Publicado el: 18 Feb 2023

Más cítricos

Juan Carlos Avilés

[¡Pues vaya plan!]

La violencia es el último recurso cuando se carece de razones, de sentido común y de un cerebro convenientemente adiestrado en el difícil arte del equilibrio, especialmente el emocional. Seguramente por eso hay cada vez más hombres que liquidan a sus parejas, sobre todo si algo tan legítimo como el hartazgo o el mero instinto de supervivencia les mueve a ellas a dejar de serlo. Es, ni más ni menos, que el ejercicio obsceno del poder y de la fuerza, la supremacía respaldada por siglos de historia a favor del macho sin que nadie, ni nada, se atreviera a cuestionarlo; ni siquiera a imaginarlo. «La maté porque era mía», «si se la cargó es porque algo habría hecho», «lo estaba pidiendo a gritos». Suena a voces del pasado, a copla negra y tremendista, a tango barriobajero. Pero el trasfondo sigue ahí, por más que se trate de edulcorar, regular, legislar, condenar y purgar. Es la deplorable condición humana.

¿Y cómo se combaten el primitivismo y la irracionalidad? El procedimiento es largo, persistente, generacional y seguramente sin plenas garantías de éxito. Pero no hay otro. Empieza educando a las criaturas en la diversidad, la pluralidad y el respeto al otro, en la escuela, en la familia, en el curro y en la cocina. ¿Pero y la condición humana? Pues parecerá una tontería, pero mejora mucho con la cultura, que es la que nos ayuda a entender que el mundo no es blanco o negro, sino que entre medias hay una infinita escala de matices, y que caben todos. Cuantos más matices captemos, más entendimiento, más criterio y, sobre todo, menos miedo. Y, desde luego, acabar con la trasnochada idea de la media naranja. Las personas no somos mitades, sino unidades completas, con nuestras ideas, nuestros anhelos, nuestras libertades y nuestros recursos. Si no, seguiremos arrastrando una notable carencia de cítricos, con todas sus consecuencias.

Deje su comentario

La Voz del Trubia