El ministro Félix Bolaños ha enviado el escrito oficial de reconocimiento a Julio César García, declarando ilegítimo el tribunal que juzgó a su abuelo e ilegal su ejecución, dentro de la iniciativa impulsada por la asociación memorialista ‘Alcalde Carlos Barredo’
«Significa muchísimo, recupera la dignidad de mi padre, de mi abuela, de mis tíos…; sólo siento que ellos no lo hayan visto»
Redacción/ Grau
Un moscón, Julio César García, ha recibido una notificación del ministro de la Presidencia, Félix Bolaño, de reconocimiento y reparación por la muerte de su abuelo, César García Rodríguez San Pedro, oficial de primera del Ayuntamiento de Grado, que fue ejecutado tras juicio sumarísimo el 13 de diciembre de 1937 por “auxilio a la rebelión”. Se trata de la primera declaración de reparación personal de la que se tiene constancia en Asturias, tras la aprobación de la Ley de Memoria Democrática. El escrito recupera moralmente a su abuelo, al declarar «ilegal e ilegítimo» el tribunal que lo juzgó, así como la ilegitimidad y nulidad de su resolución.
«Con ésta declaración la Asociación Memorialista de Grado “Alcalde Carlos Barredo” ha conseguido la primera reparación oficial de la que se tiene constancia en Asturias en el marco de la Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática. De igual modo, el Pleno Municipal del Ayuntamiento de Grado también fue el primero de España en aprobar una moción para condenar el franquismo y solicitar al Estado «el reconocimiento y reparación personal de 54 víctimas represaliadas que ostentaron cargos o empleos en el Ayuntamiento de Grado, declaraciones que aún están pendientes de resolución por el Ministerio», señala la asociación, que se pone a disposición de todos los moscones para recuperar la memoria y la dignidad de sus familiares.
Para Julio César García, el reconocimiento del Estado sobre la ejecución de su abuelo «significa mucho, significa restaurar la dignidad de toda su familia, de mi familia, de mi padre, de mi abuela, de mis tíos, que sufrieron la represión. Sólo lamento que no pudieran ellos mismos haber experimentado esta noticiado, quedamos nietos y nietas, pero recuerdo mucho a mi abuela, a un hijo suyo que tenía 14 años cuando le mataron. Era funcionario del Ayuntamiento y tenía 64 años cuando le mataron, con acusaciones brutales y mentiras. Mi abuela y mis tíos tuvieron que soportarlo y callarlo, incluso a sus nietos y nietas, que no nos dijeron nada para protegernos. Este reconocimiento viene tarde pero al fin llega».
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