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Preguntas a los gobernantes sobre la ley de Memoria Democrática

Rafael Vázquez Suárez

Coordinador de las Jornadas de Filosofía de Grau

El domingo 24 de septiembre de 2023 terminaron las III Jornadas de Memoria Democrática del Concejo de Grau, cuyo programa incluía Conferencias por la Verdad y la Justicia, entrega de Diplomas de Reconocimiento y Reparación y Visita guiada por los lugares de represión del Concejo.

Los actos fueron especialmente emotivos y las principales autoridades se volcaron en los mismos, preguntando a cada rato quién puede oponerse a que se recupere la memoria de actos tan atroces como los que tuvieron lugar en la Guerra Civil y la Dictadura y que es un deber moral para con las víctimas. No faltaron palabras de reproche a la oposición, que desde el principio ha mostrado rechazo por esta Ley.

Yo no sé por qué nadie se puede oponer a esta norma. Yo solo soy alguien que se hace preguntas y por deber de memoria las dirige a sus gobernantes. Quizá sucede que los que se oponen creen que no hay una sola memoria, o que esta memoria deja fuera a otras memorias, las memorias de los que desconfían de las oposiciones excluyentes y solo quieren ser recordados cuando ya no haya divisiones entre los que los homenajean. 

Pero los gobernantes tienen razón, al fin y al cabo la nueva Ley dice que todas las víctimas son iguales, y no se deja fuera a ninguna víctima. Aunque después digan que la mitad de las victimas ya recibieron suficiente reconocimiento y claro, ya no sé a quién se dirige la Ley. 

También me pregunto si de verdad está tan clara la línea que separa a vencedores y vencidos en una guerra civil, teniendo en cuanto que muchos combatientes luchaban en el bando que le obligaban a hacerlo. O incluso llegaban a luchar, alternativamente en un bando o en otro, cuando eran capturados como prisioneros. 

La nueva Ley tiene claras las causas de la Guerra y posterior Dictadura, a pesar de que antes de la guerra ya había un clima prebélico alimentado por ambos bandos, con un golpe de estado en el 34 por los que luego fueron los vencidos. Con esto no niego responsabilidad a los del golpe del 36, pero nunca las guerras civiles tienen una sola causa, ni estallan de la noche a la mañana, sin profundas divisiones previas, alimentadas por unos y otros. 

La nueva Ley quiere hacer un reconocimiento especial a las mujeres. No dice si a las mujeres del bando de los vencidos o a todas. Habla de mujeres en general. Nada más lejos que restarles mérito y coraje. Pero ¿todas las mujeres se merecen un reconocimiento especial por el hecho de ser mujeres? ¿Se merecen un reconocimiento las que cometieron crímenes de lesa humanidad, estuviesen en un bando o el otro? ¿Y qué decir de los hombres que dieron su vida por su mujer, por sus hermanas e hijas? ¿El reconocimiento a las mujeres no debería incluir a los que murieron por algunas de ellas?

No he visto ningún reconocimiento especial a los niños y niñas. Pero seguro que los que nos gobiernan tienen la respuesta a esta aparente ausencia. Ya no sé si preguntar.

La Ley ha sabido como ninguna otra poner el acento en la no repetición. Qué objetivo tan noble. Un ponente en las jornadas, no recuerdo el nombre, afirma con rotundidad que para la nueva Ley se buscó el consenso con todos los grupos, con todos menos con el partido X, porque son unos radicales. De los radicales del otro bando no dijo nada.  Le pregunté por qué con unos radicales sí y otros no pero sabía hablar muy bien y esquivó la pregunta.

Pero pregunto también a los otros partidos, a los que no fueron, a la oposición. Pregunto por qué no fueron, por que no preguntaron, porque no respondieron con una Ley alternativa, por qué no se dejan la piel buscando una Ley de consenso.

La nueva Ley de memoria no quiere que se vuelvan a repetir hechos tan horribles. Los gobernantes que lo proclaman, también dicen que el mejor camino para evitar que se repitan es la memoria, no cualquier memoria, sino esta memoria, la de ellos, que según ellos es la buena.

Ellos nos gobiernan y nosotros les hemos elegido, así que seguro que tienen razón.

Redacción

Ver comentarios

  • El artículo es de primero de cuñado. Al nivel de los “yo no soy ni machista, ni feminista”, “yo ni rojo ni azul, soy apolítico” y deja claro lo que desearía el autor y el lado en el que habría estado si le hubiese pillado la guerra civil en aquél momento. Da bastante vergüenza, por no decir otra cosa.

    • Hola. Gracias por comentar.

      En su comentario no hay un solo argumento. No habla usted de la república, de la guerra civil ni de la dictadura. No responde a ninguna de las preguntas que plantea el artículo. Se limita usted a hablar de mi persona. Pero yo no soy lo importante del artículo, ni usted, lo importante son los argumentos y el diálogo, por dificil que sea.

      Y no, no soy apolítico. Y me tomo muy en serio mi deber de memoria, porque para mí el deber de memoria es buscar a los buenos en ambos bandos, los que sean, uno o un millón, con independencia del bando... El futuro no se construirá excluyendo memorias, sino cuando las diferentes memorias aprendan a convivir.

      El mejor ejemplo a nuestros hijos, no es enseñándoles a convivir solo con los iguales, sino sobre todo con los diferentes.

      No soy neutral, tomo partido por la búsqueda incansable del consenso.

  • Tu análisis arroja luz sobre una cuestión que, a menudo, se pasa por alto en los debates sobre la memoria histórica: la complejidad de la Guerra Civil Española y las divisiones profundas que afectaron a las comunidades locales. Tu observación sobre cómo muchas familias tuvieron miembros involucrados en ambos bandos es un recordatorio esencial de que la guerra civil no fue un conflicto que se desarrolló en un vacío político y social, sino que involucró a personas que, en muchos casos, se vieron atrapadas en circunstancias fuera de su control.

    Resulta irónico que, en medio del caos y la incertidumbre de aquellos tiempos, algunos se atrevan a pintar una imagen simplista de "vencedores" y "vencidos", como si la vida real se pudiera dividir tan fácilmente en categorías tan nítidas. Las historias de personas que lucharon alternativamente en ambos bandos como prisioneros o por miedo a represalias son testimonios dolorosos de la complejidad de la situación.

    Y en cuanto al reconocimiento especial a las mujeres, tu cuestionamiento es pertinente. Si bien es importante destacar los roles desempeñados por las mujeres en ese período histórico, no todas merecen el mismo reconocimiento, como bien señalas. Las diferencias individuales son significativas, y no debemos perder de vista que algunas mujeres también estuvieron involucradas en actos atroces.

    Finalmente, tu mención sobre la búsqueda de consenso y la exclusión de ciertos grupos políticos plantea preguntas interesantes. Si la memoria histórica es un tema que nos afecta a todos, ¿no sería más apropiado buscar un terreno común que refleje la diversidad de perspectivas y experiencias? Las decisiones tomadas en nombre de la memoria deberían ser el resultado de un debate abierto y respetuoso, en lugar de reflejar una visión unilateral.

    La memoria histórica es un recordatorio de que la historia no se puede reducir a simplicidades binarias. Es un recordatorio de las vidas y las experiencias de personas reales que vivieron en tiempos difíciles. Tus preguntas y reflexiones son un llamado importante a considerar esta complejidad en nuestros esfuerzos por comprender y recordar nuestro pasado.

  • Partiendo de que ya se compara una revolución con un golpe de estado, es normal que el nivel y el discurso de este escrito vaya por esos derroteros. Y no señor, no fue una guerra civil, fue un golpe de estado que derivó en una guerra contra quienes defendían la legitimidad gubernamental de la segunda república. Y efectivamente, los ganadores (los golpistas) tuvieorn 40 años para homenajear a sus víctimas, mientras que los perdedores, aún hoy, siguen en las cunetas mientras que personas miserables niegan el derecho a sus familiares a darles un reconocimiento. Opinar es fácil, pero decir algo coherente ya es otra cosa. Se nota el tufo buenista.

  • Hola, Perplejo. Gracias por comentar.

    Lo cierto es que sí, fue una Guerra Civil. Una Guerra Civil entre una mitad de los españoles contra la otra mitad. Así la definen todos los libros de historia y si la guerra duró 3 larguísimos años fue precisamente por la relativa correlación de fuerzas entre ambos bandos, apoyados ambos por fuerzas extranjeras.

    Los golpes de estado a la Democracia Republicana comenzaron antes, otra cosa es que no triunfasen, y no quieran recordarse, pero hubo otros golpes de estado a la república, y no de los que luego serían los vencedores. Y golpes de estado con muchos muertos.

    El golpe de estado del 36, que lo fue, fue un golpe de estado a la democracia, y como golpe de estado merece todo el rechazo posible. Pero la guerra que siguió fue de la mitad de los españoles contra la otra mitad, lo cual refleja la profunda división reinante y que ya se dejaba sentir durante la República. Los golpes de estado no derivan en una guerra civil a menos que antes del golpe no existieses ya profundísimas divisiones alimentadas no por dos, sino por muchísimos bandos... Es importante no olvidar este hecho. Creo que no digo nada descabellado. No justifico la guerra civil, solo trato de entenderla. Solo trato de entender por qué, y cómo se llega a una situación en que la mitad de los españoles pelea con armas y bombas contra la otra mitad: padres contra hijos, hermanos contra hermanos...

    Pero yo no busco dar la razón o quitarla, mi artículo va por otro lado. Mi artículo tiene que ver con las memorias, en plural y por la reconciliación.

    Porque después de una guerra civil, las heridas, los rencores, son muy profundos y pueden durar muchas generaciones. Por eso son tan importantes los programas, los proyectos, los encuentros por la reconciliación. Sobre todo porque a estas alturas, muchos ya ni sabemos en qué bando luchó nuestro abuelo, o nuestro bisabuelo. Ni si luchó voluntariamente o forzadamente.

    Dice usted que las víctimas ganadoras ya fueron reconocidas durante 40 años. Me gustaría preguntarle quiénes son los vencedores en una guerra civil. La madre que han obligado a luchar con los vencedores, y que ha perdido a sus hijos en la guerra, ¿es vencedora o vencida? Las víctimas vencedoras que aún yacen en las cunetas, y que luchaban en el bando en el que caían prisioneros, y obligaban a luchar con ellos, ¿es vencedora o vencida?

    Lo mismo puede decirse de los vencidos. Nadie niega su dolor, el deber de reconocer su sufrimiento, el deber de ayudar a descubrir dónde se encuentran sus muertos. Nadie niega eso y desde aquí mi solidaridad con su causa.

    Intento decir que en una guerra civil, de hermanos contra hermanos, muy pocos son los vencedores y muchos los vencidos. Demasiados.

    No se trata de si unas víctimas fueron ya suficientemente reconocidas. No se trata de eso. De verdad, no se trata de eso. Se trata de convivencia. De buscar inagotablemente fórmulas por la convivencia, por la reconciliación. No estoy hablando de olvido. Pero tampoco de una sola memoria. Hablo de un diálogo permanente entre memorias. Entre las diferentes memorias. El reconocimiento está muy bien, y es necesario, pero sobre todo es necesario el consenso, el encuentro, y la reconciliación.

    Además creo, honestamente creo, que el mejor reconocimiento a las víctimas, es precisamente el encuentro y el diálogo entre todas las memorias.

  • No te molestes Rafa, reconciliación es una palabra desconocida, lo que hay es resentimiento y ganas de venganza. Hoy en día la gente se matarían unos a otros ,peor que en los tiempos de la gerra civil.

  • Gracias por tus palabras, Anronio. De verdad que te lo agradezco. Así es. Lo que hay que buscar incansablemente es el diálogo, la reconciliación, el encuentro... Hoy me comentaba una familia que ellos eran hijos de ambos bandos. Una misma familia. Y esto no es un caso aislado, hablamos de un régimen que duró 40 años, todos somos hijos de ambos bandos.

Publicado por
Redacción

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