Gustavo A. Fernández

Ha sido noticia muy comentada estos días que los dos institutos de Enseñanza Secundaria de Grado se hayan puesto de acuerdo, con el respaldo de la Concejalía de Educación del Ayuntamiento, para prohibir el uso de los teléfonos móviles en horario escolar. Pero para mí lo sorprendente es que en Asturias no exista una normativa regional que regule el uso de estos dispositivos telefónicos en los centros educativos. En España, sólo Castilla-La Mancha, Galicia y Madrid impiden ya el empleo de móviles en las aulas. En Europa aplican el mismo veto en Francia, Finlandia o Países Bajos al entender que perjudican el rendimiento académico y la concentración del alumno, al tiempo que son un problema de adicción. Por eso yo creo que está muy bien que los alumnos desconecten y se olviden del móvil al menos durante las seis horas de clase y se centren en su educación y en socializar con sus compañeros.

Nadie duda que los teléfonos móviles son una herramienta muy útil para estar permanentemente comunicado, para la búsqueda de todo tipo de información, una ayuda para la formación y, por supuesto, el medio más empleado para llenar nuestras horas de ocio. Pero todos estaremos de acuerdo también en que se han convertido en una adicción muy generalizada y preocupante. No podemos, o al menos no debemos, estar pendientes del dichoso aparatejo las 24 horas del día, hay que apagarlo y dejarlo descansar de vez en cuando por nuestra propia salud mental. Estoy seguro que en un tiempo no muy lejano el teléfono móvil evolucionará a un nuevo dispositivo tecnológico que nos instalarán directamente al cerebro y conectado con nuestros ojos, lo que espero es que también entonces sigamos teniendo la opción de desconectarnos cuando queramos con un botón de Off.