Josefina y Alejandro, Paisana y Paisano del año en La Ascensión

El Ayuntamiento ha trasladado a mañana las actuaciones musicales previstas para hoy, tras la declaración de luto oficial por el fallecimiento de dos menores

Josefina, Paisana del Año de La Ascensión

Redacción / Grau

Josefina Suárez, de 96 años, de Valdés, y Alejandro González, de Folguerúa (Tineo), de 96 años, han sido elegidos Paisana y Paisano del año 2023, un premio que recibirán mañana, en la feria de La Ascensión, en una edición marcada por la trágica muerte de dos menores de 12 años que se precipitaron por la ventana de un piso de la calle Facetos, en Oviedo. El Ayuntamiento de Oviedo declaró ayer dos días de luto oficial en el concejo, por lo que todas las actuaciones musicales previstas para hoy se trasladan a mañana. En concreto, cambia para las 20,00 horas de mañana el concierto de Nando Agüeros, y a las 21,30 horas el de Los Berrones. También se celebrará mañana el festival de canción asturiana, de 12 a 14 horas en el kiosko del Bombé, y el desfile folclórico, a las 12,30 horas. así como la actuación ‘Oviedo canta en La Ascensión», a las 16,30 horas en el Bombé, y el concierto de la banda de música, que se celebrará a las 13,00 horas en la Rosaleda del Campo. El resto de las actividades se mantienen.

Mañana también Caja Rural entregará los premios del campo asturiano, entre los que destacan el Paisano y la Paisana del Año, que este año han recaído en un tinetense, Alejandro González, y una valdesana, Josefina Suárez.

Josefina Suárez Suárez, nacida el 24 de noviembre de 1926, de 96 años, de Casa Vidal, en Canedo de Otur, en el concejo de Valdés. Sus padres la bautizaron con el nombre de “Josefina María Mariana”, pero todos llaman a Josefina, “Pina” y muchos, sobre todo su familia y sus vecinos “Maina”, nombre que le acuñó su primera sobrina, de la que además es madrina y que así la llamó desde su más tierna infancia. Nació Josefina, Pina o Maina, en la montaña de Luarca, en Cerezal, en una casería y en una familia de 7 hermanos, 4 mujeres y 3 hombres, de los que una niña falleció a los 5 años. Algo fue a la escuela, aunque no todo lo que quisiera, pues además en los años de la guerra la escuela cerró. Hasta los 14 años acudió a la escuela en Menudero, otro pueblo cercano al suyo, por supuesto caminando, y caminar, siempre ha sido y aún lo es, una de sus pasiones. Recuerda cuando iba caminando a Villaoril y regresaba y nunca se cansaba, y siente pena porque una de sus ilusiones era subir a “Capilla Martín”, una montaña que divisa desde su casa, pero “nunca nadie me acompañó”. Mujer de arranque y de genio, genio del bueno, del que dice “hay que saber usarlo”, nos cuenta que el campo le gustó y que además las vacas nunca le quitaron de ir a ningún sitio. Solo se trataba de madrugar un poco más para dejar el trabajo hecho. Su lema es “nunca me sentí cansada”, quizás ahora, desde hace unos dos años, y se enfada consigo misma, por la rabia que le da, por algún problema de oído que tiene ahora y que no acaba de decidirse por los audífonos, sobre todo por los comentarios que le dicen a los que pregunta. Hoy disfruta de su familia, su nuera, su nieta y marido y sus dos queridísimos bisnietos, Pelayo y Mateo, siendo aún la jefa de cocina, la cocinera de su casa, tanto para comer como para cenar, siendo la primera que se levanta y la última que se acuesta. Su nieta Noe resume su vida diciendo: “nunca dijo, toy cansada y qué pereza hacer esto”.

El Paisano del Año recae en esta ocasión en Alejandro González Fernández, de Folguerúa, Tineo, de 95 años . Nació Alejandro en una familia de las de antes, de las que tenían 5 o 6 vacas, y de ahí con trabajo y esfuerzo hasta las 30 vacas de leche que vendió cuando se jubiló. En su casa, una familia de seis hermanos, aquellos animales iniciales eran una mezcla, “ni de carne, ni de leche, porque además eran la tracción animal que tiraba del arado de madera, el romano, para labrar la tierra”. Poco fue Alejandro a la escuela, y cuando lo hizo fue a Villatresmil, a unos dos kilómetros de su casa. Aunque nunca fue mucho de fiestas, si acudía a algunos bailes de noche que se celebraban en los pueblos de su concejo, y en uno de ellos, en La Rubiera, conoció y cortejó a su mujer, Albina. Compró un camión, dedicándose también a la recogida de leche desde Bustoburniego, pasando el puerto y todos los pueblos y caserías hasta Tineo.. Paralelamente, y como buen emprendedor, montó también un almacén de piensos, de forma que cuando recogía la leche le hacían los pedidos y en la recogida del día siguiente entregaba lo encargado, “no era como ahora, que todo tiene que ir y estar separado”. Siempre le gustó mucho el tractor, del que casi sólo se bajaba para dormir. “Había pocos medios y mucho trabajo”, nos dice Alejandro, “hasta que llegaron los tractores, “la cosa cambió mucho”, y además, nos dice su familia que era “buen conductor, y un poco atrevido en el tractor con el que araba y sembraba. Hoy disfruta de un merecido descanso, obligado por la edad, junto con su mujer y su familia, su hijo Ceferino, sus 4 nietos y sus 3 bisnietos.

Alejandro, Paisano del Año de La Ascensión

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