a las ciudades y centros comerciales productos que tenemos más cerca. Se hace necesario, por otro lado, insistir en la necesidad de mejorar el transporte público y, muy especialmente el escolar. No podemos obligar a nuestros hijos a levantarse en el crudo invierno a las 6 de la mañana.
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